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A vueltas con el pesimismo almeriense

  • En la misma jornada del curso pasado también se llevaban 39 puntos y se logró la salvación, ¿por qué no en este?

  • Desconozco la misteriosa razón por la que se cuenta con Juan Muñoz

La incidencia de Juan Muñoz en el juego ofensivo del Almería fue muy escasa, por no decir nula.

La incidencia de Juan Muñoz en el juego ofensivo del Almería fue muy escasa, por no decir nula. / JAVIER ALONSO

Desde estas líneas quisiera levantar el ánimo de quienes tras el empate han sacado a relucir el intrínseco pesimismo almeriense. Si por él fuera, en estos momentos el conjunto rojiblanco estaría compitiendo en la antiguamente denominada Regional Preferente. Una cosa es advertir del peligro con estadísticas en mano, como recientemente indiqué, pese a la pésima interpretación de quien opina sin leer el contenido, y otra es ser agorero sin más. Año tras año circula por los mentideros futbolísticos de Almería la negra sentencia, la que anuncia el descenso irremediable a Segunda B y, de paso, la desaparición del fútbol en Almería, como si en esta cuidad nunca se hubiera competido en la categoría de bronce, fuera la referida Segunda B o la Tercera División. La situación actual es complicada, pero no peor que la de otras campañas. La última racha ha terminado por dilapidar la ventaja adquirida, pero el fútbol se alimenta del presente, y este dice que la Unión Deportiva está viva. Si se analizan en conjunto los dos últimos choques, en Cádiz y ante el Albacete, el saldo numérico es escaso, aunque se lograron dos valiosos puntos; sin embargo las sensaciones transmitidas por el equipo de Lucas Alcaraz, con todas sus deficiencias y ausencias por lesión, fueron las de un colectivo vivo, comprometido, que desactivó al Cádiz y que arrinconó al Albacete durante toda la segunda mitad. Eso sí, con más corazón que cabeza, pero por esa misma razón se continúa sufriendo. El siguiente choque es en Zaragoza; hay quien dará por perdido ese partido, sin darse cuenta de que las diferencias en esta categoría son mínimas, y tan fácil o difícil es jugar en Zaragoza, al que se goleó en el Mediterráneo, como frente al Sevilla Atlético o Lorca (que se lo pregunten al Granada y al Alcorcón). El calendario que resta no es malo del todo, pero al fin y al cabo todo dependerá de cómo esté un equipo que no se puede permitir ciertos lujos, como el de apostar de inicio por Juan Muñoz.

Desconozco la misteriosa razón por la que de repente se cuenta con el ariete sevillano, un auténtico cero a la izquierda en la delantera. Igual a algún lumbreras se le ocurrió que Muñoz era la solución a los males y Lucas Alcaraz recogió el guante. Me extraña, porque el técnico nazarí es de los que tienen el culo pelado, parafraseando al malogrado Luis Aragonés. Al final la lógica se impuso y Caballero, con sus limitaciones, sembró el peligro en el área visitante. También Hicham fue de menos a más. Curiosamente el hispano-marroquí se desenvuelve mejor sin Juan Muñoz, quizá porque Hicham sea un delantero correoso que necesita un compañero que fije a los centrales, y no uno que sea un mero acompañante de sus contrarios. La vuelta de Tino siempre será bien recibida en una categoría donde la correcta ejecución del balón parado otorga un plus, a veces decisivo. Por cierto, en misma jornada de la pasada temporada, también se contaban con 39 puntos, en este caso en descenso, y se logró la permanencia. ¿Por qué no en esta campaña?

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