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La mente se les queda en blanco

  • Fallos en el saque y poca claridad en ataque condenan a Unicaja

Con la experiencia que tiene Piero Molducci, parece difícil que le ocurriera esto a Unicaja. Pero es que el italiano estaba extrañamente desquiciado desde los primeros sets, en los que los suyos comandaban el marcador con un contundente 2-0. El italiano, curtido en mil batallas, no quería que sus hombres bajaran la guardia en ningún momento porque desde la trinchera contraria había fuego a discreción pese a que la munición se les estaba acabando. Pero los ahorradores le dieron vida a su rival, pensaban que Ibiza iba a sacar la bandera blanca y resultó que fue una guerra de desgaste en la que los almerienses cayeron primero exhaustos.

Del medio centenar de personas que había ayer en el Moisés Ruiz nadie podía pensarse que los ibicencos iban a hacerse con el factor cancha. Es cierto que se les notaba una marcha por encima de los de Molducci, que tenían un plus más en la red, pero cuando Unicaja apretaba los dientes, los puntos iban cayendo con relativa facilidad y la ventaja bajaba a pasos acrecentados. Así cayó el primer set, así cayó el segundo set. Sobre todo por zona cuatro con Muñoz, donde los almerienses habían encontrado una mina, Ibiza tenía un escape de agua y se les estaba inundando el barco. Sin embargo, iban a ser capaces de sellar ése y todo los demás compartimentos.

Con 2-0 en el luminoso del Moisés Ruiz, Unicaja decidió tomarse un descanso. Es normal bajar el pistón una vez que te has puesto en clara franquicia, pero no está bien abandonar la sala de máquinas y el timón a la vez, porque una vez que te quedas a la deriva, no hay quien vuelva a coger la brújula para retomar la dirección del norte magnético. Gente tan segura como Bruque, Rocamora o Bugallo empezaron a fallar saque tras saque, mientras todo el juego de ataque se volcaba hacia Hage, al que sobre todo Saulo le tenía la moral comida. Le tocaba todos los balones, no había ni un solo remate limpio y los de Toni Gino empezaron a crecerse a base de contraataques. Así, el mando pasó a manos de Folgueras, que sin hacer ruido se hizo el dueño del partido, y la facilidad con la que construía las jugadas empezó a sacar de quicio a Molducci.

El italiano, que veía cómo el 2-2 caía a base de fallos en el saque y bloqueos a Hage, les cantó las cuarenta a los suyos en el banquillo y trató de dar un aire nuevo con la entrada de Jasim, Dus o Almansa. Pero el signo del partido había cambiado, la gráfica marcaba casi la quiebra ahorradora y los beneficios se multiplicaban para los amarillos.

Así se llegó al tie break. El desarrollo del partido trajó consigo el pesimismo a las gradas, pero los equipos grandes y expertos se crecen ante las adversidades. Unicaja, aunque estaba jugando bastante mal, todavía tenía balas en la recámara y quería aprovecharlas. Pero el disparador se encasquillo cuando Bruque se torció el tobillo con 11-11. Dus entró en el momento de máxima tensión, los almerienses se pusieron por delante 15-14 con un bloqueo de Bugallo, el mejor, pero las pocas ideas en ataque y el buen trabajo de Ibiza en la red, llevó a Hage y Rocamora a fallar los dos puntos decisivos. Derrota dolorosa. No hay tiempo para lamentarse porque eso sería fatal para la eliminatoria.

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