Economía

¿Réquiem de Blackrock por la globalización?

Larry Fink, presidente y CEO de Blackrock.

Larry Fink, presidente y CEO de Blackrock. / Peter Foley · Efe

La economía global ha soportado en apenas dos años dos sacudidas  con la capacidad de generar una  crisis económica mundial: una pandemia que prácticamente  paró al planeta y una guerra en Europa. Al contrario que en otros momentos históricos, la consecución del segundo evento sobre el primero no ha cancelado las consecuencias negativas del anterior, sino que ha venido para hacer más profundos los problemas que ya acuciaban al mundo desarrollado y que resumen en dos palabras: alta inflación. En este contexto de inestabilidad emerge la influencia de los grandes fondos de inversión, que constituyen casi un nuevo poder económico.

A finales de la semana pasada,  la mayor gestora de activos del mundo, Blackrock, demostró cuán grande se está haciendo esta influencia.

Larry Fink, el principal ejecutivo Blackrock remitió el pasado jueves la carta anual que escribe a los accionistas de la gestora y, en ella, vaticinó que la invasión rusa de Ucrania frenará la globalización y previó consecuencias como la aceleración de las energías verdes a largo plazo y el mayor uso de las monedas digitales.

En realidad, hay que preguntarse si el mayor gestor de activos financieros estaba cantando un réquiem por la globalización incluso antes de que un cambio como ése tome forma con decisiones de gobiernos y reguladores.

Fink desplegó todo su poder de influencia al afirmar en su carta que las consecuencias de una guerra en el Este de Europa, sumadas a las de la pandemia, supondrán un “punto de inflexión en el orden mundial de la geopolítica, las tendencias macroeconómicas y los mercados de capital”.

Y es que desde Blackrock no se duda de que la “agresión de Rusia” a Ucrania y su “desacoplamiento” de la economía global hará que gobiernos y empresas de todo el mundo revisen las “dependencias” y las improntas de sus cadenas de suministro, profundizando en una tendencia iniciada durante la pandemia de Covid-19, les explicó Fink a los inversores.

Tanto que afirmó sin tapujos que la guerra “ha puesto fin a la globalización que habíamos experimentado en las últimas tres décadas”, para añadir que ese efecto se produce en medio de la “polarización y el comportamiento extremista” de la sociedad, fomentados por la pandemia, que provocó aislamiento.

También la extensa carta de Fink adelanta que el sector de la energía va a sufrir potentes cambios. Así, Blackrock anticipa que, en una primera fase, “inevitablemente se ralentizará el progreso hacia la meta de cero emisiones”, dado que en Estados Unidos está aumentando su producción de petróleo y gas, mientras que Europa y Asia podrían incrementar su consumo de carbón.

Pero el influyente el ejecutivo cree el efecto con una visión de largo plazo será que se “acelere el giro hacia las fuentes de energía más verdes en muchas partes del mundo”, puesto que se va a buscar “la seguridad energética”, lo que fomentará que países sin reservas de combustibles fósiles apuesten por “invertir en energía eólica y solar”, además de en otras fuentes renovables.

No es el único cambio que anticipa. Fink comparte con los inversores de Blackrock su reflexión sobre una cuestión “menos abordada”, el uso de las monedas digitales. La gestora, admite, está “estudiando” las diferentes criptomonedas, monedas estables (respaldadas por criptomonedas, dinero  fíat –por decreto– o materias primas) y sus tecnologías.

“Un sistema de pagos digital global, diseñado con esmero, puede mejorar los pagos de transacciones internacionales a la vez que reduce el riesgo de blanqueo de dinero y corrupción. Las divisas digitales también pueden ayudar a rebajar el coste de pagos transfronterizos, por ejemplo cuando los trabajadores expatriados envían sus ganancias a sus familias”, opina Fink.

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