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Quien diga que lo esperaba, miente

  • Quien diga que se esperaba la situación actual en esta jornada, miente o soñaba despierto

  • Chapó por Fran, que aparte de sus conocimientos está sabiendo gestionar las emociones

Juan Carlos Real festeja subido a De la Hoz y Álvaro Giménez el 1-0 marcado por el cántabro.

Juan Carlos Real festeja subido a De la Hoz y Álvaro Giménez el 1-0 marcado por el cántabro. / rafael gonzález

El Reus fue un juguete en manos del Almería. Como si los catalanes fueran juveniles o los almerienses de Champions. Esa diferencia, de cabo a rabo, rompió con todo lo visto hasta ahora en una categoría tan igualada como La Liga 1|2|3. Y ahondando en la lógica, ni rastro de ese Reus tan peligroso, según sus números, lejos de su estadio. Una superioridad tan manifiesta solo se recuerda en algún choque del equipo de Emery que ascendió. Eso sí, se contaba con una plantilla confeccionada a golpe de talonario con varios internacionales. Por lo tanto, ¿a qué obedece la supremacía de un equipo que apenas se asomaba al área contraria en los partidos de pretemporada frente a conjuntos de su misma categoría? Y no solo en pretemporada, sino en los primeros choques de la presente campaña. Quien diga que se esperaba encontrar la situación actual en esta jornada, miente, o soñaba despierto. Quien diga que se esperaba encontrar en esta jornada a un equipo que presiona con no menos de ocho jugadores en campo contrario durante todo el encuentro, miente, o soñaba despierto. Quien diga que se esperaba encontrar en esta jornada a unos jugadores debutantes en la categoría que por momentos la dominan como el Brasil de los 70, miente, o soñaba despierto. Quien diga que se esperaba encontrar en esta jornada a un equipo tan conjuntado, miente, o soñaba despierto. En resumidas cuentas, quien diga que se esperaba que explotaran a la vez en Segunda, repito, a la vez, tantos debutantes y otros que especialmente no destacaron en esta categoría en anteriores campañas, miente, o soñaba despierto. Nadie puede adivinar el futuro y habrá que ver la evolución de los de Fran Fernández, pero en mis 40 años disfrutando de fútbol desde que con 10 primaveras presencié in situ el meteórico ascenso de la AD Almería, y tras casi 20 años de articulista semanal de la UD Almería, nunca presencié un fenómeno igual. Quizá lo más parecido fueron aquellos jugadores de la AD que se adaptaron sin problema a la Primera División, partiendo de Tercera División. Bueno, de aquella Tercera superior a la actual. Para un servidor sería fácil engancharse al carro del triunfalismo después de prever tanto sufrimiento para un equipo en teoría limitado, plagado de noveles y que tanto sufría al comienzo. Eso lo dejo para los cobardes, estómagos agradecidos y pelotas de turno. Desde estas líneas se previó lo peor y ahora, si se continúa al mismo nivel, se prevé competir con los mejores por cotas más altas. Ahora bien, al mismo nivel significa por ejemplo presionar al rival con varios jugadores en área contraria, como ocurrió en el minuto 75. Por lógica, tanta superioridad física le permite al jugador dos cosas: saber que un compañero está cerca en caso de error y, por ende, intentar lo que normalmente se prueba en un entrenamiento y no en un partido. De quien me vuelvo a acordar es de Fran Fernández. Sea como fuere, su mérito está ahí, pues aparte de sus conocimientos, comandar las emociones que sienten los chavales en estos momentos no es tarea fácil. ¡Chapó!, Fran.

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