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"Siempre seré torero aunque ahora esté en la reserva"

  • El matador Joselito fue el encargado de inaugurar el Curso de Verano celebrado en el coso de Roquetas de Mar. Los presentes disfrutaron con cada detalle

Joselito triunfó como matador en activo hasta hace pocos años, lo hace ahora como ganadero de reses bravas y lo está haciendo también actualmente como escritor de éxito con la biografía de su vida. El diestro fue ayer el invitado de excepción del Curso de Verano que la Universidad de Almería ha puesto en marcha en la plaza de toros de Roquetas de Mar con el título 'El abecedario taurino: Valores, ritos y redes sociales', que se desarrolla hasta mañana miércoles en el coso roquetero bajo la dirección de Teresa Belmonte y Francisco Aguado. El torero "porque siempre voy a ser torero, aunque ahora esté en la reserva, como la Guardia Civil", recordaba ayer ante una audiencia eminentemente de jóvenes estudiantes sus comienzos en el arte de la tauromaquia.

Sorprendentemente, para quien no haya leído su libro, fue torero casi por casualidad "porque al cumplir diez años mi padre me llevó a una novillada, pero lo mismo podía haber sido violinista o músico si me hubiera llevado a un concierto. Creo que tenía algo de artista dentro, pero no sabía qué". En aquella novillada, que a él le estaba aburriendo soberanamente, hasta el punto que prefería jugar a las 'chapas', ocurrió algo que le llamó la atención poderosamente y le confirmó que tenía que ser torero, algo que hasta entonces él desconocía. "En un lance hubo un revolcón y yo no sé lo que pasó que me quedé prendado de aquello, hasta el punto que al volver a casa me puse a copiar los pases y movimientos que había visto", recordaba ayer el matador, hablando con gran humildad y cercanía a la audiencia.

La historia de cómo se transformó José Miguel Arroyo 'Joselito', en torero, es todavía más espectacular que una simple anécdota, porque en su libro relata cómo estuvo más cerca de la delincuencia juvenil que de otra cosa "porque cuando todavía no había cumplido los 13 años falleció mi padre y ésa falta, ésa libertad, te deja hacer muchas cosas". Entonces Joselito era más amante del 'heavy metal' que de otra cosa y vestía con 'chupa' de cuero, como buen rocker. Estaba alejándose sin saberlo del camino de la tauromaquia que había comenzado cuando consiguió que su padre, después de darle mucho la lata sin lograr que le hiciera caso, le inscribió en una escuela taurina. Allí le sucedieron mil anécdotas, pero él destacó ayer las penurias que pasó porque su maestro quería quitarle los andares que tenía de chulín de barrio, para que "me moviera como un torero de verdad. Cada día me ordenaba dar vueltas y vueltas, dí miles de vueltas andando, hasta que un día finalmente me dejó coger el capote. Cuando tuve confianza le pregunté por qué me trató así y me respondió que como andaba a saltitos no me iba a dejar torear hasta que no aprendiera a andar". Preguntado sobre sus experiencias en la plaza de toros de Almería, Joselito reconocía que "aquí siempre tenía una tarde buena y otra mala, pero fue una plaza muy importante para mí".

Cuando alguien quiso saber qué espinita le queda en el alma tras su carrera en activo, qué le faltó por hacer, respondió sin dilación que "volver a Lima (Perú), donde las cosas no me salieron bien. Pensé muchas veces hacerlo, pero nunca lo hice. Es quizá la única espinita que tengo clavada". Joselito enseñó a los jóvenes la importancia del sacrificio.

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