Nuevo curso político

Casado no dará tregua a Sánchez

  • El líder del PP ha soltado el lastre de la portavoz parlamentaria pero su oposición seguirá siendo fiera, más con la moción de censura de Vox a la vuelta de la esquina  

Pedro Sánchez y  Pablo Casado en el Palacio de la Moncloa en su primera reunión del año, el pasado 17 de febrero.

Pedro Sánchez y Pablo Casado en el Palacio de la Moncloa en su primera reunión del año, el pasado 17 de febrero. / Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Pablo Casado afea a Pedro Sánchez que se marchara de vacaciones en plena pandemia del coronavirus, con la "segunda oleada" en marcha y sin haber hecho los deberes, esto es, los cambios legales correspondientes para poder hacer frente a los rebrotes, aunque Moncloa tiene muy claro que la responsabilidad corre a cuenta mayormente de las comunidades autónomas una vez que se acabó el estado de alarma y se esfumó el mando único. 

El líder del PP le propuso al Gobierno cambios en leyes sensibles como las de Seguridad Nacional, Salud Pública y Protección Civil, pero el Gobierno lo descarta y además descarga la responsabilidad en las  autonomías, que son las que tienen las competencias para gestionar las medidas para frenar la pandemia.

"3.650 contagios en 24 horas, 70.420 en 15 días y 125 muertos en una semana. Simón confiesa que 'las cosas no van bien y podría haber muchos muertos'. Pero Sánchez se lavó las manos y se fue de vacaciones en plena segunda oleada sin hacer los cambios legales", ha escrito este sábado Pablo Casado en la red social Twitter.

Un día después de que un juez de Madrid anulara la orden que prohíbe fumar y cierra el ocio nocturno porque entiende que "desde una comunidad autónoma no se pueden limitar derechos fundamentales con carácter general sin una previa declaración de la alarma".

Ayuso entra al trapo

Le crecen los enanos con ese juez marcial y también ha entrado al trapo la aturdida presidenta regional. Isabel Díaz Ayuso ha dejado patente su malestar en las redes sociales con el Ejecutivo central y lo que llama su "dejación de funciones" mientras el caballo loco del Covid-19 se le desboca de nuevo.

Al tiempo en el horizonte inmediato del mes de septiembre se dibuja la moción de censura de Vox contra Sánchez. El PP no la apoyará porque la considera algo muy parecido a un bumerán, un "balón de oxígeno" para el Ejecutivo porque está aritméticamente condenada al fracaso y le va a hacer un gran favor a Sánchez y compañía. 

En todo caso, el PP deberá navegar hábilmente entre dos aguas para que los de Santiago Abascal no le sigan haciendo escapes entre su electorado. Por eso no da tregua a los socialistas. En las elecciones de abril de 2019, Vox obtuvo 2.677.173 votos, cuando en las anteriores, en 2016, no pasó de las 46.000 papeletas. ¿De dónde ha salido ese hiperincremento y su ulterior correlato en los comicios del 10-N, que han erigido a la formación ultra en la tercera fuerza del Congreso? Básicamente del caladero del PP y de Ciudadanos, aterrados ante la posibilidad de que Vox se conviertan en la verdadera oposición si pactan demasiado con el Gobierno, en un tiburón que se coma hasta a la gaviota. 

Mimetizar su discurso con el de la extrema derecha no fue una buena opción y por eso Casado recuperó el resuello en los comicios de noviembre tras el batacazo de abril y recuperó 700.000 votos (logró poco más de cinco millones, por 4.300.000 en primavera) y 22 escaños (88 por 66).

La destituida Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz del PP propugnaba un Gobierno de concentración con los socialistas, algo contra lo que Casado ha puesto pie en pared. El jefe de la oposición ha soltado lastre de radicalidad con su cese y ha advertido en implícita réplica a su verso suelto de que su partido no puede formar parte de la gobernabilidad del brazo de  Sánchez porque es la alternativa y no una “muleta sustitutoria” o un “recambio de Podemos”.

Feijóo versus Iturgaiz

Lo que deja en el aire la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2021, fundamentales para aprovechar las ayudas europeas y reconstruir el país tras los destrozos de la pandemia.

La reválida de Alberto Núñez Feijóo en Galicia y la debacle de Carlos Iturgaiz en el País Vasco le han enseñado el (buen) camino a Casado, una  ruta que debe seguir los cánones de la moderación, como la sustitución de la lacerante Álvarez de Toledo por Cuca Gamarra y la integración del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, otra estrella emergente al albur de la lucha contra la pandemia que ejerce de contrapeso de las estridencias que se gasta su compañera presidenta de la Comunidad.

El líder de la oposición asegura que sigue teniendo la "mano tendida" al Gobierno, pero la condición es que éste acepte sus propuestas en materia económica, con el plan Activemos España, o en materia sanitaria, con el Plan Cajal, así como las modificaciones legales necesarias para hacer frente a los rebrotes.

Sánchez acusa al PP de sumarse a la ultraderecha y empeñarse en "intentar hacer caer a un Gobierno legítimo, perseverando en la provocación y en la bronca" en lugar de ayudar a superar la crisis sanitaria.

Casado acaba de cumplir en julio dos años al frente del PP tras ser elegido en un Congreso extraordinario. El último Congreso Nacional ordinario del partido fue en febrero de 2017 y, según los estatutos, deben celebrarse cada cuatro años, por lo que llegará otro en 2021. Esa es la fecha que hasta hace poco manejaban en Génova para la celebración de unas nuevas elecciones generales, aunque la presunta debacle del maridaje entre Sánchez y Pablo Iglesias no está ni se la espera con permiso de las investigaciones de las cuentas de Unidas Podemos, en solfa coincidiendo, será casualidad, con la montaña rusa informativa en la que se ha instalado la Casa Real.

La pervivencia del Gobierno depende básicamente de que Sánchez consiga armar apoyos para aprobar los Presupuestos y enterrar los de Montoro. Tiene dos caminos divergentes, que pasan por Ciudadanos o por ERC, nunca por el PP, con parada y fonda en Cataluña.   

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