Trabajadores de Abengoa en la sede corporativa de Sevilla.

Trabajadores de Abengoa en la sede corporativa de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

 Los accionistas de Abengoa vivieron ayer una jornada convulsa desde que este diario, de madrugada, desvelase que Marcos de Quinto, Ignacio Trillo y algunos de los fundadores de Abengoashares considerasen que había un acuerdo con los acreedores y la dirección destituida en Abengoa S. A., que sigue al frente del grupo como consejo de administración de Abenewco 1.

La noticia, y la posterior confirmación en un comunicado de Abengoashares, provocó una auténtica avalancha de descontento con lo pactado y con las prisas para que se firmase de inmediato.

La oferta se convirtió en un pacto de la discordia entre los accionistas, unos propietarios  que con su unión y organización hicieron historia en noviembre al hacerse con la mayoría del accionariado y destituir al consejo de administración de una cotizada.

Solo un ardid legal utilizado por el presidente destituido, Gonzalo Urquijo, que impidió votar al consejo alternativo propuesto que debía presidir Marcos de Quinto alegando defectos formales, impidió que esos accionistas tomasen el control del grupo y trasladasen a Abenewco 1 la destitución de Urquijo y sus consejeros.

Tras unas horas de fuerte división y medidas autoritarias por parte de la mayoría del grupo gestor que había votado pactar la oferta, la situación se recondujo.

Antonio Gabriel Gómez, fundador de Abengoshares y apodado Laska, que ha actuado todos estos meses de líder natural de los accionistas rebelados, reconsideró la situación creada por el fuerte rechazo de los accionistas y tras consultar con el letrado que les ha representado ante los juzgados mercantiles de Sevilla, Juan Ignacio Navas, quien por cierto se negó a firmar nada porque alegó que no tenía poderes para hacerlo.

Fue a partir de entonces cuando empezó a reconducirse la situación de discordia. Laska cumplió su compromiso de entregar el documento del pacto con el Santander y con Urquijo.

Además, cambió la forma de considerar ese documento, que pasó a denominar acuerdo de intenciones, reconociendo que no vincula a ningún accionista de forma individual y que nadie de Abengoashares iba a comprometerse a cumplirlo con una firma, al menos de momento y no antes de que se vuelva a ganar la junta general de accionistas convocada para el 21 o 22 de diciembre, en función del quorum  que se logre el lunes próximo.

Laska dio una serie de explicaciones sobre los 60.000.000 de PIVs (Participaciones en el Incremento del Valor) y de los efectos económicos de convertir las acciones.

Con los ánimos más calmados, la unión se ha ido recuperando. Para ello fue vital que se mantenga la hoja de ruta de ganar la junta de accionistas, y a partir de ese momento, con información veraz, decidir si se acepta la oferta o se opta por gobernar el grupo. No se precisa si con De Quinto al frente o no en ese caso.

La oferta transformada en acuerdo de intenciones ahora deja muchas incógnitas, porque depende de unos futuribles imposibles de garantizar. Y la desconfianza que tienen en la forma de gestionar de Urquijo hacia los accionistas las acrecienta.

Pero sobre todo la oferta busca a toda costa ejecutar el acuerdo de rescate antes del 31 de diciembre, provocando la ruptura societaria del grupo y que la matriz cotizada, que está en preconcurso, no se salve.

Y ésa es la mayor de las incógnitas, porque no se sabe cómo se ejecutará el contrato del rescate firmado el 6 de agosto sin la participación de la Junta de Andalucía, que sigue rechazando aportar 20 millones de euros (ayer lo dijo de nuevo Elías Bendodo, consejero de la presidencia). Que  el Ejecutivo andaluz participe es, además, una condición que exige el Gobierno central para mantenerse en la operación, en la que aporta 476 millones de los 550 que se movilizan entre préstamos y avales, sin los que no se garantizaría la refinanciación que Urquijo dice que es perentoria mientras paga al día las nóminas y a algunos proveedores con deuda vencida.

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