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Un estadio singular

  • Un cinco estrellas, sede de la próxima final de la 'Champions', para un club que apenas arrastra afición

  • En las gradas retumban los gritos de los jugadores

Un estadio singular

Un estadio singular / lfp

Si el encuentro no tiene de por sí ya suficiente motivación, visitar un estadio cinco estrellas siempre es un extra. El Wanda Metropolitano es hoy por hoy el mejor de España, junto con el Camp Nou de Barcelona. Una instalacción moderna, remodelada para el Atlético de Madrid (era La Peineta, hecha para los JJOO que no se concedieron) y donde el Rayo Majadahonda juega de manera circunstancial.

Los majariegos disputan sus encuentros en el Cerro del Espino, donde el conjunto colchonero tiene su Ciudad Deportiva, pero al estar ésta en obras para adaptarse a las exigencias de la Liga de Fútbol Profesional, han movido sus pertenencias durante las primeras jornadas del campeonato liguero al Wanda Metropolitano. El estadio rebosa lujo por sus cuatro costados, no obstante ya ha sido designado como sede de la final de la Liga de Campeones de la presente temporada, aunque es cierto que el césped no está en las mejores condiciones, puesto que alberga partidos prácticamente todos los domingos, además de los europeos del conjunto atlético.

La inmensidad del graderío contrasta con la escasa cantidad de público que acude a los partidos del Rayo Majadahonda. El conjunto madrileño, un recién ascendido a la categoría de plata por primera vez en su historia, apenas cuenta con mil doscientos socios para esta campaña, aunque hasta ahora la entrada media ha rondado los cuatro mil quinientos aficionados. Esto quiere decir que han acudido más hinchas visitantes que locales a los encuentros del Wanda, puesto que ahora ahora el Rayo ha jugado ante cuatro históricos (Osasuna, Oviedo, Sporting y Mallorca) y el que menos gente arrastró: el Lugo. Contrastan los más de cinco mil aficionados ovetenses que se dieron cita hace unas semanas en el estadio del barrio de Canillejas, con los poco más de dos mil en total que asistieron al choque ante los lucenses.

Para un reciento que puede albergar a casi setenta mil personas, el hecho de que no acudan cinco mil de término medio provoca que se escuchen más los gritos de los jugadores que los cánticos de la afición. Va a ser, de esta forma, una sensación rara para los rojiblancos, que van a disfrutar de unos vestuarios y unas instalaciones de primera, pero que cuando salten al terreno de juego van a notar la falta de calor que transmiten las hinchadas. Va a contribuir a ello los pocos almerienses que se desplacen, puesto que la Unión Deportiva Almería tenía en su mano unas trescientas cincuenta entradas y devolvió más de doscientas a mitad de la semana. De esta manera, como también habrá quien la compre en la taquilla, amén de los compromisos de los jugadores, los rojiblancos estarán apoyados por en torno a trescientas personas.

Otra singularidad es que la afición rojiblanca verá el partido en el cuarto anfiteatro, pese a que el estadio estará prácticamente vacío. La Ley del Deporte provoca que ambas aficiones no estén sentadas al lado, para evitar cualquier tipo de violencia. Ni la majariega ni la almeriense lo son, pero la ley es la ley y el deber de la policía y la seguridad privada es velar porque no se produzcan altercados.

En este contexto, los rojiblancos tratarán de dar el salto a los puestos de ascensos. La provincia de Madrid no se le ha dado bien al Almería, que espera cambiar las estadísticas en su primera visita al Wanda.

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