Irene Garrido | Soprano

"Estamos más valorados fuera que aquí por nosotros mismos"

  • La soprano malagueña, que trabaja en el coro del Teatro Real, reivindica una mayor accesibilidad de la ópera para el público joven

Irene Garrido en un autorretrato.

Irene Garrido en un autorretrato.

Nació en Mijas (Málaga) hace 27 años y comenzó Traducción e Interpretación, carrera que dejó para centrarse en la música. Estudió piano en el Conservatorio Superior de Música de Málaga y continuó con canto. En Bruselas consiguió el título de máster de canto lírico, aunque el sistema es diferente al de España y aquí tiene problemas con su homologación. Ha trabajado en la ópera de Flandes, en el coro de cámara de Namur y ahora forma parte del coro del Teatro Real. También escribe, pinta e indaga en la fotografía.

–¿Cómo es la carrera profesional de una soprano?

–La verdad es que muy complicada. Para cualquier cantante en este mundo los inicios son difíciles y bastante solitarios. Son muchos viajes, presentarte a pruebas, a concursos, lo que conlleva unos gastos que no recuperas. Y hay que mantenerse en muy buena forma física y psicológicamente.

–Frente a los éxitos y tendencias del momento, ¿la ópera parece algo del pasado?

–No, no es algo del pasado. Lo que sí hace falta es que se vaya renovando un poco. La concepción de que la ópera es algo antiguo se tiene sobre todo en España. Cuando vivía en Bélgica veía como la gente joven iba a la ópera sin ser del medio, aquí tienen un cierto prejuicio. Luego en directo se suelen llevar una sorpresa y les gusta. Hace falta que la gente se anime y haya más opciones.

–¿Los precios deberían de ser más asequibles para enganchar a la gente joven?

–Es verdad que el precio de las entradas es bastante caro, pero si lo comparas con un partido de fútbol, ni mucho menos. Tiene que tener más accesibilidad para el público joven, entradas de última hora, algún tipo de enganche, es necesario. También es normal que otras entradas sean más caras, hay que pensar que detrás hay un equipo enorme de gente trabajando.

–¿Qué pasa con los coros?

–En España se tira muchísimo de coro amateur, no se le paga ni se considera un trabajo cuando a la orquesta eso no se le cuestiona, tienen su sueldo, su puesto fijo, son profesionales. En España los coros se tendrían que regular mucho mejor.

–¿Hay suficiente relevo generacional entre los profesionales de la ópera?

–Sí, hay mucha gente joven interesada y estudiando, formándose para esto, mucho más de lo que la gente se cree y de los que luego pueden acceder al mercado laboral. La competencia es bastante dura, por tanto.

–¿Cómo percibe el futuro de la lírica desde dentro?

–La lírica debe mantenerse aunque hace falta adaptarla a los nuevos tiempos. Hay producciones muy modernas, puestas en escenas rompedoras, pero se necesita darle una oportunidad y más accesibilidad para los que no se han aventurado a conocerla todavía.

–¿Cómo le está afectando la pandemia?

–Tuve bastante suerte porque tenía un contrato y después del ERTE he podido seguir trabajando. Muchos se han quedado en la estacada, han intentado encontrar trabajo en otros sectores que no tienen nada que ver. Cualquier artista freelance se ha visto con el culo al aire. Todavía muchos trabajan sin contrato, en negro, con ganancias muy precarias y eso se va a ver reflejado en los próximos años. En el Teatro Real seguimos en activo, es uno de los poquísimos teatros que sigue funcionando pero con aforo limitado y cantando con mascarilla.

–¿Cómo pueden cantar con mascarilla?

–Puf, haciendo un poder. A los solistas le hacen pruebas para controlar el virus y a los coristas nos dan una mascarillas especiales para cantar. Pero esto es un reto también. La percepción del sonido cambia, la mandíbula hace gestos raros...

–¿Cree que las restricciones han sido especialmente duras con el sector de la cultura?

–Sí. Veo una falta de homogeneidad bastante grande. En el tren o el avión están todos los sitios ocupados y la gente puede pasar horas sentada junto a desconocidos, mientras que en un teatro se reducen los aforos y se cierran.

–Esto más que olas está siendo un tsunami...

–A todo el mundo le ha pillado de improviso y se ha reaccionado como se ha podido, pero ha sido un mazazo fuerte, sobre todo para los proyectos más pequeños, para los teatros más humildes. A esos si les reduces el aforo no pueden subsistir.

–¿Hay que salir de Andalucía para labrarse un presente y un futuro profesional bueno?

–Hay que salir. En Andalucía estaba empezando a hacer cosas de solista, algunas por el dinero de la gasolina y otras por poco y sin contrato. Aquí hay mucho arte, mucho talento, musicazos, pero no se valora lo que debería. En España tenemos un complejo muy absurdo, parece que todo lo extranjero es mejor. Estamos mucho más valorados fuera que aquí por nosotros mismos. Tristemente es así.

–¿Estar contratada en el coro del Teatro Real le permite vivir de esto?

–Sí que vivo con lo que gano. Otros años combinaba jazz, música antigua y lírico, lo que más me gusta. Ahora tengo un trabajo estable.

–¿El sueño es ser solista?

–Tenía ese sueño pero no lo necesito. Lo que sí es una pena es la exclusividad que se exige a los artistas en España. Igual si eres profesor. Y es una de las grandes diferencias que veo con el resto de Europa. Se peca de restringir demasiado y lo considero contraproducente. Si tienes proyectos en solitario que te exponen más, harás un trabajo más fino luego. Los retos y la motivación son importantes.

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