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Una veterana y sabia rectificación (1-1)

  • La entrada de Soriano permitió ganar balones entre líneas y meterle algo de miedo en el cuerpo al Valladolid. Portero y defensa, salvo en el penalti de Trujillo, se las vieron y se las desearon, pero frenaron al ataque local.

Las osadías suelen pagarse caras en la vida, aunque también está claro que para triunfar en el día a día hay que arriesgar. Lucas Alcaraz se debatía en diatriba de si seguir confiando en el mismo esquema que había comenzado a chirriar ante Celta, Elche y Recreativo, o engrarsarlo en el José Zorrilla con savia nueva procedente del filial. El partido, de importancia máxima, no iba a admitir ni un solo momento de dudas o desconcentración porque enfrente estaba el mejor ataque de la categoría, una línea de jugadores que ni tan siquiera necesitan estar inspirados para ser un vendaval que zota por las dos bandas.

La politica de supervivencia del Almería, que si le da para meterse en la promoción de ascenso es un logro que hay que saber valorar, obliga a  Alcaraz a tomar nota de los derechos de autor de Guardiola. Ángel Trujillo, un central que lleva cinco años en el filial, pero que no había debutado con el primer equipo, se puso delante del toro pucelano. Nadie se esperaba este debut con picadores y menos con la cuadrilla que le diseñó el técnico granadino por si había amenaza de cornada: Jakobsen actuó de de lateral izquierdo y frenó decentemente a Sisi, mientras que Juanma Ortiz pasó al extremo derecho. La intención, pensando que el hábil jugador pucelano iba a actuar por la izquierda, era echarle una mano a Rafita, pero Djukic metió por ahí a Jofre y le ganó el factor sorpresa.

El Valladolid fue mucho más rápido a la hora de enseñar sus cartas: los pucelanos se hicieron con el control de la zona ancha e hicieron correr a un Almería incómodo, pero sin argumentos para hacerse con el balón. Los rojiblancos demandaban alguien que fuera capaz de aguantar el esférico entre líneas y obligar a dar un paso atrás a los centrales locales.

Al salir tan fácil de atrás, la inercia fue metiendo al Valladolid en el área del Almería y el 1-0 cayó pronto, pero en una jugada desafortunada. Sería sencillo cargar las tintas contra Trujillo, por aquello de ser el debutante que cometió el penalti. Pero sería injusto. Momentos antes de su mano, tan descarada como desgraciada, cortó alguna contra local y luchó cuerpo a cuerpo sin amilanarse con el temible Javi Guerra. Sin embargo, a los 19 minutos como si del opuesto de Unicaja se tratase, sacó su mano a pasear al trastabillarse en el salto e impactó con el esférico. Otro se hunde, Trujillo trató de no hacerlo. Pero vio una tarjeta amarilla que obligó a Lucas Alcaraz a cambiarlo al descanso y, aunque esta frase es ventajista al estar escrita a posteriori, formó parte de la reacción que aupó al Almería.

Fernando Soriano saltó  con media parte por delante. El Almería no podía seguir corriendo como lo estaba haciendo detrás del balón, mostrándose romo arriba. El Valladolid, que se gustaba y llegó a creerse que iba a ser pan comido, se atragantó a los cuatro minutos de la reanudación. Como hacía antaño, el maño bajó un balón en tierra de nadie y lo convirtió en una acción de gol que Ulloa convirtió en el 1-1. Una conexión tan frecuente hace unas semanas y que ahora necesita el Almería como agua de mayo. La presencia de Soriano obligó a meter las ovejas en su corral a los de Djukic momentáneamente. Pero a los rojiblancos les entraron las dudas. ¿Qué hacer? ¿Buscar contras o ir a meterle mano a su rival? Alcaraz optó por la paciencia y, falta a falta, algunas de ellas muy discutibles, Sureda Cuenca recomendó al Almería guardar la ropa.

Si la veteranía de Soriano permitó al equipo empatar, Santi Acasiete y Esteban fomaron un escudo infranqueable que iba a desmoralizar a las tropas castellanas.  El meta ya le había sacado un remate a bocajarro a Jofre en la primera parte y en la segunda le ganó la partida a todos los atacantes locales. Además, la suerte le hizo un guiño en un disparo que despejó y se estrelló en la madera. Justo antes de que el árbitro se echara el silbato a la boca, Acasiete se lanzó bravamente a los pies de Bueno cuando iba a encañonar a boca jarro. El sufrimiento final fue de órdago, pero el Almería sigue encabezonado en hacer algo grande con una plantilla corta.

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