Tribuna Económica

gumersindo ruiz

El amigo americano

Las propiedades del aceite de oliva virgen extra están sobradamente demostradas.

Las propiedades del aceite de oliva virgen extra están sobradamente demostradas.

Los aranceles a las exportaciones europeas a Estados Unidos pueden ser algo inevitable, y como con quejarnos, indignarnos, y aprovechar el momento de elecciones para hacer ruido, se resuelve poco, conviene precisar algunas cuestiones prácticas. La primera es que no es cierto que discrimina a España; la iniciativa parte directamente del presidente de los Estados Unidos, y se implanta teniendo en cuenta, más o menos, sectores con algún tipo de protección, entre ellos los relacionados con la agricultura. La lista es larguísima; a Francia le afecta al vino, pero no al champagne; a sus buenos amigos de Gran Bretaña, los americanos les gravan el whiskey, las galletas, y géneros de punto, junto a otros muchos; también a Alemania -primer exportador del mundo de galletas-, junto con el café, las salchichas, y otros productos; a los italianos almejas, yogurt y sobre todo el queso, y así a todos los países europeos.

La segunda cuestión es cómo absorber el impacto del arancel. El euro se ha depreciado casi un 6 por ciento respecto al dólar, por lo que los americanos compran más barato; y los precios al consumo suben un 1,1 punto por ciento menos en España que en Estados Unidos, lo que da una ventaja competitiva total de un 7 por ciento, que rebaja el impacto del 25 al 18. Si entre el productor, comprador mayorista y distribuidor minorista absorben un 8 por ciento, el incremento medio de precio en el consumidor norteamericano podría ser de un 10 por ciento. En el caso del aceite depende del tamaño del envase; y el precio pasaría de 4,80 dólares litro a 5,28 dólares para envases muy grandes, o de 8,2 a 9 dólares, a minoristas. Hay tarea de marketing para ver cómo se aplican descuentos a clientes nuevos, se cambian los envases, y se discrimina por mercados, pues en el de California se puede vender aceite sofisticado sin que el precio sea determinante, y en otros estados no es así. No hay que olvidar que el consumidor norteamericano sufre las consecuencias de la medida, y las asociaciones de importadores de alimentos están consternados por lo que está pasando.

En tercer lugar, los problemas con algunos productos agrarios son principalmente en el mercado interno, donde se imponen precios a los productores, que tienen escasa capacidad de presión comercial; los precios de algunos de nuestros vinos son ridículamente baratos, y no es raro ver "ofertas" de vinos y aceite con descuentos en el entorno del 25 por ciento que ahora alarma; por otra parte, cada comunidad autónoma tienen su propia agencia exterior y hace la guerra por su cuenta, en Andalucía ni siquiera está ahora ubicada en el área de economía y comercio. La Unión Europea responderá, sin duda; los perjudicados deben tener crédito a intereses negativos para que no sufran problemas de liquidez financiera, puedan almacenar adecuadamente y controlar la oferta, y encuentren un apoyo práctico en la acción de marketing.

Todo esto servirá transitoriamente hasta que en poco más de un año desaparezca esta pesadilla que es el actual gobierno norteamericano, que es capaz incluso de pasar de una guerra comercial a algún conflicto bélico de pequeña escala, a medida que lo que tomamos como bromas de mal gusto de un presidente, se convierta en la peor de sus paranoias.

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