Elecciones

Rubalcaba, en la encrucijada

LA decisión de la Junta Electoral Central de declarar ilegales los actos de protesta que el Movimiento 15-M pudiera celebrar durante la jornada de reflexión de hoy y la electoral de mañana ha situado al vicepresidente primero y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en una encrucijada muy peliaguda (un marrón, en román paladino): cumplir a rajatabla la ley o incumplirla de alguna manera.

Es de suponer que Rubalcaba no desobedecerá la decisión de la Junta Electoral Central. Entre otras cosas, el máximo favorito para sustituir a Rodríguez Zapatero como candidato socialista en las elecciones de 2012 se arriesga a que cualquiera -por ejemplo, el sindicato ultraderechista Manos Limpias que tan aficionado es a ello- pueda demandarlo por prevaricación.

Sin embargo, cabe la posibilidad de que busque hacer lo contrario, amparándose en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional (TC), que, en una sentencia del 15 de diciembre de 2008, estableció que sólo puede prohibirse una manifestación durante un proceso electoral cuando existan "razones fundadas" de que su finalidad es "la captación de sufragios".

Advierte el Tribunal que, de lo contrario, "podríamos llegar al absurdo de que durante la campaña electoral estuvieran absolutamente prohibidas todas las manifestaciones de todo tipo".

El carácter pacífico y apartidista de este movimiento heterogéneo que ha brotado de forma tan contundente favorece que Pérez Rubalcaba no tenga que dar la orden de desalojo, evitando así echar más gasolina al día de reflexión y a la jornada electoral.

En fin, teniendo en cuenta que los teóricos de la conspiración lo señalan como la mano que mece la cuna de esta protesta, los conspiranoicos podrán decir ahora que en el pecado lleva la penitencia el señor vicepresidente y ministro del Interior socialista.

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