La compañía estadounidense Boeing valoró ayer en 1.000 millones de dólares el incremento de los costes de producción de su modelo 737 MAX, inmerso en una serie de pruebas para la actualización de su software, como consecuencia de dos accidentes con cientos de muertos.
En los resultados del primer trimestre, Boeing anunció unos beneficios de 2.149 millones de dólares, lo que supone un 13% menos que en el mismo periodo de 2018, lastrado por las prohibiciones de los vuelos de aviones Boeing 737 Max 8 y 9 en todo el planeta, incluido EEUU, siempre dispuesto a proteger a la empresa.
Además, sus ingresos trimestrales también cayeron un 2% de los 23.382 registrados entre enero y marzo de 2018 hasta los 22.917 millones de dólares del mismo periodo de este año.
Boeing informó, además, de que su beneficio neto por acción entre enero y marzo pasados fue de 3,75 dólares, un 10% menos que los 4,15 dólares que obtuvo en los tres primeros meses el año anterior. La compañía aseguró que estos resultados reflejan las "menores entregas de modelos 737", aunque precisa que se vio "parcialmente compensado por un mayor volumen en defensa y servicios".
La compañía insistió en que "Boeing está haciendo un progreso constante en el camino hacia una certificación final para una actualización de software para el 737 MAX, con más de 135 vuelos de prueba y producción de la actualización de software completa". Sorprendentemente, Wall Street acogió bien los resultados en la jornada de ayer.
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