francisco bejarano. Escritor

"Siempre he sido un conquistador"

-Hace ya varios años que no publica un libro, sin embargo, ahora regresa a sus artículos en prensa. ¿Le abre de nuevo así la puerta a la escritura?

-Tengo demasiado tiempo libre, pero vuelvo sobre todo para imponerme una disciplina nueva. Yo soy muy disciplinado y tengo mis horas para cada cosa. El propio orden de mi casa denota que esa disciplina existe. Escribir es un ejercicio que uno se impone voluntariamente y te da unas satisfacciones que no las dan otras cosas.

-¿Le apetece más escribir artículos que retomar la poesía?

-La poesía es para los asuntos que te preocupan personal e íntimamente. Y, de momento, yo no tengo ningún problema íntimo que resolver en verso. Los que tenía ya están resueltos.

-Es usted un hombre con suerte, no tiene desdichas.

-Bueno, sí, sí. Llevo más bien una vida placentera, sin altibajos. Vivo bien y sosegadamente. Tengo las cosas que me han importado en mi vida como libros, música, películas, objetos..., y eso me hace reconocerme en mi propia casa. El mundo real mío es éste, cuando salgo a la calle el mundo es irreal, me interesa muy poco.

-Sus tribunas no dejan indiferente, ¿seguirá en su línea?

-No creo que pueda tener otra. Cuando uno es uno mismo no sale de uno mismo fácilmente, trataré asuntos que ya he tratado. Escribiendo se piensa mucho.

-Pero en este año y medio que no publica en prensa han pasado muchas cosas.

-Sí, hablaré de esos temas pero intentando no darle la inmediatez del periodismo que, al ser pasajera, se olvida pronto. No soy periodista, soy escritor de prensa, como tantos otros, que son los mejores articulistas, por lo general. Procuraré darle a los artículos ese tono de que la actualidad no es actual porque el hombre siempre es el mismo, incluso en la política. Hay muy pocas novedades en la especie humana, excepto en la técnica.

-¿Qué opina de la inmediatez de las redes sociales?

-No tengo mucha opinión porque no las uso, pero si tú escuchas una noticia y te vas corriendo a dar tu opinión en las redes sociales, lo más probable es que metas la pata.

-En la actualidad política tiene un filón para opinar.

-Lo que está pasando es una frivolidad política. Como un país depende de que unas personas tomen una decisión u otra, uno se interesa por lo que pueda influir en ti. Me parece que son gente de poca entidad, de inteligencia torcida y poca categoría. Siempre hay alguien salvable, pero la clase política en general hace muchos años que lleva descendiendo. Así que un profesional que tiene un prestigio en lo suyo no se mete en política.

-Para usted, la literatura es un adorno en su vida, ¿volverá a redecorar la suya con un libro?

-Yo voy a escribir artículos y procuraré que sean literarios, no noticiosos, para eso ya están los periodistas. Y no comentaré lo que ha pasado el día antes a no ser que sea una cosa muy gorda. Y la literatura es un adorno en mi vida, sobre todo la poesía. Los libros que he publicado, incluso los artículos, son un adorno porque no son lo más importante de mi vida. Escribir me quita libertad y tiempo y me da preocupaciones. Vuelvo por la disciplina que me aporta. Escribo por la mañana, temprano, porque uno de los privilegios de la vejez es que duermes menos.

-Una tarea que le entretiene mucho es ordenar su biblioteca.

-Así ha sido toda la vida. Libros que suben, libros que bajan, y aquí (en su sala de estar) están los que me gusta tener cerca, los que consulto o porque son bonitos, simplemente. Releo poco, pero sí consulto mucho.

-Usted apunta que el precio de la libertad es la soledad, ¿son sus libros los mejores compañeros en su casa?

-Sí, sí, los cuido, los arreglo. La lectura te da un mundo que creas de la nada, que creas para ti solo. Es un mundo particular y autosuficiente. Esto suena un poco soberbio, pero no lo es.

-¿Le dedica tiempo a nuevos autores?

-No, a no ser que me los recomiende alguien en quien confíe. Me decía un amigo que un libro no debe leerse hasta que no tiene 25 años y que se sepa que ha resistido, y como yo no puedo esperar tanto, pues no los leo. Creo que hoy se escribe y se publica mucho malo. En cada siglo hay un genio indiscutible y hasta 100 buenos escritores que si no los lees, no pasa nada. Y el resto no los tienes por qué leer. Libros de creación, una persona tendrá que leer a lo largo de su vida unos 500, y quizás sean muchos.

-Usted ha conocido a muchos de esos buenos escritores.

-La vida ha sido conmigo muy generosa sin haber hecho méritos para ello. He tenido además la capacidad para agradar, seducir a los que me han rodeado, una cualidad natural, y por ello se me han facilitado muchas cosas, como conocer desde muy joven a lo mejor de la literatura española, hasta publicar en buenos sitios y encontrar trabajo. Me dieron una visión del mundo que no hubiera conseguido solo sino con muchos años. Yo siempre he sido un conquistador de las personas.

-¿Cuál es el libro que más ha releído?

-El Quijote, cada verano.

-En 2011 presentó una antología poética, Un juego peligroso (La isla de Siltolá, colección Arrecifes). Ya que no habrá libro nuevo, ¿habrá al menos alguna recopilación más?

-No. No porque no la tenga, sino porque es un trabajo que no me apetece hacer. Debe hacerlo alguien por amor y dedicación.

-¿La escritura le complica la vida?

-Sí, empezó a serlo en los 80, cuando tenía que justificar mi vida, mi trabajo en torno a la literatura, y así no tenía que dar explicaciones de lo que hacía y pensaba. Me libraba de muchos pelmas y me daba un estatus. Desde que me jubilé, hace cinco años, ya no tenía que dar explicaciones, soy realmente libre.

-Pero da la casualidad de que usted es un autor admirado y premiado.

-Eso no debo decirlo yo, aunque a veces me releo y me admiro porque no me acuerdo de que son cosas que he escrito yo. ¿Soy yo éste?, me sorprendo.

-¿Y qué espera de la vida de aquí a un tiempo?

-Poder morir en paz.

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