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Niños como adultos

  • Cada vez me encuentro a más pequeños con lesiones serias

Niños como adultos

Niños como adultos

Todos los niños quieren ser Messi, Nadal o Gasol de mayores y los padres más aún. Pero ¿cuáles de verdad serán atletas de alto nivel? Si su hijo ya no hace deporte sólo como juego, si para él se convierte en una necesidad, obsesión y un camino, los padres van a jugar un papel fundamental en el desarrollo de un atleta. Si su hijo tiene talento, es competitivo y maduro tiene las cualidades necesarias para conseguirlo, los padres son una pieza clave. Lo mejor es contactar con algún profesional que conozca al infante y las ofertas de los clubs cercanos al domicilio y junto con el niño decidir. Es importante siempre dejar la puerta abierta a otros deportes y dar la posibilidad al menor si así lo desea de cambiar de deporte.

Desde hace meses, me encuentro viendo en la consulta a niños que sufren lesiones que no les toca por edad, como si fueran adultos. Tendinitis severas, pubalgias que le despiertan por la noche llorando, roturas fibrilares de entidad, algo a lo que no estábamos acostumbrados unos años atrás. Quizás la obsesión de los entrenadores por lograr el éxito, niños con un espíritu competitivo muy desarrollado y padres buscando obtener en su hijo lo que no pudieron como deportistas años atrás. El principal papel de los padres es animar al menor, ya que un niño no puede realizar un deporte de forma autónoma, necesita el apoyo familiar. Si empieza a destacar, la implicación va aumentando y el papel de los progenitores se convierte en esencial. Uno de los mayores problemas se plantea cuando los padres depositan en sus hijos unas expectativas demasiado elevadas, tanto que pueden presionarle.

Un aspecto fundamental es que los niños que se preparan para ser deportistas de élite nunca abandonen sus estudios, aunque presumiblemente su futuro sea muy prometedor.

Cómo reconocer a un futuro atleta

La precocidad es la primera señal que indican que un niño puede destacar en un deporte. Cuando un chico de nueve años gana a rivales de la misma edad o mayores que él, tiene cualidades. Si, por el contrario, pierde a menudo con contrincantes más pequeños, no serán los números uno de su especialidad. Otra virtud a tener en cuenta es que el deporte que le apasiona sea el eje de su vida, que sólo le importe, le entretenga o le satisfaga su práctica por encima de otras tareas de ocio. Asimismo, si se observa un afán incasable de superación y de competición se puede pensar que el pequeño empieza a tener claro qué actividades le hacen sentirse satisfecho.

No todos los niños son iguales, ni todos reaccionan de la misma forma ante una misma orientación pedagógica. Lo primero a tener en cuenta será siempre dejar que él establezca su ritmo y establecer una comunicación fluida que permita conocer, de verdad, cuáles son sus inquietudes.

La mayoría de los padres, por no decir todos, desean que sus hijos se inicien en el deporte y se aficionen a él. Porque saben que el ejercicio les ayuda a tener los huesos más fuertes, a mantener un peso adecuado, a mejorar la capacidad respiratoria, a crear un estilo de vida saludable y, en muchas ocasiones, a compartir desde la infancia uno de los hobbies que más repercuten en la salud física y mental.

Pero no todos los menores son iguales. Depende de la edad, de las aptitudes físicas e, incluso del carácter, el que cada niño y niña pueda o deba practicar una actividad u otra.

Pese a que la participación de niños y adolescentes en las actividades deportivas ha decrecido en los últimos años, quizás debido en parte al tipo de sociedad en la que vivimos en la que prima el entretenimiento sedentario 'alimentado' por las videoconsolas, internet o la televisión…etc. Médicos, padres y profesores debemos seguir alentando su práctica.

Hoy por hoy para conseguir cambios conductuales en los niños hay que lograr primero que los padres estén convencidos de los beneficios de la práctica deportiva y del impacto que tendrá en la salud presente y futura de sus hijos. No se puede precisar el momento más adecuado para iniciarles en el deporte, pero disponemos de ciertas evidencias científicas que pueden orientarnos.

Así todo dependerá de su capacidad motriz y de coordinación pero también de su personalidad. Por ejemplo, en el caso de un niño tímido lo más recomendable es la práctica de un deporte en equipo que contribuya a su sociabilización o en el caso de los más pequeños (a partir de los dos años) es recomendable que asistan primero a clases de psicomotricidad para que vayan desarrollando sus capacidades.

Entre tres a cinco años. El primer paso es consultar con su pediatra antes de cualquier iniciación por si su hijo tuviera algún problema respiratorio, cardiaco o de otra índole. La natación es, a estas edades, un deporte muy completo dado que, además de protegerles en caso de caídas fortuitas al agua, contribuye al desarrollo de la coordinación y la resistencia.

A partir de lo seis. El niño está preparado físicamente para hacer cualquier deporte. Lo ideal es que lo practiquen en el colegio, como actividad también extraescolar o con sus padres, en el campo o en los parques. Lo importante es que realicen distintas actividades: natación, fútbol, gimnasia deportiva o judo, con el fin de que vayan intuyendo que deporte les gusta y les motiva.

Entre los 7 y a los 13 años su capacidad de aprendizaje y entrenamiento es increíble y progresan a pasos de gigantes. En esta etapa se sentirán más fuertes, mas valorados frente a los demás, y controlarán más sus emociones. Es un buen momento para detectar que actividad les divierte más, sí les gusta ser más competitivos, realizar actividades en equipo, deportes al aire libre o en compañía de sus padres.

De los 12 a los 18: Los cambios morfológicos son las característica dominante de la pubertad y la adolescencia lo que puede llegar a afectar a la coordinación o motricidad. Pese a ello, su mayor resistencia y madurez les permiten practicar deportes más difíciles como escalada o piragüismo.

Uno de los aspectos que más preocupa a los padres en el momento de iniciar a sus hijos en el deporte es el riesgo de lesiones. Según recientes estudios, el 36% de todos los accidentes en niños y adolescentes son debidos a actividades deportivas. Entre los deportes con una mayor incidencia se encuentran, el fútbol (2% de los practicantes se lesionan a lo largo de la temporada) y el baloncesto (1,7%). La contusión es la lesión más frecuente y es más común sufrir un percance en un partido de competición que durante un entrenamiento.

Dejemos que nuestros hijos hagan ejercicio pero también debemos dejar que se diviertan sin presión, como niños que son.

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