Análisis

Fernando Faces

Inflación: la buena, la mala y la fea

La buena es consecuencia de un aumento de la demanda; la mala, de la insuficiencia de la oferta, y la fea proviene de una u otra o de ambas y se convierte en permanente y estructural

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde.

La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde. / Armando Babani (EFE)

Recientemente, Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) clasificaba la inflación en buena, mala y fea, emulando el título de la película de Sergio Leone. La inflación buena es aquella que se produce como consecuencia de un aumento de la demanda que lleva a la economía a alcanzar su máximo potencial de crecimiento y empleo, con la inflación anclada cerca del objetivo del BCE del 2%. La inflación mala es aquella que proviene de la insuficiencia de la oferta como consecuencia de la subida de la subida de los costes de los factores de producción, de los precios de las materias primas o del deficiente funcionamiento de la cadena de suministro, permaneciendo la inflación anclada en torno al 2%. La inflación fea es aquella que proviniendo de la oferta o de la demanda, o de ambas a la vez, se generaliza a todos los bienes y a través de la espiral precios-salarios ancla y enraíza las expectativas de inflación, convirtiéndose en permanente y estructural. Esta última es la peor y la más difícil de erradicar.

La inflación mala puede diluirse y desaparecer a medida que se van reduciendo las rigideces de la oferta productiva o anclarse y permanecer mutando en inflación fea. Ante su supuesta transitoriedad la tentación es no actuar con una prematura política monetaria de retirada de la liquidez y subida de tipos de interés. Por dos razones: la primera es que una actuación abrupta por parte del Banco Central podría abortar la recuperación y dar lugar a un escenario de insuficiente demanda y desempleo. La segunda es que la política monetaria es muy poco eficaz para combatir las causas externas como el incremento del precio de la energía o la ruptura de la cadena de suministro. La Inflación mala es la que actualmente azota a la Unión Europea. Ante su supuesta transitoriedad el BCE ha decidido no actuar por el momento. Aunque ha reconocido que está siendo más profunda y alargada que lo previsto inicialmente. Según Fabio Panetta el BCE deberá actuar, con decisión y contundencia, subiendo los tipos de interés y retirando la liquidez, solo en el caso de que la inflación mala mute en inflación fea, como consecuencia de la traslación de precios a salarios y el anclaje de las expectativas de inflación. Según la presidenta del BCE, Christine Lagarde, y una mayoría de miembros del Comité Ejecutivo del BCE, una actuación prematura tendría muchos más riesgos que esperar y ver.

Mutación de criterios

No cabe la menor duda que los dirigentes de los bancos centrales están inmersos en un proceso de mutación y transformación de sus criterios de decisión. En tan solo una década, tras una crisis deflacionaria como la del 2008, han pasado del temor a la inflación al miedo a la deflación. Esta fue la razón por la que recientemente cambiaron la estrategia de reacción ante una situación inflacionaria : de perseguir un objetivo fijo de inflación, cerca pero por debajo del 2%, ,en cada momento y a corto plazo, se ha pasado a alcanzar un objetivo de inflación a medio plazo entorno al 2%. Pudiendo sobrepasarlo ,o quedar por debajo, durante un amplio periodo de tiempo, siempre que las expectativas de inflación estén ancladas en el medio plazo, sin que necesariamente haya que subir o bajar los tipos de interés. Esta nueva definición da más holgura y una mayor discrecionalidad al Consejo de Gobierno del BCE en la gestión de los tiempos de la política monetaria. Pero al mismo tiempo carga a los bancos centrales con la responsabilidad política de las decisiones y sus impactos positivos o negativos, pudiendo mermar su credibilidad e independencia. En la anterior estrategia, cuando la inflación alcanzaba o superaba el 2% el Banco Central estaba obligado a subir inmediatamente los tipos de interés y retirar la liquidez, en cumplimiento de su mandato estatutario.

Independientemente del costo de la decisión en términos de destrucción de empleo y crecimiento. En la nueva definición de la estrategia son los bancos centrales los que deciden si es necesario o no la intervención y también el momento. La responsabilidad política del éxito o fracaso y del costo económico y social recae sobre él propio Banco Central. En estas circunstancias la tendencia de los dirigentes de los bancos centrales es la de ganar tiempo y posponer la decisión hasta estar totalmente seguros, con el riesgo de que ya sea tarde. El problema es que si el pronóstico de transitoriedad no es acertado y nos enfrentamos a una inflación que es permanente y estructural, cada día de retraso en las decisiones implica una inflación más enraizada, profunda y elevada, que exigirá actuaciones más abruptas de subida de los tipos de interés y retirada de liquidez y que tendrán un mayor coste en términos de destrucción de crecimiento y empleo. Cuando más tarde se reaccione, peor.

Palomas y halcones

En el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo los miembros partidarios de ver y esperar hasta que la recuperación esté asegurada (palomas) predominan sobre los que son partidarios de actuar ya contundentemente (halcones). En el Consejo de Gobierno del 16 de diciembre volverán a reflexionar sobre la actual estrategia. El programa de inyección de liquidez de emergencia (PEPP) vence en marzo. Por las declaraciones efectuadas por la presidenta Christine Lagarde está claro que el BCE prioriza la recuperación sobre la inflación, y que no iniciará la subida de tipos de interés hasta que hayan reducido y normalizado las inyecciones de liquidez a través de la compra de deuda. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) va por delante del BCE en la previsión de endurecimiento de las condiciones financieras, ante una inflación (6,2%), más alta que la europea (4,1%). En las próximas semanas la Fed empezará con la reducción de las inyecciones de liquidez(tapering), aunque la subida de tipos de interés no se espera hasta el segundo semestre de 2022, o incluso más tarde. Las expectativas de que la Fed empezará la subida de tipos de interés antes que el BCE está revalorizando el dólar con respecto al euro. Lo cual frenará las exportaciones y el crecimiento de Estados Unidos y moderará su inflación. En la Eurozona se producirá el efecto contrario. Los mercados financieros están ansiosos y ávidos de certidumbre al comprobar que la supuesta transitoriedad de la inflación es cada vez más cuestionable, a medida que pasa el tiempo y las expectativas de inflación se anclan. La credibilidad del BCE se está resintiendo .Todo en la vida es transitorio, pero su transcendencia e impacto depende de la duración y profundidad de la transitoriedad.

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