Acostumbrado a ser el foco de atracción en Segunda y a vivir en una cierta opulencia, la UD Almería empieza a experimentar en carne propia los rigores de Primera División en este extraño mercado veraniego de fichajes, marcado por la falta de liquidez económica de la mayoría de los clubes para afrontar las operaciones, obligando las más de las veces a dar salidas para hacer caja y poder acometer contrataciones. 

El conjunto rojiblanco no se encuentra entre esos equipos que van apurados porque el ascenso le va a permitir duplicar el presupuesto del curso pasado, pero con las medidas de control financiero de la LFP si no se vende es difícil acometer refuerzos y la UDA ya apuró su margen con las primeras llegadas de perfil joven y principalmente con la inversión en Kaiky, que se elevó a 7 millones de euros.

Los planes pasaban por obtener margen de maniobra con el traspaso de Sadiq u otro futbolista tipo Robertone, Akieme o Ramazani, pero el interés no acaba de cristalizar en ofertas y a la dirección deportiva le está costando más dificultad firmar un guardameta y un extremo experimentados para satisfacer los deseos de Rubi, que aguarda con paciencia la llegada de 3-4 jugadores que le den un poso al equipo del que hoy por hoy puede adolecer para el retorno a la máxima categoría, si bien el preparador catalán nunca lo aireará públicamente.

En ese contexto, en las últimas horas la UD Almería recibía lo que pueden considerarse sus primeras calabazas desde que Turki Al-Sheikh está al frente de la gestión de la entidad. La primera llegó desde Oporto con la negativa de Marchesín a vestir de rojiblanco cuando todos los términos del contrato estaban acordados, optando el guardameta argentino por firmar por el Celta de Vigo tras desdecirse de su palabra, devolviendo así los olívicos revés que les supuso quedarse en 2020 sin Robertone.

A última hora de la noche del jueves, el conjunto indálico encajaba también la marcha de Moi Gómez, uno de sus principales candidatos para cubrir el ataque por banda, al Club Atlético Osasuna. El Almería ha contactado con el Villarreal en varias ocasiones a lo largo del presente verano por el más que evidente interés de la entidad castellonense en Sadiq, situación recíproca con el caso de Morlanes, pero ninguno de los contactos ha llegado todavía a buen puerto, tampoco el de Moi (lo que podría reactivar una opción secundaria como De Frutos).

La noticia de que Danjuma finalmente opta por seguir una campaña más en El Madrigal puede dar al traste finalmente con esa alternativa, a expensas de ver lo que ocurre con Bia y Alcácer, si bien el equipo de Unai Emery tiene en punta de ataque también a Gerard Moreno y le seguía la pista a Edinson Cavani, por lo que la opción Sadiq parece disiparse. La vía del Sevilla cobra fuerza ahora que han ingresado 50 millones (+10 en variables) por la venta de Koundé al Barça. 

Con el límite salarial bastante ajustado ya con las seis incorporaciones realizadas durante el mes de julio (Gui, Mendes, Svidersky, Solà, Milovanovic y Kaiky), el Almería necesitaría hacer una buena venta para ponerle la guinda al pastel o, por el contrario, confiar en que otros rivales no le levanten operaciones bien encaminadas por la dirección deportiva que se van al traste en cuanto salen a la luz pública. 

En cualquier caso tampoco preocupa en exceso al considerar que en las dos últimas semanas de agosto, con la competición ya arrancada y muchos equipos con necesidades acuciantes en sus plantillas, el mercado adquirirá una nueva dimensión en la que surgirán oportunidades. Y valoran también que el mejor fichaje sería la continuidad de Sadiq porque los 30 millones ingresados por su posible marcha no garantizarían que pudiera llegar una alternativa del mismo calibre.