La semana presagiaba una nueva revolución de Guti en la alineación. Ya en el entrenamiento del lunes dejó entrever que rumiaba varios castigos y el once dispuesto en El Alcoraz lo corroboró, pero lo que nadie barruntaba era la inexplicable suplencia de Fernando para concederle la titularidad a Antonio Sivera, que debutaba en una plaza difícil de la categoría, lejos del calor del Mediterráneo.
Extrañó el movimiento porque el meta murciano, desde que suplió a René en la portería (un cambio igualmente artificial derivado de las críticas del gaditano tras la destitución de Pedro Emanuel) había saldado sus actuaciones con bastante sobriedad y solvencia. Ejercía incluso de capitán, pero el brazalete tiene poco peso en este Almería que tritura futbolistas con una voracidad inusitada.
Sivera se calzó los guantes y mostró lo que apuntaba en las inferiores del combinado nacional, que hay portero. Pese a los tres goles encajados (ninguno imputable a él, en el 3-2 incluso lo fusilan tres veces en el área pequeña), estuvo atento a las salidas y seguro con el balón en los pies.
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