Fernando Ferrando | Presidente de la Fundación Renovables

"No se puede utilizar el vehículo privado para todo"

"No se puede utilizar el vehículo privado para todo"

"No se puede utilizar el vehículo privado para todo" / G. h.

Cuenta Fernando Ferrando que cuando estaba instalando una de sus primeras plantas fotovoltaicas, en un quiosco de la ONCE de un pueblo oscense que no tenía luz, un lugareño le preguntó que dónde iba a enchufarlo. "Le dije que la energía vendría del sol y me contestó que el cable tendría que ser muy largo", comenta entre risas. Ingeniero Superior Industrial y licenciado en Económicas, este oscense es optimista respecto al desarrollo a las renovables y confía en que España tenga un papel importante en el sector.

-Empezó en esto de la energía renovable en 1977.

-Hice mi primeras instalaciones fotovoltaicas en mi tierra natal, en Huesca. Una en una paridera del monte y otra en un quiosco de la ONCE, que estaba en medio de un paseo que no tenía luz. Al hombre no lo veían dentro de la caseta en invierno, por más que gritaba. La célula fotovoltaica de esa planta me costó 300 veces más de lo que me costaría ahora. Lo que era una entelequia hace 40 años, ahora es una realidad competitiva y más rentable que cualquier otro tipo de energía primaria que podamos considerar.

"No tenemos petróleo, pero sí sol y viento. El que no apueste por esto o es perverso o es muy tonto"

-¿Por qué España, con sus buenas condiciones, no lidera la implantación de las energías renovables?

-En el 2000 España era líder a nivel mundial en eólica. Y en fotovoltaica empezábamos a tener un liderazgo. Luego, en el año 2010, lo tuvimos en las termosolares. El último Gobierno de Rodríguez Zapatero cometió errores regulatorios que desembocaron en una moratoria de instalaciones de energías renovables. Esto se vio acrecentado por los dos gobiernos de Rajoy, sobre todo el último. Toda la industria que teníamos en 2007, desapareció.

-¿La situación ha cambiado en los últimos años?

-Desde julio de 2018, con la moción de censura, el Gobierno del PSOE ha apostado por una transición energética y por volver a confiar en las energías renovables. Teresa Ribera está intentando recuperar aquello que fuimos y que perdimos por propia voluntad. No creo que haya muchas áreas industriales en las que España sea líder mundial. En renovables lo fuimos y nosotros mismos derruimos aquel castillo. Los mayores productores de energías renovables, obviando a China, son empresas españolas.

-¿Son optimistas en el sector de cara al futuro?

-Más que optimistas somos realistas. Las fuentes renovables son la forma más competitiva para generar energía eléctrica y eso no nos lo quita nadie. Ir contra esto, sería pegarse un tiro en el pie. No tenemos petróleo, no tenemos carbón, ni combustible nuclear, pero tenemos sol y viento. El que no apueste por esto o es perverso o es muy tonto. El potencial que tiene España, es superior al que tienen el resto de países europeos. Que el futuro va a ser renovable no lo duda nadie, lo que tenemos que discutir es si será dentro de 10 o de 40 años.

-¿Qué porcentaje de la energía que se consume en España es renovable?

-El compromiso para 2020 era que el 20% de toda la demanda final de energía fuera con renovables. Estamos en torno al 17,5% o 18%. El Gobierno ha presentado el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima a Bruselas, que fija como objetivo para 2030 que el 42% de la demanda final de energía proceda de renovables. Va a haber que trabajar muy duro y no sólo en sustituir combustibles, sino en adaptar nuestra forma de consumir energía.

-¿Qué tiene que hacer el consumidor medio para colaborar en ese objetivo?

-Primero, ser eficiente. Aunque la energía sea renovable, su consumo tiene que ser eficiente. Segundo, apostar por la electricidad, porque en estos momentos el 45% de la electricidad en España es de origen renovable. Cuando utilizamos la electricidad no generamos dióxido de carbono y si su generación es renovable, tampoco. Hay que apostar por una movilidad sostenible, es decir, peatonalización, uso de la bicicleta y el transporte público y, al final, vehículos eléctricos. No vale utilizar el vehículo privado para todo. Para desplazar los 70 kilos que pesa una persona, estamos movilizando 2.000 kilos de hierro. Esto es un absurdo. La energía es un bien escaso y de primera necesidad. Despilfarrarla, aparte de que nos supone casi un 2,5% del PIB de pérdidas de divisas, es algo que no nos podemos permitir.

-¿Quién va a pagar la transición energética? La factura de la luz en España ya es de las más caras.

-Al incorporar tecnologías que producen la electricidad más barata, el coste tendrá que ir hacia abajo. El problema es que el sistema que tenemos de fijación de precios en España es marginalista. Es la unidad más cara la que fija el precio para el resto. Tenemos que hacer una gran reforma del sistema energético. Éstos son los cambios que nosotros esperamos del Gobierno actual. Hay que elaborar una Ley de Cambio Climático y de Transición Energética. Las herramientas las tenemos, la tecnología existe, el producto comercial existe y la voluntad de la sociedad de ser más sostenible, también. Sólo falta que los políticos cumplan.

-Todavía hay políticos que discuten la realidad del cambio climático y su aceleración por parte de la actividad humana.

-Lo importante es que la inmensa mayoría de los científicos dicen lo contrario. Que alguien en posturas políticas muy extremistas diga que no lo es, como también niega los derechos humanos, es cuestión de educación. Vox es el único partido que, en España, considera que el cambio climático es una estafa. Apuestan por las renovables sólo si son más baratas, pero considerar que la energía renovable es sólo un negocio es de ser muy corto de miras.

-¿Qué papel tiene la figura de Greta Thumberg, que se llevó gran parte de la atención en la cumbre que se celebró en Madrid?

-Los esfuerzos de la gente haga por que haya una movilización de personas, yo los considero positivos. Greta es un elemento más de esta batalla de la sociedad para cambiar nuestro comportamiento, pero no me gustaría decir que dependemos de ese mascarón de proa. Hay muchísima gente trabajando; científicos, empresas, universidades, asociaciones, colectivos y ella también, por supuesto.

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