Miguel Ángel Losada | Catedrático de Ingeniería Hidráulica

"Dudé si dedicarme al fútbol, la guitarra o la física del océano"

Miguel Ángel Losada

Miguel Ángel Losada

Sus raíces culturales y sociales son del País Vasco, donde arraigaron sus padres, un matemático de Luarca (Asturias) y una farmacéutica de Salamanca, que trabajaron muy duro para que sus seis hijos tuvieran una buena formación. Lleva grabado a fuego el respeto a los mayores, el esfuerzo y la generosidad. Miguel Ángel Losada (Salamanca, 1947), catedrático de Ingeniería Hidráulica y profesor emérito de la Universidad de Granada, no deja de recoger premios. Los últimos, el Nacional de Ingeniería 2018 y el Doctorado Honoris Causa de la Universidad de Córdoba. Es un hombre de ciencia.

-Es usted un referente a nivel mundial en la ingeniería marítima y portuaria. Explíquenos su aportación.

-Hemos creado un modelo para la toma de decisiones con una visión globalizada que te permite predecir hacia dónde camina una acción del hombre a través de la ingeniería, si cumple sus fines, sus consecuencias y su incertidumbre. Un buen ejemplo es el estudio del estuario del Guadalquivir que coordiné en 2011 junto con Javier Ruiz. Gracias a ese trabajo, el Guadalquivir es uno de los estuarios del mundo que está más ilustrado en revistas científicas.

-Ese informe del Guadalquivir ha marcado un hito.

-Afortunadamente, después de este estudio en otros casos parecidos que se han dado en España y Europa, los informes científicos han sido mucho más comprometidos con las consecuencias y la relevancia del conocimiento en la toma de decisiones. Nuestro informe revolucionó la actitud y el compromiso social y ambiental de los científicos. En la Universi dad tenemos libertad intelectual plena para ejercer nuestro trabajo con ética. Quedan todavía por resolver temas ambientales muy graves: el depósito de residuos de fosfatos de Huelva, los acuíferos y el almacenamiento de gas de Doñana.

-Ha recogido el Premio Nacional de Ingeniería Civil 2018, todo un reconocimiento a su trayectoria docente, investigadora y profesional.

-El premio lleva mi nombre, pero todos los grupos con los que he trabajado y me he apoyado tienen una parte de ese premio. Las investigaciones son una suma de mucha gente.

-Se formó también en EEUU, que ha premiado su trabajo. En 2012 la Asociación Americana de Ingeniería Civil (ASCE) le otorgó el premio más prestigioso en ingeniería costera y marítima a nivel mundial.

-Me formé dos años en Delaware (EEUU), en un centro de investigación de costas muy potente, donde aprendí sus avances en morfodinámica de las playas. Y años después, en la Universidad de Johns Hopkins de Baltimore.

-Otra aportación suya son las recomendaciones de obras marítimas para Puertos del Estado.

-Por ese trabajo he recibido el Premio Nacional 2018. En ellas se desarrolla el método proyectar, construir, explotar y desmantelar una obra marítima, considerando también sus costes económicos y financieros y, sobre todo, su función social y ambiental porque el territorio es de todos. No se ha hecho algo parecido en otro país.

-El interés público de las obras es clave.

-Sin duda. El fundador de Entrecanales, siempre que llegaba a una obra decía: "Somos una empresa privada que hace obra pública; el beneficio privado está sometido al interés público". Entrecanales y Agromán tenían fama de construir bien. Ojalá esa máxima fuera la razón de ser de estos tiempos y de los venideros.

-¿Quiénes fueron sus maestros?

-Mi padre, catedrático de álgebra y cálculo en la Escuela de Ingeniería Industrial de Bilbao, me enseñaba a pensar y a entender por qué ocurren las cosas. Fue mi maestro y gran referente, del que aprendí la curiosidad innata, querer saber todo sobre todo. Tenía un enorme rigor y disciplina de estudio. Siempre se planteaba cómo llevar las matemáticas a la ingeniería. En la Escuela de Ingeniería de Madrid, mi maestro fue Pedro Suárez Bores, con una forma de pensar muy parecida a la de mi padre. Era un entusiasta y profundo conocedor de las costas. Al acabar Caminos, estuve con él tres años. Con los dos aprendí a conocer el paso de la ciencia que genera conocimiento a la ingeniería que lo aplica.

-Le ha dedicado toda su vida al mar. ¿Siempre lo tuvo tan claro?

-He tenido tres dudas metódicas en mi vida: si ser futbolista -era muy bueno-, si dedicarme a la guitarra o si estudiar la física del océano. Mi padre me recomendó estudiar el océano a través de la ingeniería. El mar desde muy pequeño ha sido mi pasión, la navegación, la pesca... En 2006 me mudé a Motril para ver y estar cerca del mar. Soy muy leal al mar. Y nada urbanita.

-Con tanto reconocimiento estará satisfecho.

-Estoy tranquilo de haber construido y realizado la vida que de niño soñé. Me he dedicado a lo que siempre soñé y contento de haber generado un conocimiento que sirva para que entendamos y gestionemos mejor las costas, los estuarios, los puertos....

-¿Qué le faltaba a la ingeniería?

-El desfase estaba en el enorme potencial de transformación de la ingeniería y su escaso bagaje técnico-científico para predecir, evaluar y evitar sus consecuencias. Han sido 40 años intensos para completar, desde el conocimiento, ese desfase y desarrollar métodos para una Ingeniería del Ambiente del sistema tierra, la aldea común de todos los seres vivos.

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