Economía

Las dos caras de la pandemia para la economía de las familias

  • Se han minimizado las posibilidades de gasto, y esto ha sentado bien a las cuentas bancarias de muchos ciudadanos. Otros, sin embargo, no llegan a final de mes.

La economía familiar se ha visto resentida durante la pandemia

La economía familiar se ha visto resentida durante la pandemia

Casi todo en la vida tiene al menos dos caras, dos puntos de vista, y depende del lado en el que uno se ponga, las cosas se ven de una manera o de otra. Si hablamos de los efectos que la pandemia está dejando en las familias españolas desde el punto de vista económico, nos encontramos también dos circunstancias opuestas, determinadas por la actividad laboral: la de quienes han conservado su puesto de trabajo y la de quienes han perdido su empleo o han tenido que cerrar sus negocios.

Miguel Camiña, CEO y cofundador de Micappital. Miguel Camiña, CEO y cofundador de Micappital.

Miguel Camiña, CEO y cofundador de Micappital.

Según datos del INE, el COVID-19 destruyó más de un millón de empleos en el segundo trimestre del año. La tasa oficial de desempleo, que era del 13,6% en febrero, en agosto ascendió hasta el 16,2%, pero existe un paro oculto (entre los que están en ERTE, los que estaban desempleados cuando todo esto comenzó y no pudieron buscar trabajo, y los que tienen una reducción de jornada obligada por las circunstancias) que podría hacer que la cifra real llegara a situarse en el 21,9%, según los expertos.

Obviamente, la economía doméstica de las familias con uno o varios miembros en situación de desempleo, o con negocios propios que están viendo su actividad afectada por las restricciones, están encontrando serios problemas para llegar a fin de mes. Prueba de ello es que los bancos de alimentos de toda España se vacían mientras las colas de personas solicitando comida crecen cada día.

A todas estas personas, si les habláramos de que el sábado se celebró el Día Mundial del Ahorro, una de dos: o nos dirigirían una mirada asesina, o nos ignorarían por lo desafortunado de nuestras palabras. Pero lo cierto es que el resto de la población, aquellos que han tenido el privilegio de conservar sus puestos de trabajo durante los meses de pandemia, sí que han podido en muchos casos ahorrar más de lo habitual.

Menos actividad, menos gasto

Las restricciones a la movilidad, las limitaciones de reunión y el miedo personal al contagio han reducido drásticamente la actividad social y de ocio de la población; radicalmente durante los meses más duros de la crisis, pero también de forma notable una vez finalizado el estado de alarma. El resultado ha sido que también se han minimizado las posibilidades de gasto, y esto ha sentado bien a las cuentas bancarias de muchos ciudadanos.

Según un sondeo realizado por los asesores financieros de Micappital entre 300 de sus clientes que se han mantenido en activo en estos meses, el 62% afirma haber percibido en su economía doméstica una reducción del gasto desde el pasado mes de marzo. A la pregunta de qué han hecho con ese dinero no gastado, el 17% dice haberlo empleado en adquirir otros bienes o en realizar otro tipo de actividades, pero un 83% ha preferido guardarlo.

Los más conservadores, un 39%, lo han dejado en su cuenta bancaria con el fin de tenerlo disponible por si pudieran necesitarlo próximamente (la incertidumbre del momento invita a tener un colchón que nos ayude a sentirnos seguros). Y los más atrevidos, o simplemente los que creen que no lo van a necesitar a corto plazo, un 44%, han decidido dedicar parte de ese dinero ahorrado a la inversión, para así aprovechar las oportunidades que surgen cuando los mercados financieros están a la baja.

Efectivamente, estas situaciones de caída son como las rebajas de las bolsas, y permiten a los inversores posicionar mejor sus carteras a precios más bajos de lo habitual. Por ello, para quienes puedan permitírselo y tengan un dinero que crean que no van a necesitar, es un buen momento para plantearse dar los primeros pasos como inversor o reforzar una cartera ya existente.

Ahorrar debería de ser como pagar las facturas, algo que tendríamos que marcarnos como un imperativo en nuestro día a día. Del ahorro de hoy depende nuestro bienestar de mañana, por eso se recomienda destinar a ese fin entre un 10% y un 20% de nuestros ingresos mensuales. Y si además lo invertimos adecuadamente, guiados por el asesoramiento personalizado de un experto, podremos preparar nuestro futuro económico para que, pase lo que pase con las pensiones, cuando llegue el momento podamos vivir tranquilos.

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