Fútbol

El banquillo del Poli Ejido, la terapia de Isma Arévalo

  • Todo carácter, pasión y energía, el ejidense ayuda a dirigir a los veteranos del Poli Ejido desde su silla de rueda

  • Va a sacarse el título de entrenador con el sueño de alcanzar algún día la élite

  • La Unión 3-0 Huércal Overa

Isma, a la izquierda, en una foto con toda la plantilla del Poli Ejido de veteranos.

Isma, a la izquierda, en una foto con toda la plantilla del Poli Ejido de veteranos.

Como buen entrenador, Isma se transforma cuando se sitúa en el área técnica. Es ponerse el chándal de su equipo, el Poli Ejido de veteranos, y centrarse única y exclusivamente en las órdenes tácticas que tiene que darle a sus jugadores. Él es una persona tranquila, amable, que se expresa muy bien, por lo que pueden imaginarse que a sus futbolistas les da la chapa con la pizarra de segundo entrenador. Eso sí, no lo hace desde el banquillo, sino desde su silla de ruedas.

Y es que Isma nació seismesino, con parálisis cerebral. Por su cabeza fluye el fútbol tan bien como por la de Luis Enrique o la de Rubi, pero sus piernas no son capaces de chutar con la fuerza de Cristiano o la sutileza Iniesta. Sin embargo, no piensen que por eso el ejidense se queda fuera de las panchangas de sus amigos. “Problema por ir en la silla de ruedas no tengo ninguno, en la calle juego con mis amigos. Hago muy buenas paredes y más de una vez hemos marcado algún gol gracias a un pase mío”, comenta el segundo entrenador del Poli Ejido de veteranos, al que le llegó la oportunidad que tanto deseaba este verano.

Con su hermano y su abuela, que no fallan un partido en el que esté Isma. Con su hermano y su abuela, que no fallan un partido en el que esté Isma.

Con su hermano y su abuela, que no fallan un partido en el que esté Isma.

El banquillo para él es su mejor terapia. Está en el Centro Ocupacional Murgi, donde realiza multitud de actividades para tener la mente ocupada, pero nada mejor que la adrenalina del fin de semana para sentirse el tío más afortunado del mundo. “El fútbol me motiva mucho, me vengo arriba cuando veo a mi familia en la grada o mis futbolistas me dan ánimos y me dicen que no me ponga limitaciones”, dice con el coraje que debería tener cualquier equipo que necesita remontar un gol en contra. De hecho, hasta los propios rivales como demostró Varo, un clásico del fútbol provincial, quieren felicitarlo por el ejemplo que supone.

“Desde muy pequeño, el fútbol ha sido lo máximo para mí. Mi sueño era entrenar a un equipo de fútbol, este verano me puse en contacto con el Poli Ejido de veteranos y me dieron la oportunidad de ser el segundo entrenador de veteranos, así como ser ayudante técnico”, explica. En cualquiera de los muchos vídeos que circulan por las redes del conjunto celeste, se ve a Isma “dando órdenes, situando al equipo, estudiando los movimientos del rival...”, inquieto, nervioso desde su silla de ruedas, siempre respetuoso con los rivales y la actuación arbitral.

Varo, un clásico del fútbol provincial, ahora en el Vícar, se fotografía con el ejidense. Varo, un clásico del fútbol provincial, ahora en el Vícar, se fotografía con el ejidense.

Varo, un clásico del fútbol provincial, ahora en el Vícar, se fotografía con el ejidense.

Hasta el momento, Isma y sus compañeros tienen al Poli Ejido en segunda posición. “Queremos subir esta temporada a División de Honor”, asegura ambicioso el segundo técnico ejidense. ¡Quién sabe si el área técnica del campo de Santa María del Águila no es el comienzo de una prometedora carrera en los banquillos! Todavía no tiene el título de entrenador, pero ya está mirando los requisito para sacárselo. “Mi objetivo es crecer en el mundo del fútbol. Ahora mismo sólo estoy centrando en el Poli Ejido, un club que se ha refundado y llevo en el corazón. Pero en el futuro quién sabe, ojalá pueda llegar a Tercera, Segunda B o la élite. Soy un entrenador joven y no me pongo barreras”. Y si las hubiera, Isma tiene vitalidad y gallardía de sobra para superarlas.

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