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Un cadáver desfila por Anduva (1-0)

  • El Almería sucumbe ante el fútbol industrial del Mirandés en uno de los feudos más propicios de la categoría Un solitario tanto de Díaz de Cerio tras aprovechar un error de Pellerano certifica la derrota

El segundo mejor visitante de la Liga no pudo con el cuarto peor local. Porque no saquemos las cosas de tiesto, el Mirandés es un equipo aguerrido, pero  ni de lejos el Bayern de Munich, y por mucho que el temor a Anduva se hiciera palpable en las declaraciones de los jugadores durante la semana, se trata de uno de los campos más propicios de la categoría para puntuar.  

Cuando la falta de actitud y de aptitud se unen, el resultado es nefasto. Eso le ocurrió ayer al Almería en Miranda, porque de nada sirve avisar sobre la peligrosidad del contrario si no se pone remedio para paliar la debacle. 

 

El conjunto burgalés, sin apenas contraer méritos salvo estar atento a los fallos del rival, tirando de ese fútbol industrial que preconiza Pouso, doblegó a todo un aspirante al ascenso, que dicho sea de paso no termina de creérselo.

 

Con un fútbol plano, sin intensidad ni mordiente alguna, el Almería, candidato a Primera, desfiló como un cadáver por el feudo de un rival con todas las papeletas para regresar a Segunda B, que con sus limitadas armas supo dejar en fuera de juego a los de Gracia.

 

El caso es que el arranque no invitaba al pesimismo. Los almerienses entraron bien al terreno de juego. Pallardó cubría la ausencia por sanción de Corona y la posesión del balón fue para los visitantes durante el primer periodo, si bien ese dominio del esférico no se vio correspondido con acercamientos al área rival.

 

Una parada de Goitia abajo tras disparo desde fuera del área de Iago Falque a los diez minutos fue casi la única ocasión entre los tres palos de todo el encuentro. El córner propiciado en esa acción iba a generar la mayor acción  de peligro en el área burgalesa cuando Verza botó el saque de esquina y Christian remachaba sin suerte en boca de gol un rechace de Goitia.

 

Todo parecía bien encaminado sin que el Almería fuese consciente de que estaba cayendo en la tela de araña urdida por Pouso, que invariablemente pasaba por hacerlos sucumbir en el anodino ritmo de juego local para neutralizar con ímpetu y oportunismo lo que no alcanza la cartera en el mes de agosto.

 

En ese escenario narcotizado de no temer al adversario porque ni tan siquiera llega a tus dominios, el Almería terminó cayendo en una trampa para gorriones, con apenas una migaja de pan como cebo.

 

Discurría la media hora de juego cuando sobrevino la catástrofe. Pellerano, otrora expeditivo y casi inexpugnable central, se hizo un lío con el balón en los pies al borde del área y encarado hacia su portería. En su duda entre despejar reventando la bola o cedérsela para su guardameta la dejó muerta para que Díaz de Cerio, ariete de los que saben buscarse las habichuelas, fusilase al meta avilesino agradeciendo el inesperado presente.

 

Nadie lo diría en ese momento a tenor de lo observado en el terreno de juego salvo el compañero Laynez, que acababa de espetar que a las primeras de cambio el Mirandés se adelantaría. No dispuso de ninguna ocasión más el cuadro de Pouso en el resto del partido. Lo grave es que el Almería tampoco. Y restaban 60 minutos, una hora de cabo a rabo, hasta la conclusión.

 

No hubo noticias de Gracia al descanso. El técnico pamplonica, parsimonioso en la lectura del partido y más lento aún en su capacidad de reacción, saltó con el mismo once al segundo periodo y nada mejoró. 

 

Poco cambió el escenario la entrada de Rubén Suárez a los 62 minutos de juego en lugar de Pallardó, que no recordará con mucha alegría su debut en el once titular rojiblanco. Que se echara en falta a Corona a domicilio en un partido a priori subterráneo lo dice todo...

 

Con la capacidad de reacción por los suelos y el Mirandés cómodo en su papel de aguardar al contrario y cazarlo en otro renuncio, el partido se convirtió en un tedio hilarante para el aficionado que sueña con la vuelta a Primera.

 

Los minutos avanzaban y el modo de intentar revertir la debacle empleado por Gracia fue dar entrada a Carlos Calvo por Christian, restando poderío aéreo para dar entrada a un teórico llegador que lleva varias jornadas lejos de su mejor momento de forma.

 

Merecedor de sufrir una penalización por falta de combatividad tal y como ocurre en balonmano, el Almería casi logra caer por una diferencia más abultada, pero el disparo lejano de Infante encontró una buena respuesta de Esteban y Díaz de Cerio remataba alto poco después cerca del punto de penalti. Así no se va a ninguna parte...

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