La solidez de Juan Carlos Lagares evita al PP cualquier atisbo de sorpresa y le permiten garantizar la holgada mayoría absoluta de la que gozaba en 2007. El 57,84% de los votos le brindan diez concejales y la oportunidad de reeditar gobierno por cuarta vez consecutiva, dejando aun lejos al PSOE que, con el 40,35 de los apoyos de los electores, les permite introducir en la cámara local siete concejales. La falta de concurso de otras fuerzas políticas ha vuelto a dejar al municipio a merced del binomio de los grandes partidos, toda vez que se da la circunstancia de que La Palma del Condado es el único municipio de la provincia con más de 10.000 habitantes en el que ninguna otra fuerza política ha encontrado acomodo o se ha sentido con fuerzas para participar en los comicios. En concreto, ni IU o PA ni tan siquiera partidos de nuevo cuño como UPyD ha podido librar batalla al bipartidismo y más concretamente a un Lagares que se muestra intratable en las urnas.

Dentro de lo duro que siempre representa una derrota, más aun si miramos los datos en frío y obviando del análisis la retrospectiva, los socialistas se ven satisfechos de aumentar la representación en dos concejales y situarse en condiciones de asaltar en un futuro el fortín popular. Su joven candidata, Elena Ruíz, ha logrado sumar apoyos y acrecentar el desgaste del líder popular, incluso sacando réditos de la posibilidad de que con ella al frente de la institución municipal la Junta de Andalucía y el Gobierno Central pudieran desbloquear infraestructuras enormemente transcendentales para el municipio, cuya demanda pretendía reconducir desde un clima de diálogo.

Aun así, los populares han logrado no sufrir apuros gracias a una gestión municipal donde no se le han conocido problemas económicos como el que han acechado y puesto contra la pared a pueblos del entorno. No en vano, Lagares ha presumido durante la campaña de estar al día en el pago de la Seguridad Social, Hacienda y las nóminas de los trabajadores. Esta praxis en la parcela económica le ha permitido vivir una legislatura ciertamente tranquila y sin excesivos sobresaltos. No obstante, la oposición le ha exigido una mayor preponderancia en temas sociales.