fútbol

La jugadora más reglamentaria

  • Alejandra es árbitro los sábados y los domingos juega con su equipo, el Pavía

  • Ha sido asistente de Borbalán en torneos de cantera

Lleva la sonrisa tatuada en su cara, algo que no concuerda con el gesto de tensión que suelen mostran los árbitros durante los 90 minutos que dura un partido. Alejandra lo explica claramente: "Yo soy una persona alegre, divertida, pero saco el carácter y el genio cuando salto al césped". Y lo hace dos veces mínimo cada fin de semana, el sábado con la equipación arlequinada y el domingo con la colorida y hermosa, que difiere del negro luto con el que han vestido siempre los árbitros.

Se le iluminan más los ojos cuando coge las cartulinas y el silbato, que cuando le toca hacer pataíllas con el balón para el fotógrafo. Normal, esta almeriense de 16 años acumula ya varias temporadas como árbitro, mientras que va a cumplir su segunda como jugadora. Una cosa le llevó a la otra. Ella era de baloncesto, hasta que un buen día su amiga Ylenia le dijo que podrían probar como árbitros de fútbol. Así fue, se acercaron al Comité Técnico de Árbitros de Almería, donde los recibió Rafael [director] y Fernández Borbalán, al que no hace falta presentar. "Nos explicaron de maravilla todo lo que rodea al mundo del arbitraje, ellos quieren que crezca el fútbol femenino y lo están consiguiendo", recuerda con su habitual gesto sonriente, que no cambia cuando se le viene a la cabeza el primer partido que arbitró: "Fue de fútbol 7 en el Club de Natación, íbamos Ylenia y yo como asistentes. Tenía muchos nervios, pero fue una experiencia que me encantó".

Y tanto que le encantó. Temporada tras temporada, Alejandra se cogía su macuto, sus tarjetas y su silbato y se iba a arbitrar tanto partidos de cantera como algún choque de más calado, caso de partidos de la Segunda Andaluza Sénior Femenina.

Un fin de semana como otro cualquiera, Alejandra se marchaba hacia la caseta de vestuarios del Tito Pedro, cuando los técnicos allí presentes le propusieron que probara también como jugadora, vamos que estuviera en los dos lados de la barrera. No le disgustó la idea. A partir de ahí, dos pares de tenis y dos equipaciones siempre están metidas en su bolsa de deporte. Eso sí, el gen arbitral lo lleva metido incluso cuando se pone a regatear junto a la banda derecha. "Siempre les digo a mis compañeras que hay que respetar lo más posible al árbitro y que no hay que protestar, esto es un trabajo como otro cualquiera y puede haber errores, como todo en la vida. En el campo las cosas suceden muy deprisa y es dificilísimo tomar una decisión en tan poco tiempo", dice con mucha coherencia, además de desvelar que cuando acaba los partidos les analiza a sus compañeras algunas jugadas: "A veces mis compañeras me preguntan sobre algunas faltas o acciones del partido, creo que gracias a que soy arbitro, juego mejor porque evito caer en acciones antirreglamentarias".

El Colegio de Árbitros le pone todas las facilidades para que los fines de semana se los pase enteros en los campos. Eso sí, también tiene tiempo para estudiar y pensar en su futuro. "Las notas van muy bien, voy a entrar en Bachillerato. Quiero ser Guardia Civil y seguir con el fútbol, si había jugadores de Islandia que eran policías, ¿por qué no voy a poder serlo yo también?, dice la almeriense con la ambición de alguien que quiere llegar a la élite. Eso sí, lo que no tiene tan claro es si va a colgar antes el silbato o las botas: "Tengo el corazón partío, como Alejandro Sanz. Me encantan ambas cosas, pero es que llevo más años como árbitro...".

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