Tribuna Económica

carmen lópez

Notre dame y Europa

Muchos han sido los artículos que se están escribiendo sobre Notre Dame desde que el pasado lunes la invadieran las llamas. Nos hemos enterado con ellos de los detalles del incendio, de su historia, de su importancia cultural o de las donaciones y campañas de crowdfunding iniciadas para sufragar su reconstrucción. Pero también muchos han resaltado el carácter simbólico de este desolador suceso: de que su ruina sea una advertencia del peligro de la ruina de Europa: hay que volver a levantar la catedral al igual que hay que revitalizar nuestro proyecto de convivencia. Lo reclama muy bien Bernard-Henri Lévy en su Oda a Nuestra Señora de Europa: "Espero que el sacrificio de Notre Dame despierte las conciencias dormidas", que a través de este desastre la gente se dé cuenta de que "Europa es Notre Dame en grande".

Ahora los dos proyectos quedan encarnados en el presidente francés, Enmanuelle Macron. El mismo lunes por la noche se comprometía con Notre Dame en un emotivo discurso: "Esta noche os lo digo solemnemente: esta catedral será reconstruida por todos nosotros juntos". Apelaba a la unidad para reconstruirla como ha apelado como nadie estos últimos años a la unidad para reconstruir Europa. El legado europeo es demasiado importante para perderlo y Macron lo dijo claro desde que llegó a la presidencia: "No se puede ser tímidamente europeo".

Y hace algo más de un mes, ante la proximidad de las elecciones europeas, volvió a hacer un llamamiento para refundar Europa. En su artículo Renacimiento Europeo propone numerosas iniciativas para los tres campos de actuación fundamentales: la libertad, la protección y la recuperación del espíritu del progreso. "No podemos dejar que los nacionalistas sin propuestas exploten la rabia de los pueblos. No podemos ser los sonámbulos de una Europa lánguida. No podemos estancarnos en la rutina y el encantamiento."

El destino ha querido que el inicio del fuego coincidiera -¡qué casualidad!- con la reunión que tenía Macron con los chalecos amarillos, movimiento que le ha puesto contra las cuerdas y que condensa los dos problemas claves que él ha identificado -desigualdad y cambio climático- para recuperar el espíritu del progreso. El aumento del precio de los carburantes como forma de reducir las emisiones de CO2 motivaron las protestas iniciales de los chalecos amarillos -¿los que no llegan a final de mes son los que tienen que frenar el cambio climático?- aunque luego derivaron a reivindicaciones más amplias relativas sobre todo a la desigualdad social.

La portada de la revista satírica Charlie Hebdo reflejó inmediatamente un paralelismo entre el incendio de la catedral y las medidas que iba a anunciar en ese encuentro que podían incendiar Francia. Aunque el fuego y las revueltas se han desarrollado allí, la necesidad de redefinir nuestro modelo de sociedad -resolviendo éstas y otras muchas cuestiones referentes a la libertad y seguridad- no es exclusiva de ellos. Poner ladrillos físicos es fácil. Para recuperar Notre Dame sólo son necesarios tiempo y dinero. La dificultad estriba en colocar los ladrillos adecuados que permitan seguir construyendo el alma de Europa.

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