La Consulta del Especialista

El día de la marmota

  • Con el coronavirus no podemos bajar la guardia hasta que no haya una vacuna eficaz para evitar los rebrotes

Iniesta le da el puño a un rival para saludarlo evitando estrechar las manos por seguridad

Iniesta le da el puño a un rival para saludarlo evitando estrechar las manos por seguridad / Buddhika Weerasinghe / EFE (Kobe / Japón)

Estoy seguro que muchas personas que comiencen a leer este artículo no sabrán qué significa el término “el día de la marmota”. Tiene su razón de ser en una película de los 90 que protagonizó Bill Murray, que en España se titulo “Atrapado en el tiempo”. El protagonista da vida a un meteorólogo que va a un pueblo de la América profunda para grabar un programa de televisión. Allí vive la marmota Phil y la tradición dice que se puede predecir cuánto va a durar el invierno en función de cuando sale de hibernar dicha marmota. El tema es que, por algún tipo de hechizo, el susodicho meteorólogo se despierta cada día de la misma manera, y la jornada se desarrolla de forma idéntica, una y otra vez, siendo éste plenamente consciente de lo que sucede, y no pudiendo hacer nada por cambiarlo. Cada día ocurren las mismas cosas, lo revive un día sí y otro también.

Eso mismo parece que está sucediendo con los casos nuevos de COVID-19. Rebrotes y más rebrotes, y no sólo en España, sino en todo el mundo. Hoy se ha sabido que una parte de la provincia de Lérida, incluida su capital está confinada durante al menos 15 días. Nuevos casos de decenas de contagios en Galicia, Granada e incluso más cerca de nosotros, en Adra. En Italia comienzan a duplicarse los casos de contagio de forma alarmante en la región de Venecia. Parece que volvemos a vivir la pesadilla de marzo, todos encerrados y sobre todo con lo peor que uno puede tener ante una situación como ésta: incertidumbre.

¿Cuál es la causa de tanto rebrote?

Es lo que todo el mundo se pregunta y que todo el mundo conoce la respuesta: la imprudencia de las personas en forma de fiestas y celebraciones además de la movilidad y vuelta al trabajo. Pero hay tres situaciones que no se cumplen y que provocan esta cascada de nuevos casos: no hay distancia física adecuada entre las personas, no se usa la mascarilla y del gel ni se sabe.

Instragram o Facebook están llenas fotos de grupos de personas que celebran cualquier cosa: una comunión, un cumpleaños o simplemente no hay excusa para pegarse una fiesta. Los más dados a este postureo sin control son los más jóvenes pero los hay de todas las edades, en sitios abiertos donde hay menos riesgo o en lugares cerrados, donde la posibilidad de infectarse es muy superior. A eso le sumamos el uso por desgracia cada vez más extendido de cachimbas para los eventos sociales de los adolescentes, dan como resultado un contagio.

No olvidemos que las pipas de agua y el tabaco se han reconocido como transmisores potenciales de la enfermedad: la manipulación de la mascarilla y de los cigarrillos para fumar y que los dedos entren en contacto con los ojos y la boca; además la expulsión de microgotas al exhalar el humo puede hacer de vector contagioso tanto en las cachimbas como en los cigarrillos convencionales o en los vapers. Es por ello por lo que el Ministerio de Sanidad y la OMS han incidido en la necesidad de evitar fumar en ambientes sociales delante de otras personas, parece ser que sin mucho éxito.

Los jóvenes son los más despreocupados porque al parecer, esto no va con ellos, y se saltan las normas a la torera pensando que, ninguno de sus amigos, por el hecho de serlo, puede ser un portador asintomático. Otro ejemplo lo tenemos en las playas. A pesar de los vigilantes que hacen sus rondas a lo largo del litoral, hay grupos de personas juntos como piojos en costura, sin respetar los 2 metros preceptivos entre cada sombrilla y que hacen caso omiso a las pertinentes observaciones de los operarios. Somos los principales culpables al haber bajado la guardia y permitir que el virus comience a tener fuerza otra vez. En este momento hay pocos ingresos porque el número de nuevos infectados es aún bajo. Sin embargo, cuando el número de casos aumente y la carga viral se concentre, volveremos a tener noticias de ingresos hospitalarios y en UCI, ojalá esto no pase y no tengamos otro Día de la marmota.

Otras causas también responsables de este repunte en número de contagiados son los desplazamientos y la mayor movilidad, ya sea por tema laboral o simplemente por ocio. Movilidad implica mayor número de contactos con personas de otras localizaciones que a su vez, han tenido contacto con otras muchas. Esto es inevitable porque debemos recuperar nuestra vida de nuevo, dentro de las circunstancias que nos tocan, con preocupación pero sin miedo, con responsabilidad. Entra dentro de lo habitual pero debemos hacerlo como se nos ha marcado: distancia física entre personas, uso de mascarilla cuando no se pueda garantizar la distancia exigida de 1.5 metros y lavado frecuente de manos. Si todos siguiéramos esas recomendaciones, los rebrotes serían mucho más escasos. Hay que ser muy cuidadoso con los ascensores, deberemos usar mascarilla dentro sí o sí, en el caso que no vayamos solos. Yo personalmente evito los ascensores y uso las escaleras.

Lo que sí ha cambiado respecto a la situación que vivimos en febrero y marzo, es la manera de actuar. En cuanto se detecta un positivo comienza la tarea para rastrear y detectar los posibles contactos de esas personas, identificarlos, hacerles las pruebas oportunas y ponerlos en cuarentena. De esa manera se controla el brote, detectando al paciente 0, siguiendo todos los movimientos como si fueran círculos para identificar personas sospechosas que han podido ser contagiadas. En eso sí hemos mejorado y la propia población conoce los riesgos y solicitan realizarse las pruebas ante la más mínima duda.

No podemos bajar la guardia. Esto aún no ha terminado. No queremos despertarnos otra vez con las cifras de personas contagiadas, enfermas, en UCI o fallecidas. Otra vez no. De nosotros depende el vivir otra vez “El día de la marmota”. Sé responsable ahí fuera.

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