El adiós a José Moya | Un modelo para el empresariado andaluz

Persán, un líder industrial en cifras de negocio récord

  • Como refundador junto a su mujer, Concha Yoldi, de la empresa sevillana, José Moya lega un imperio en expansión con fábricas en España, Polonia y Francia

José Moya Sanabria, junto a Antonio Somé, consejero delegado de Persán.

José Moya Sanabria, junto a Antonio Somé, consejero delegado de Persán. / M. G.

Persán cerró 2020 con una cifra de negocio récord: superó por primera vez en su historia los 400 millones de facturación. Ese dato define a las claras el legado industrial que José Moya Sanabria (Sevilla, 1953 - Pamplona, 2021) deja tras casi tres decenios al frente de la empresa familiar,  que a punto de cumplir 80 años es hoy una multinacional andaluza convertida en líder en Europa en su sector de los detergentes y el cuidado personal que da empleo a más de dos mil trabajadores y tiene fábricas en España, Polonia y Francia.

Cuando José Moya y Concha Yoldi, su mujer y nieta de uno de los fundadores de la empresa, dieron el paso para asumir el liderazgo de la tercera generación que gestionaba Persán, la compañía vivía un momento crítico.  España encaraba la recesión que llegó tras el año triunfal de 1992, en el que coincidieron la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona, y Persán vivía su propia crisis.

En 1989 falleció el último de los fundadores de la compañía, que siempre habían estado al frente de la misma, y como e propio Moya relató en 2006 en un entrevista con este diario, “hubo un paso dramático a la segunda generación”.

En aquella crisis de los 90 del siglo pasado, el capital de Persán estaba atomizado –el matrimonio Moya Yoldi poseía sólo el 2%– y tenía una deuda considerable, hasta el punto de que la banca instaba a la declaración de suspensión de pagos. Esa situación produjo la división de los socios entre los que creían posible la supervivencia y continuidad del negocio y los que no . Pepe Moya y Concha Yoldi –que nació en la fábrica– no sólo estaban entre los primeros, sino que se atrevieron a hacer realidad lo que habían aprendido en la Universidad, que es el riesgo el que justifica el beneficio empresarial. Y se arriesgaron a avalar una póliza de crédito que permitió que Persán no cerrase.

Moya creía entonces y ha demostrado hasta su muerte que la empresa tenía mimbres de futuro: talento y tecnología.

Ciertamente, el empresario estaba muy orgulloso del equipo ejecutivo que dirige el día a día de la compañía, integrado por el consejero delegado, Antonio Somé –hijo de un empleado histórico y persona muy próxima al fallecido presidente–, y dos vicepresidentes ejecutivos Javier y Juan Moya Yoldi, sus hijos menores, que ya integran la cuarta generación familiar de la compañía. 

También siguió haciendo de la innovación santo y seña de Persán, que cuenta con avances en su dilatada historia como el jabón en escamas Saquito, el jabón sintético en pastilla, Flota, o las pastillas para lavadora, Puntomatic.

Esa refundación de Persán por parte de Moya Sanabria inició pronto un camino de éxito. Si en 1994 la empresa perdía más de tres millones de euros (500 millones de pesetas de entonces), al año ya tuvo un beneficio superior a los 600.000 euros (cien millones de pesetas).

Fue visionario en una de sus apuestas:crecer como fabricante de detergentes de marca blanca, tanto para los grandes de la distribución tanto en España –Mercadona, Carrefour, Alcampo, Dia,– como en Europa –Tesco, Système U, Delhaize o Asda (propiedad del Walmart), entre otros– e incluso con fabricantes de producto como Unilever.

Mención especial merece la relación con Mercadona, que llegó a capitalizar el 60% del negocio de Persán, cuando ésta era su interproveedor de la gama de productos para lavar ropa.

El cambio de modelo de la empresa que preside Juan Roig de interproveedores a proveedores especialistas, categoría en la que permanece Persán, no fue traumática como en otros casos.

Todo lo contrario, la empresa presidida hasta ayer por José Moya Sanabria supo seguir creciendo, tejiendo nuevas alianzas hasta convertirse en un imperio. Un a compañía de gran solidez, líder del sector en Europa, en la que el I+D ha sido también una constante.

Entre los hitos de esta etapa está que en 2019 logró ser el fabricante del detergente de la marca propia de Amazon, el gigante del comercio electrónico.

Además de mantener la tradición innovadora de Persán, Moya también impulsó como clave del éxito la internacionalización, que no sólo le ha permitido fabricar para vender en otros países del continente, sino que en los últimos años ha dado el salto a producir también con fábricas propias en otros países.

Primero en Polonia, donde adquirió E&S, formalmente en 2019, aunque la compra partía de una alianza que venía desde 2015. Recientemente anunció que va a sustituir su planta polaca por una nueva, para la que ya ha adquirido el suelo.

Y desde septiembre, también en Francia, donde está repitiendo la fórmula. Presentada como una alianza con Unilever para relanzar la marca Sun, lo cierto es que Persán ha adquirido  –según datos de Picthbook– en el último cuatrimestre de 2020 a este grupo, con el que lleva colaborando más de un decenio, una fábrica especializada desde 1984 en la producción de polvos, tabletas y aditivos para lavavajillas de la citada marca en Saint-Vulbas, localidad ubicada en el departamento de Ain.

Es la última gran operación bajo la presidencia de Pepe Moya, que persigue convertir esa fábrica del noreste francés en un centro de excelencia en el sector en Europa, aumentando el volumen de producción y mejorando su competitividad. Con ella creará el tercer polo de fabricación para Persán, junto al polaco y el de Sevilla, donde también están en marcha planes de expansión y modernización de la planta del Polígono El Pino.

José Moya Sanabria deja, pues, un legado en forma  de compañía líder y en cifras de negocio récord, que espera mantener en este 2021, año del 80º aniversario, con una facturación que prevé superar los 500 millones de euros.

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