Guillermo Rojo | Atleta de alto nivel y candidato a astronauta de la ESA de la clase 2022

“Tiene que haber más astronautas europeos”

El atleta Guillermo Rojo en las pistas de atletismo de La Cartuja, en Sevilla

El atleta Guillermo Rojo en las pistas de atletismo de La Cartuja, en Sevilla / José Ángel García

Dice Guillermo Rojo (Madrid, 1992) que su sueño cuando era pequeño era participar en unos Juegos Olímpicos, pero desde entonces mira de reojo al espacio, a su otra vocación que, como reconoce, veía más lejana. El sueño lo cumplirá en agosto, ya que se ha clasificado para los 400 metros junto con el atleta ciego Gerard Descarrega, a quien guía en la pista y con el que logró el oro en los europeos de 2018. Mientras tanto, se prepara para su otra vocación, la de ser astronauta. Se presenta a la convocatoria de laESA para 2022 con experiencia como preparador físico para las agencias israelí y austriaca.

–¿De pequeño ya quería ser astronauta?

–Hasta que no tuve cinco o siete años no era consciente de que había algo más fuera del planeta Tierra. Estábamos en mi pueblo, en la sierra de Madrid, y mi padre me dijo que veíamos las estrellas como eran hace miles de años luz. Siempre he tenido una mentalidad muy aventurera, pero es verdad que tampoco era mi gran sueño de pequeño. Yo quería ir a unos Juegos Olímpicos.

–Ese lo tiene más cerca.

–Sí. Más que un sueño, ser astronauta se ve como un imposible. No orientas tu carrera hacia eso. Pero de una manera casi casual, se han juntado muchos factores que me han hecho recuperar esa ilusión que tenía de niño. No te digo que sea el destino, pero es una casualidad bastante bonita que cuando voy a cumplir el sueño de los Juegos, la Agencia Espacial Europea saque una convocatoria de 20 nuevos astronautas que me pilla en una edad buena y con una experiencia muy buena detrás, ya que he trabajado con astronautas y sé como funcionan los procedimientos.

–20 plazas para toda Europa. Es más fácil sacar plaza de notario, ¿no?

–La anterior convocatoria, de 2008, fue de seis plazas. Con 20 plazas dejan claro que quieren democratizar el espacio y abrirlo a diferentes perfiles. Va a haber cada vez más vuelos espaciales, tanto a la órbita baja de la Tierra, como a la Estación Espacial Internacional y viajes a la Luna en el proyecto Artemis. Tiene que haber más astronautas europeos involucrados si no queremos quedarnos atrás como potencia tecnológica y económica.

–¿Qué se necesita para ser astronauta?

–Una carrera científica y un máster, primero. Hablar inglés, además de tu idioma nativo. El ruso no es imprescindible, pero suma. Y pasar un reconocimiento médico de clase 2, como el de un piloto de vuelo privado. Esto es lo necesario para optar a esta convocatoria. Luego hay que pasar una serie de cuestionarios a nivel psicológico y psicotécnico. Los seleccionados hacen test más en profundidad y una evaluación médica a todos los niveles para prevenir la posibilidad de desarrollar enfermedades limitantes e incluso mortales en el espacio.

–Tenemos un ministro que fue astronauta, ¿pero hay tradición en España?

–No hay mucha costumbre a pesar de que somos el quinto contribuyente a la ESA. Hay muchos españoles, pero en departamentos como el de control de satélites, astrobiología o astrogeología. Tenemos científicos punteros dedicados al espacio.

–Mientras llega y no llega el examen combinas tu carrera deportiva con la preparación física de astronautas.

–Sí, en un proyecto de misiones análogas, que son simulaciones que se hacen en la Tierra de misiones a Marte y la La Luna. Estoy preparando a astronautas de las agencias espaciales austriaca e israelí, que van a pasar varios meses aislados en el desierto de Néguev, en Israel, desde octubre de este año.

–Será justo después de los Juegos Paralímpicos de Tokio. ¿Cómo combina la preparación con este trabajo y la preparación para el puesto de astronauta?

–Es cuestión de organizase el día. Dedico la mañana al entrenamiento, aunque no me gusta madrugar muchísimo. Por la tarde elaboro los planes de entrenamiento y tengo las vídeollamadas con los astronautas del proyecto en Israel. Ha habido épocas peores. Hasta octubre estuve haciendo mi tercer máster y era una locura, aunque ahora empiezo el doctorado...

–Se clasificó, con su compañero Gerard Descarrega, para 2020, pero han tenido que volver a sacar la mínima por la pandemia.

–La pandemia nos paró en seco los entrenamientos, la dinámica se rompió un poco. Al volver, Gerard tuvó un problema en un pie y pasó por una cirugía.Fue un proceso un poco lento, pero hemos cogido una dinámica de entrenamiento muy buena. Hemos revalidado la mínima y estamos en una situación de tranquilidad, reforzando la base para llegar a agosto como cohetes.

–Serán unos Juegos raros...

–Me da un poco de pena. Que mis primeros Juegos sean así, desaboridos, no es lo que uno sueña.Te imaginas el estadio lleno y tu familia allí, pero hay algo que no cambia. Los Juegos son una recompensa a muchos años entrenando muy duro y sacrificando muchas cosas. Quizás cambie el espectáculo, el ambiente y la necesidad de tener cuidado extremo dentro de la villa. El miedo es dar positivo o que estés cerca de uno y no poder competir. Son unos Juegos diferentes, pero vamos a competir con los mejores y, cuando todo vuelva a la normalidad, celebrar haber cumplido un sueño.

–Los deportes que no son de masas no tienen tantos apoyos cuando no hay Juegos. ¿Con los deportes paralímpicos es más difícil?

–El deporte paralimpico español está viviendo una época muy interesante. Las empresas se están dando cuenta que el retorno que tienen por apoyar al deporte paralímpico es igual e incluso mayor que un deporte no adaptado. Estamos lejos de alcanzar el deporte profesional al uso, pero vamos de camino. Personalmente le tengo envidia sana a la estructura profesional de un deporte como el fútbol. Ojalá mi deporte tuviera una estructura así. No viviríamos de becas, que son una ayuda, sino de salarios. Con la certeza de que vas a cobrar a final de mes, aunque haya una parte variable en función del resultado.

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