Opinión

Las preuvas, en la San Silvestre Vallecana

  • ¿Quien ofrece 10 kilómetros entre las faraónicas obras del Bernabéu y el jolgorio de Vallecas? Por supuesto, pasando por el acaudalado barrio de Salamanca, las históricas Puerta de Alcalá y fuentes de Cibeles y Neptuno, su señorial Paseo del Prado...

Salida de la San Silvestre el pasado día 31, oleada de las 17:45 en el Paseo de la Habana.

Salida de la San Silvestre el pasado día 31, oleada de las 17:45 en el Paseo de la Habana.

Madrid siempre será Madrid. Ni una pandemia puede restar un ápice de atracción a la capital en la que tantos españoles hemos dado el paso de la juventud a la madurez. Mi ciudad universitaria, la que fue mi casa durante cinco años y medio inigualables, estaba bella a rabia esta Navidad.

Salí de la puerta de mi Colegio Mayor, el Santa María de Europa, rumbo a Diario de Almería una tarde de octubre de 2007. La Plaza de España tenía la fuente en medio, el Calderón era el estadio del Atleti, el Edificio de Telefónica todavía no era un hotel, no se había estrenado todavía el Rey León en el Lope de Vega... Hasta yo tenía el ligamento cruzado de mi rodilla aún intacto. Era un Madrid igual de agradable y acogedor para todos los que somos de provincia, pero sin los retoques estéticos que día a día la mantienen en la vanguardia social, cultural y deportiva.

He vuelto continuamente, en mis vacaciones veraniegas me gusta perderme en el Camino de Santiago y cuando el calor ya no aprieta, pasear por el Madrid de los Austrias. Sin embargo, desde que estallara la pandemia no había podido ir a verla, tenía esa deuda con mi ciudad estudiantil y hace unos días la saldé. Uvas, pero en este caso en el Asador de Aranda en vez de en Sol, como en 2011. De la misma forma, llevaba años deseando correr la San Silvestre Vallecana y el día 31 la hice. Fabulosa. Ponerle un pero a esa carrera es una osadía. ¿Quien ofrece 10 kilómetros entre las faraónicas obras del Bernabéu y el jolgorio de Vallecas? Por supuesto, pasando por el acaudalado barrio de Salamanca, las históricas Puerta de Alcalá y fuentes de Cibeles y Neptuno, su señorial Paseo del Prado. Y al cruzar la meta (42 minutos, nada mal), a darle la bienvenida al nuevo año en uno de los templos gastronómicos de la capital.

Como mi tita Paqui, que está más delgada, más activa y con más vitalidad después de pasar el coronavirus hace un año, Madrid sale fuerte de ésta y es el santo y seña de la España que (esperemos que pronto) va a vencer a la COVID.

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