José María O'Kean

Catedrático de Economía de la Universidad Pablo de Olavide

Productividad y salarios

España ha ganado competitividad por la moderación de los sueldos y los precios Ahora que estos dos factores están al alza, el país puede perder terreno si no aumenta la productividad

Un camarero se dispone a servir varios platos

Un camarero se dispone a servir varios platos / Archivo

La productividad, la productividad…, este es el mantra económico de nuestros días. Mejorar la productividad parece ser la clave para el crecimiento económico, para la creación de empleo, para la mejora de los salarios y para poder alcanzar así un mayor nivel de renta por habitante y de bienestar. Sin embargo, nadie nos dice cómo mejorar la productividad.

Para unos consiste en invertir más en I+D, otros opinan que es cuestión de esfuerzo y aconsejan subir los salarios para que los trabajadores se esfuercen más. Finalmente, para otros, hay que perseguir una organización empresarial más eficiente.

La realidad que nos obliga a obsesionarnos con la mejora de la productividad es la apertura de las economías en la era de la globalización y principalmente en las economías de la UE. Alrededor del 40% de lo que compran estos países lo importan de otras economías y una cifra similar de lo que producen lo exportan. Ningún área comercial es tan abierta.

Por ello, dependemos de los demás y ellos de nosotros. Los que consiguen triunfar en este intercambio son los más competitivos. Exportan más de lo que importan. Los consumidores nacionales y los extranjeros prefieren sus productos porque son más baratos o porque son mejores. Son economías más solidas que viven sin endeudarse y mantienen un empleo más estable y a veces mejor retribuido.

Maneras de ser competitivo

Pero no siempre ser competitivos implica unos salarios más elevados y un mayor nivel de renta por habitante.Se puede ganar competitividad de cuatro maneras diferentes. Devaluar la moneda respecto a los países con los que se compite es la manera más sencilla de hacerlo. Es rápida y aminora los costes sociales del ajuste de economías con fuertes y persistentes déficits en la cuenta corriente. El déficit comercial constante requiere un endeudamiento exterior insostenible o la la pérdida completa de divisas con la que se sostiene el tipo de cambio. Pero devaluar la moneda encarece las importaciones y por ello suele disparar la inflación y multiplica la deuda externa. Es evidente que esta no es una opción para los países de la Eurozona con una moneda única. En la crisis financiera pasada países como Grecia, Portugal, Irlanda, Italia o España, no pudieron tomar este camino y tuvieron que ganar competitividad de otra manera, con sacrificio social.

La segunda manera de ganar competitividad es bajar los costes de producción y principalmente los costes salariales. Si no bajan los salarios, al menos hay que conseguir que estos costes suban menos que los de los países con los que se compite. Es evidente que esta ha sido la manera de ganar competitividad de la mayoría de los países citados, incluido el nuestro. Evidentemente, esta mejora de la competitividad no impulsa incrementos de renta por habitante y suele provocar una mayor desigualdad, dado que hay rentas mixtas y de capital que siguen subiendo.

Con un tercio de la fuerza laboral con contrato temporal es muy difícil avanzar

Relacionado con los costes de producción están los precios de los bienes. Si los precios se moderan más que los precios de los países con los que se compite, se gana competitividad. Los precios se moderan con la bajada de los costes salariales, pero también con la reducción de márgenes empresariales, los impuestos a la producción, pactos de rentas entre los agentes sociales y el gobierno y una mayor competencia entre las empresas en sectores en los que operan acuerdos oligopolísticos. El espacio económico digital también está colaborando a esta moderación de precios. Los consumidores comparar precios y obligan a las empresas a ajustar los precios por la competencia de los mercados. Los años de inflación negativa de la economía española han contribuido a mejorar la competitividad y ha permitido subir los salarios reales a pesar de la moderación de los salarios nominales, facilitando el ajuste a los trabajadores.

Finalmente, la cuarta manera de ganar competitividad consiste en mejorar la productividad. Al referirnos a la productividad, solemos referirnos a la productividad del factor trabajo. La productividad es, entonces, el valor que genera cada hora de trabajo y podemos adoptar dos perspectivas para su mejora: aumentar el valor que genera una hora de trabajo o disminuir el número de horas de trabajo necesarias para producir un bien. Esta segunda opción tiene que ver con la eficiencia, con el esfuerzo, con la organización empresarial, con el uso de tecnologías más eficientes y sofisticadas, con el uso de robots, drones y vehículos autónomos, con la industria 4.0, el análisis de datos de los sistemas productivos y la inteligencia artificial. Es una mejora de competitividad que no tiene por qué mejorar los salarios de los empleos tradicionales, incluso puede destruir estos empleos por el uso tecnológico o porque las empresas que no afronten esta transformación digital queden excluidas del mercado por su falta de competitividad. Sin embargo, aquellos trabajadores que sean capaces de utilizar estas tecnologías serán productivos, podrán exigir salarios más elevados y encontrarán buenos trabajos con facilidad.

Necesidad de crear valor

La creación de valor es diferente. El valor es lo que el consumidor está dispuesto a pagar por un bien. Si hay muchos bienes y todos son iguales no pagará mucho. Si los bienes y servicios que desea están diferenciados, le reportan una mayor satisfacción, son servicios que resuelven mejor sus problemas, generan sensaciones y experiencias por las que está dispuestos a pagar más, esta creación de valor y de la productividad origina mejoras en los márgenes empresariales y en los salarios, hace crecer al país, genera puestos de trabajos de calidad y mejora la renta por habitante y el bienestar del país. Aplicarse en este empeño y acumular este talento es asegurarse un país próspero con salarios altos.

Por eso es tan importante la productividad, pero también intuimos lo difícil que puede resultar diseñar una política que la mejore. No es cuestión de subir o bajar este o aquel impuestos o de incrementar el gasto social. Tampoco es apostar con un gasto en I+D si no tiene relación alguna con la creación de valor o con la mejora de la eficiencia. Y subir los salarios sin más no tiene porqué incrementar la productividad y es probable que contribuya a empeorar la competitividad.

La economía española ha salido de la crisis ganado competitividad mediante la moderación de los costes salariales y los precios. En los primeros años del ajuste, debido a los elevados despidos, mejoró la productividad siendo más eficiente, pero después la mejora de la productividad está siendo escasa. Si los salarios y los precios suben sin que la productividad lo haga, nuestra mejora de la competitividad empezará a deteriorarse. Las subidas de los salarios deberían negociarse observando el incremento de la productividad, así conseguiríamos que fuera la productividad un objetivo común de empresarios y trabajadores.

Aumentar el talento de los trabajadores es la mayor garantía para que las rentas suban

El talento de los trabajadores es el que genera valor y es la mayor garantía para que los salarios suban y la desigualdad de rentas se reduzca. Pero el talento no es improvisación, requiere experiencia, acumular capital humano, formación en las últimas tecnologías, carreras profesionales largas…. Nada de esto se puede conseguir con un tercio de los trabajadores españoles con contratos temporales, rotando de un trabajo a otro y siempre cobrando salarios bajos. Subir el salario mínimo como única media no es afrontar el problema de fondo. En cierta medida es una manera de resignarse a seguir con un modelo de crecimiento con el que hemos tardado once años en recuperar nuestro nivel de PIB de 2008 después con un enorme sacrificio social y que no nos va a permitir converger nunca con los países europeos de mayor renta por habitante.

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