Almería-sporting de gijón

El baile de salón no da para más (1-1)

  • El Almería hizo 20 minutos decorosos en los que se adelantó por medio de Corona y luego entregó incomprensiblemente el partido al rival · Nacho Novo igualó y los locales siguen sin ganar en casa Piatti luchó solo contra el mundo

La afición rojiblanca salió ayer del estadio con la sensación de vivir cada dos semanas su particular día de la Marmota.

Cada uno de los cinco partidos disputados hasta la fecha en el Mediterráneo ha tenido sus matices particulares y distintivos, pero de todos ellos emana la sensación de que los postulados lillistas del juego basado en el baile de salón empiezan a agotarse.

El Almería abusa del toque descuidando que enfrente está la portería rival, recreándose en pases horizontales que son vistosos de cara a la galería y para presumir en las estadísticas de posesión, pero que a efectos prácticos resultan inocuos, convirtiéndose así en un equipo que apunta pero no dispara y cuando lo hace no suele acertar.

Sólo un hombre, que ayer peleó contra el mundo, viene aportándole verticalidad a un conjunto que por lo demás resulta plano y previsible.

No es otro que Piatti, cuya conexión con Corona en el arranque del duelo ante el Sporting permitió disfrutar de veinte minutos decorosos culminados con el tanto del talaverano en una combinación que merece guardarse en la memoria USB.

Está el argentino inexplicablemente condenado a iniciar los encuentros escorado a la derecha por aquello de que los galones pesan y Crusat, pese a no atravesar por su mejor momento de forma, acumula condecoraciones.

Desde ese costado avisó a los diez minutos con un zurdazo que logró repeler el meta sportinguista. Al cuarto de hora, ya partiendo desde la izquierda, se encargó de elaborar junto a Corona la jugada del gol y aún le quedó tiempo para enviarle un centro medido a Kalu Uche que el nigeriano no pudo conectar de lleno con la cabeza.

En un posterior disparo lejano de Juanma Ortiz que casi sorprende a Juan Pablo murió el Almería de forma lenta, agónica e insospechada a tenor de su fulgurante inicio. Fue como si con el 1-0 ya estuviera todo hecho y los futbolistas olvidaran sobre el campo que en este juego también existen adjetivos como pundonor, coraje o entrega.

No es que rindieran las armas sin más, se trató de un progresivo declive que fue acrecentándose con el paso de los minutos y tuvo su cúspide en la segunda mitad, donde un blando Sporting casi borra del mapa a un Almería inofensivo, que si tuvo arrestos de asomar la cabeza fue comandado por un pletórico Piatti.

El proceso de desintegración pudo haberse acelerado si Estrada Fernández llega a ver unas manos de Juanma Ortiz dentro del área a poco de alcanzar el tiempo de descanso, pero las protestas gijonesas no fueron atendidas.

Había reclamado Lillo por activa y por pasiva en las ruedas de prensa postpartido que el azar sonriera a los suyos al menos una vez adelantándose en el marcador para no verse en la angustia de la remontada continua.

Ante el Sporting se dio esa premisa, pero según parece el mal endémico que persigue a Lillo y los suyos no tiene que ver tanto con ir por delante o por detrás, sino con su propia y limitada capacidad para rematar a los rivales cuando están tocados.

Preciado habrá visto unos cuantos vídeos de los unionistas este curso porque tras el descanso tiró de manual para no irse de vacío como en sus anteriores visitas a la ribera del Andarax, todas esquivas para los asturianos. Le bastó con un saque de esquina y un error garrafal en la marca sobre Nacho Novo para que el ex del Rangers empalmara un volea que ni siquiera Alves con sus felinos reflejos pudo adivinar.

La igualada se produjo justo un minuto después de que Piatti tuviera en sus botas el 2-0 al protagonizar una galopada por el carril izquierdo y se quedase sin resuello para burlar a Juan Pablo. La respuesta del Sporting, ya con De las Cuevas sobre el campo, fue otra contra de manual en la que el jugador alicantino se topó con el palo donde Alves suele guardar la estampa de la Aparecida.

El colegiado tuvo aún tiempo para encanallar a la afición local por pitar un supuesto juego peligroso cuando Ulloa se disponía a encarar el arco del Sporting. Tal vez eso ya fuera lo de menos. El Almería cumple su quinto partido en casa sin ganar, solo ha sido capaz de sumar nueve puntos de treinta posibles y se avecina un calendario pavoroso. No hay muchos motivos para el optimismo, pero Lillo ya ha demostrado tener más vidas que un gato...

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