Manolo González de la Lastra: “Los apellidos son un cero a la izquierda”

Empresario

Manolo González de la Lastra.
Manolo González de la Lastra. / José Ángel García
Juan de la Huerga

26 de octubre 2025 - 05:00

IBÉRICO Y COSTERO. Comparte nombre con su abuelo, que fue torero de corta carrera y largo palmarés, y con su padre. El empresario Manolo González de la Lastra (Sevilla, 1997) también tiene sangre noble por vía materna (su abuela fue Socorro Sánchez-Dalp, hija del marqués de Aracena). Muy vinculado al campo, ha puesto en marcha en Aracena El Atajo, un restaurante que aúna lo lo mejor del ibérico con exquisiteces costeras.

Pregunta.–Ha abierto con Álvaro Valiente un restaurante en la sierra de Huelva. Dígame que es vegano y acabamos la entrevista ahora mismo.

Respuesta.–Inviable ser vegano allí... Queremos llevar el pescado frito a la sierra de Huelva, donde hay pocos sitios con buen material de costa. Lo traemos del mercado del Carmen de Huelva. Estando en Aracena también trabajamos el cerdo ibérico; allí si no tienes carne, no eres nadie.

P.–¿Mojama o jamón?

R.–Mucho más de jamón, de ibérico. Me gusta mucho el pescado, pero nada como el jamón, la caña de lomo, el salchichón...

P.–¿Por qué El Atajo?

R.–El restaurante está en un callejón y acortas para ir al centro.

P.–Si le preguntáramos a la IA por los atractivos de Aracena diría la Gruta de las Maravillas, el castillo, el senderismo, el jamón y los pasteles de Rufino. ¿Cuál le sumaría?

R.–La cerveza fría de El Atajo. La servimos en vaso fino de sidra y a la gente del pueblo le encanta.

P.–González de la Lastra y Sánchez-Dalp. Alfonso Guerra dijo que en algunos puntos de Andalucía se daba la mayor concentración de apellidos por metro cuadrado del mundo.

R.–Está feo decirlo, pero sí. Aunque los apellidos hoy son un cero a la izquierda. No están de más pero al final hay que currar igual.

P.–Esos apellidos serán un orgullo, ¿pero suponen cierto lastre?

R.–No, mis abuelos en Aracena aportaron mucho. Mi abuelo tiene una estatua en la plaza de toros.

P.–A priori uno no identifica a Aracena con la nobleza, salvo por el Marquesado concedido por Alfonso XIII a su bisabuelo. ¿Qué encontró su familia allí?

R.–El toro. Mi abuela tenía tierras, mi abuelo le compró la finca y la ganadería nos hizo seguir allí. Es un sitio con encanto, sabor, se come bien, muy bonito y cerca de Sevilla. Mi padre ha sido un enfermo del campo.

P.–Presuma de abuelo paterno, el torero Manolo González, continuador de la escuela sevillana creada por Chicuelo.

R.–Estoy encantado de ser su nieto, no lo conocí y es una pena que no lo viera torear. Pero su arte era espectacular. Toreó poco y se retiró, luego volvió y estuvo un año más. Fue corto pero intenso.

P.–Le preguntaron al retirarse que cuál había sido su mejor faena y respondió: “Quitar a mi madre del trabajo”. Buen hijo.

R.–Totalmente. Él se acostaba antes de tiempo para que le lavaran la ropa porque sólo tenía una muda. Su madre limpiaba en el aeropuerto y él se metió a torero para sacarla de trabajar. Lo hizo con su primer sueldo. Antes se toreaba por necesidad.

P.–"Más cornás da el hambre", dijo Espartero.

R.–Totalmente.

P.–¿Era antifranquista?

R.–A su padre lo mataron en la guerra, pero no era anti, iba a lo suyo. En México, sin él saber quién era, lo recibió Indalecio Prieto en el aeropuerto con más exiliados. Se lo llevaron a comer y le hicieron fotos. Cuando se enteró de quién era se murió de miedo, no quería volver a España y toreó muchísimo en México, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela... Hasta en África. Pero Franco no tenía problemas con él e incluso toreó en la Beneficencia.

P.–Su padre fue novillero y a usted le gusta el toro.

R.–De chico quería ser torero pero mi padre me quitó las ganas porque sabe lo que se sufre ahí. Últimamente me ha dicho que sí, pero ya con 28 años... Bueno, en junio debuté en un festival en Aracena, tenía esa ilusión y fue muy bonito. Me emocioné acordándome de mi abuelo y lo que le hubiera gustado verme.

P.–¿Le doy el pésame por la retirada de Morante?

R.–Una pena, pero los toreros se tienen que retirar arriba y mejor que este año es imposible. ¿Volverá? No sé. Es el mejor, pero todo el mundo tiene ganas de descansar, el toro quema mucho. Ha salido dos veces por la Puerta Grande de Madrid y han sido este año...

P.–Creo que su abuelo tiene más.

R.–No lo recuerdo, pero donde más toreó fue en Barcelona. En una temporada hacía allí más de 40 corridas. Igualito que ahora… Era muy querido.

P.–¿Quién ha hecho más por el renacer de la Fiesta: Morante o Urtasun?

R.–El ministro nada, lo hace en contra. Morante siempre ha apoyado al mundillo. Lo importante es cuánta gente joven está yendo a los toros.

P.–A ver si Pablo Aguado y Juan Ortega cogen el testigo.

R.–Torean muy bien, pero las personalidades son totalmente diferentes a la de Morante.

P.–Un diestro se casa con una noble. Sus abuelos se adelantaron varias décadas a Fran Rivera y Eugenia Martínez de Irujo.

R.–Sí, el toreo siempre ha tenido muchos seguidores de todas las clases.

P.–Eran héroes.

R.–El toreo estaba muy bien visto, ahora menos.

P.–Soy fiel cliente, pero me da rabia no haber conocido el palacio de su familia derribado en los 60 donde hoy está El Corte Inglés.

R.–Tenía que ser impresionante, enorme, pero ahora está El Corte Inglés, sí...

P.–Su madre tiene una tienda de camisones. ¿Quedaré bien si le regalo por Reyes uno a mi suegra cuando lo sea?

R.–Son de muchísima calidad. Ahora la lleva mi hermana Inés.

P.–¿Y vende lencería? Por si me la juego.

R.–No, camisones y batas. No cambie que le puede salir mal la jugada...

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