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Uche hace de Negredo

  • Inspirado El jugador nigeriano volvió a marcar mientras el vallecano sigue gafado Pragmáticos El Almería hizo lo justo para arrancar los tres puntos y dar un salto en la tabla ante un mermado Athletic

Pocas veces a lo largo de la temporada se va a encontrar el Almería con regalos tan apetitosos en forma de alineación rival. Con el viento a favor (ayer sopló fuerte) y frente a un Athletic semidesconocido, la primera parte fue coser y cantar para los locales. Joaquín Caparrós había cumplido con su premisa de reservar jugadores para la Copa del Rey y muchos aficionados tuvieron que recurrir al Maldini de turno para poder reconocer a los Toquero, Etxeita, Balenziaga y compañía.

Caparrós plagó su once de cachorros y durante 45 minutos los bilbainos anduvieron a la deriva. El Almería supo jugar sus cartas y sin grandes alardes comenzó a merodear la portería de Iraizoz. Negredo, algo ansioso por estrenar su cuenta goleadora en 2009, fue el más incisivo en esos primeros compases del partido.

Al cuarto de hora, un servicio de Bruno lo pinchó el vallecano en el balcón del área, pero su vaselina se topó con la pierna de Ustaritz. Apenas cinco minutos después cambió de recurso, pero en esta ocasión su volea se marchó alto por poco.

Con el Athletic a verlas venir el gol rojiblanco era fruta madura y no tardó en caer del árbol. Iriney, que se agiganta conforme avanzan las jornadas y disfruta de minutos, se sacó un trallazo de la chistera que repelió el larguero, pero Juanma Ortiz estuvo atento para anticiparse a la zaga y remachar de cabeza.

El 1-0 a los 25 minutos y la débil oposición de los vizcaínos hacía presagiar la primera goleada casera del curso. Las ocasiones, de hecho, se alternaron sin cesar. Superada la media hora de juego una nueva incursión de Bruno por la derecha motivó un remate de cabeza de Soriano que Iraizoz sacó con apuros. El balón, rechazado, cayó en los pies de Juanma Ortiz, pero el centro del alicantino esta vez sí encontró una respuesta más eficaz del meta vasco.

El Almería se gustaba y gustaba a su afición, que disfrutaba en las gradas del paseo militar y casi por generación espontánea llegó el segundo de la tarde. La jugada la inició Chico en la esquina del área con un disparo desviado que Negredo recoge cerca del punto de penalti; su media tijera se topa con el cuerpo de dos defensores, pero el rechace cae a los pies de Uche que, sin pensárselo dos veces, golpea de primeras el balón raso y ajustado para hacer inútil la estirada de Iraizoz.

Por una vez el nigeriano se olvidaba de las volteretas en la celebración para, dirigiéndose al banquillo, agradecer con un abrazo a Hugo Sánchez el haberle devuelto la ilusión de sentirse futbolista. Ahí puede decirse que se acabó la barra libre porque a la vuelta del descanso el Athletic mostró alguno de los valores que lo han hecho histórico, independientemente del nombre de sus jugadores.

Bastó algo de orden, concierto y correr un poco para empezar a inquietar a Diego Alves. Del Olmo dio el primer aviso cuando muchos aún no habían apurado el pico del bocadillo, pero su remate a bocajarro se encontró con la reacción del meta brasileño.

La respuesta del Almería fue un centro de Juanma Ortiz ante el que Iraizoz se hizo un lío y que Negredo no pudo aprovechar entre una maraña de piernas. El resultado seguía siendo cómodo pero engañoso, el que no le gusta a ningún entrenador para el ecuador de la contienda, por aquello de no saber bien si buscar el tercero o defender la renta.

El suspense lo puso Del Olmo mediada la segunda mitad. Toquero peinó un balón en la línea de medios que pilló por sorpresa a la defensa del Almería, muy adelantada en busca del fuera de juego, pero Del Olmo llegaba bien habilitado entrando desde atrás y supo solventar sin pestañear el cara a cara con Alves.

El 2-1 trajo consigo algunos murmullos, pero el Athletic no tenía el arsenal suficiente en el banquillo como para buscar la remontada. Al contrario, Juanma Ortiz dispuso de sendas ocasiones en la recta final para haber ampliado la cuenta, pero un disparo con la zurda tras asistencia de Soriano lo sacó Iraizoz con la manopla y un remate forzado a pase de Piatti se marchó a las nubes. Visto el escaso ímpetu rival, lo mejor fueron los tres puntos.

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