UD ALMERÍA | Análisis

Rubi o la suerte de tener un buen entrenador

  • En lugar de sumirse en llantos por las circunstancias extradeportivas, el técnico catalán se ha centrado en articular soluciones para el reguero de bajas que padece en todas las zonas del campo

Rubi atendiendo una entrevista en el Estadio de Gran Canaria

Rubi atendiendo una entrevista en el Estadio de Gran Canaria / LFP (Las Palmas)

En mitad de este temporal que está suponiendo el inicio de 2022 en clave rojiblanca, la UD Almería está teniendo la suerte (bien remunerada) de contar en el banquillo con la figura de Joan Francesc Ferrer Sicilia, Rubi, un técnico que, lejos de sumirse en los llantos por las circunstancias extradeportivas que el curso pasado acabaron por pasarle factura a su antecesor en el cargo, José Gomes, ha sabido centrarse en articular soluciones para el reguero de bajas que sufre en todas las zonas del campo.

Se quejó el de Vilassar de Mar en su día de las malas consecuencias que para los intereses indálicos podía tener la suspensión del encuentro de la última jornada de la primera vuelta en Lugo. Y entonces ni siquiera sabía lo que el destino le tenía preparado en forma de plaga de contagios por coronavirus en su propio vestuario. 

Esa alta incidencia de la enfermedad tras la vuelta de vacaciones motivó que el arranque del nuevo año haya sido un continuo remar a contracorriente. Antes y después de la visita del Cartagena el preparador catalán volvió a alzar la voz para llamar la atención sobre el hecho de haber tenido que jugar a nivel profesional sin una docena de efectivos, pero de cara a la visita copera del Elche cambió el chip. 

De hecho a nivel deportivo ya lo había hecho para recibir al conjunto murciano. Con un plantel de circunstancias, con jugadores que un día estaban disponibles y al siguiente no al dar positivo en los test diagnósticos, Rubi tuvo que inventarse un once sin los centrales titulares, buena parte de la media ni ningún delantero centro que, pese a todo, dio la cara. La solución entonces pasó por ubicar a De la Hoz como central junto a Iván Martos, darle protagonismo en la medular al canterano Javi Robles y alinear como falso '9' a Lazo, que para colmo al cuarto de hora se lesionaba. La derrota era casi irremediable, pero nunca faltó la actitud. 

Frente al Elche de Francisco y tras desdecirse de sus declaraciones de tirar la eliminatoria con una alineación indebida por ausencia de efectivos, Rubi dio una lección de fútbol ofensivo durante la primera mitad con un brillante Ramazani en las labores de referencia en ataque. No dio para doblegar a un Primera, pero las sensaciones para los aficionados fueron muy positivas.

El tercer capítulo de este serial coronavírico llegaba este domingo con la visita a Las Palmas y la baja de otra pieza clave en el esquema como es el malagueño Francisco Portillo. Rubi sacó su varita mágica ubicando a Pozo como extremo con Buñuel cubriéndole las espaldas y el sevillano hizo uno de los mejores partidos del curso, omnipresente prácticamente en todos los lances y generando con un robo la acción que iba a traducirse en el empate de Appiah, otro jugador, el inglés, recuperado para la causa por Rubi cuando pocos apostaban por ese renacimiento. 

En Las Palmas, además, pudo atisbarse la facilidad que tiene este equipo para metamorfosearse y abrazar otros registros tácticos en función del rival y de las carencias propias. Así, se vio a un Almería vertiginoso en las transiciones ofensivas gracias a la velocidad que imprimían piezas como Appiah, Pozo o Ramazani, y a la vez muy solvente en el aspecto defensivo con el restablecido trivote De la Hoz-Samú-Robertone y la imperial pareja que conforman Babic y Chumi en el centro de la retaguardia. 

Al verse al borde del precipicio Rubi ha entendido que era mejor morir con las botas puestas que caer en los lamentos y sus aficionados se lo están agradeciendo. Quien más y quien menos ya se frota las manos pensando en una nueva racha victoriosa que consolide el liderato una vez se recuperen efectivos, para lo cual van a venir idóneas estos diez días de parón competitivo, si bien conviene recordar que la disponibilidad de Sadiq podría no llegar hasta febrero y que tanto Sousa como Villar siguen lesionados. 

En ese contexto de mal tiempo Rubi está sabiendo poner buena cara y sacarle todo el rendimiento a los jugadores disponibles, explotando su polivalencia y explorando nuevas facetas que incluso puede que desconocieran. Es la suerte de contar con un buen entrenador al frente de la nave, que con el viento de cola no lanza las campanas al vuelo y cuando sopla en contra es el primero en motivar al personal.

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