Jesús Melgar | Periodista y productor radiofónico

“Quintero pasó de los silencios creativos a los defensivos”

Jesús Melgar. / Juan Carlos Vázquez

Jesús Melgar. / Juan Carlos Vázquez / MG

Autor de dos libros sietemesinos, Trucos cocineros para náufragos hogareños y El Loco (Círculo Rojo, biografía no autorizada ni consentida de Jesús Quintero). Jesús Melgar (Estación de San Roque, 1953), es hijo adoptivo de Algeciras, la cuna de Juan José Téllez, autor del prólogo del libro (el epílogo es de Javier Caraballo) y de Paco de Lucía, de quien fue mánager Jesús Quintero, que antes de llegar a la Colina también lo fue de Soledad Bravo, las Hermanas Benítez y Los Payasos de la Tele. Melgar vivió la salida del Loco de Radio Nacional a la Ser en 1983.

¿Hoy se siente italiano y musical?

–En el programa de la Ser El club de la noche entrevisté al grupo asturiano ‘Hoy me siento italiano y musical’, que debe el nombre a una película de James Bond. Se ofrecieron a los dos bandos de la Guerra del Golfo en junio de 1990 para cantar por la paz. España ya llevaba a Marta Sánchez, Sadam Hussein les pagó el viaje y yo me fui con ellos como productor musical. Desde un hotel de Bagdad, a orillas del Tigris, mandé la crónica de los primeros bombardeos. Allí estaba Manu Leguineche.

–¿El loco de la colina nace en el diván de un psiquiatra?

– Salía de una gran depresión.

–¿Qué le ha llevado a ser biógrafo de Jesús Quintero?

–Es un libro escrito con mucho cariño, pero no es una hagiografía. Me cautivó cuando yo estaba en Ceuta, fui a verlo a la emisora y me convertí en su subdirector.

–¿Cree que se le ha ninguneado?

–Yo me formé en las manifestaciones del Yanquis go home, pero tengo que reconocerle a ese país cómo saben valorar a sus viejas glorias. La veteranía es un grado y no solamente en la mili.

–Raúl del Pozo escribía los discursos de Suárez y los guiones de Quintero. ¿Hizo la Transición política y la radiofónica?

–Con Fernando Ónega, uno de los mejores negros de este país. Como dos pícaros, Raúl y Quintero libraron un duelo simbólico por el amor de Nadiuska.

–Evoca un tiempo en el que Serrat y Berlanga tenían su programa de radio…

–En España tenemos una deuda con la radio. Fue el medio que hizo posible la transición de una dictadura militar a una democracia plena.

–¿Las dos Españas eran García y Quintero?

–De noche, sin duda. Una colina contra los chupópteros.

–En el teatro Quintero nos enteramos del nombramiento del Papa Francisco…

–Se quedó con las ganas de entrevistar a Woyjtila. Aunque su gran frustración fue no hablar con Fidel.

–Desvela uno de los secretos mejor guardados, la edad de Quintero…

–La vejez ha sido la gran obsesión de Quintero. Sus famosos fulares a lo Isadora Duncan eran en realidad para tapar sus arrugas. La mujer más presumida no tiene tantos potingues como cremas antiarrugas de Quintero.

–Nace en el aniversario de la muerte de Lorca. ¿A él también lo han querido fusilar metafóricamente?

–Le han salido muchos detractores e imitadores.

–Pero la patente de los silencios es suya.

–Quintero ha pasado de los silencios creativos a los silencios defensivos.

–Descubre América sin salir de Huelva…

– Como Juan Ramón Jiménez, paisano de su madre. En Argentina logró la máxima audiencia en una emisora que no oía casi nadie.

–La pregunta del Quijote: ¿loco o cuerdo?

–Más cuerdo de lo que parece. Lleva un dandy dentro. Cuando da el pregón del Carnaval de Cádiz, llega en una ambulancia y cuando lo sacan los dos enfermeros, el Beni y Josele, iba disfrazado de lord Byron.

–Llevó el neorrealismo italiano a la radio y la televisión…

–Pero no con actores, sino con personajes reales. Personajes quinterianos, como los fellinianos, que después Sardá se encargaba de ridiculizar y denigrar.

–¿La última que vez que coincidió con él?

–En Bajo de Guía. Tenía un proyecto de programa con mi compadre Carlos Herrera. Decía que él se sentía árabe y se había encontrado con un productor fenicio.

–Quintero y Herrera. Huelva y Almería. Vaya cóctel…

–Los dos primeros que descentralizan la radio en España para hacerla desde Sevilla.

–Viajó con él al penal del Dueso para entrevistar a Rafi Escobedo. ¿Fue la crónica de una muerte anunciada?

–Apareció muerto tres días después de la entrevista. Todavía no se sabe si se suicidó o lo suicidaron. Decía que la charla con Jesús era su única esperanza. Eso nos marcó personal y profesionalmente.

–¿Se lo imagina rompiendo su silencio para entrevistar a Pedro Sánchez?

–La verdad es que no.

-Quintero llega a la colina en el 82. El año que gana las elecciones Felipe González.

–Felipe recitó poemas chinos en su programa.

–¿Alguien supera lo de Silvio: ‘la música es el silencio bien cortado’?

–Es que además de rockero era un filósofo.

–Del Beni dice Quintero que era el Vittorio Gassman del flamenco.

–Son entrevistas únicas. Me molestó mucho que Alsina, arropado en su liderazgo radiofónico, hiciera leña del árbol caído.

–Cuando entrevista al Cojo Manteca, ¿no se acerca a ‘La parada de los monstruos’, la película de Tad Browning?

– Quintero es el introductor del friquismo. Nadie había llevado a un plató a los ángeles rotos, ángeles caídos.

–¿España es el país donde la desmitificación es un deporte nacional?

–De la desmitificación, la envidia y el cainismo.

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