Crónica Personal

Echar a Sánchez: el centroderecha cree que lo puede conseguir

PP y Ciudadanos asumen que el presidente completará la legislatura pero también que, cuando se convoquen elecciones, existen muchas posibilidades de hacerse con el Gobierno.

Echar a Sánchez:  el centroderecha cree que lo puede conseguir

Echar a Sánchez: el centroderecha cree que lo puede conseguir

ESTA semana se han producido varias noticias en el espacio del centroderecha: la más importante, que Ciudadanos va a votar en contra de los Presupuestos al advertir que Sánchez no renuncia a su pacto con ERC y Bildu. Segunda noticia: el periódico 20 Minutos publica una encuesta que ha circulado de mano en mano en los círculos políticos, pues recoge por primera vez en mucho tiempo que si las elecciones se celebraran ahora PP, Ciudadanos y Vox sumarían más escaños que la izquierda y el populismo que se aglutina en torno a Pedro Sánchez. Tercera noticia, PP y Ciudadanos no concurrirán juntos a nuevas elecciones. Era la posición que defendía el líder del PP en Cataluña, Alejandro Fernández, y que defendían también otros dirigentes nacionales del PP, convencidos al fin de que la lista única no siempre se traduce en mayor número de escaños que si se suman los que se consiguen por separado.

Esas tres noticias, más la aprobación de los Presupuestos que varios miembros del Gobierno aseguran que va a marcar unas nuevas políticas en las que pierde protagonismo Pablo Iglesias, ha hecho pensar al PP y Ciudadanos que la batalla no está perdida. Asumen que Sánchez completará la legislatura o casi -a no ser que se produzca un cataclismo social que rompa la coalición o que Bruselas ponga condiciones inasumibles al fondo de rescate-, pero cuando se convoquen nuevas elecciones existen muchas posibilidades de que el centroderecha alcance la mayoría necesaria para hacerse con el Gobierno.

Vox quedaría al margen, la ruptura que se visualizó cuando Pablo Casado arremetió contra Abascal en el debate de la moción de censura, es inamovible, sin vuelta atrás. Ayuda además que el partido de Abascal ha tomado una decisión inaudita ante los Presupuestos al decidir no presentar ninguna moción y, a cambio, inundar las redes sociales con vídeos demoledores contra la acción de gobierno. Una estrategia que echa abajo la imagen de partido preparado para gobernar. Estrategia por otra parte que no comparten con entusiasmo todos los miembros de la dirección de Vox, que habrían preferido presentar enmiendas que demostraran que tienen una política económica propia, así como argumentos para echar abajo los Presupuestos.

Inés Arrimadas tiene sentimientos contradictorios respecto a la ruptura de las negociaciones con el Gobierno respecto a los Presupuestos. Por una parte, ha logrado su objetivo de echar abajo el mensaje que vendía Sánchez de que se echaba en brazos de Bildu y ERC porque era la única manera de aprobar los PGE. No era cierto, podría aprobarlos sin necesidad de hacer concesiones a independentistas y a los herederos de ETA. Por otra, Arrimadas siente decepción porque no ha podido impedir lo que considera una desgracia para los españoles, un Gobierno instrumentalizado no sólo por Podemos sino también por ERC y Bildu. Tampoco ha podido conseguir todo aquello que esperaba a cambio del apoyo a los Presupuestos: medidas para paliar la situación de los autónomos, que los padres de niños en cuarentena pudieran acceder a bajas pagadas durante ese periodo de tiempo y una tarjeta sanitaria única para todos los españoles.

Mirada hacia el PNV

En contraposición a esa decepción se encuentra Arrimadas con la certeza de que ha hecho lo que consideraba adecuado y está convencida de que cuando llegue el momento de acudir a las urnas -la primera cita es la catalana, en febrero- podrá conseguir votos de socialistas desencantados con las políticas de Pedro Sánchez; aunque asume también que haber mantenido el diálogo con el Gobierno hasta que comprobó que Sánchez era un irredento abducido por su vicepresidente segundo provocará que un porcentaje equis de votantes de Ciudadanos se irán al Partido Popular, que en muchos casos es el partido al que votaron hasta la aparición de Ciudadanos y, antes, de UPyD.

En el PP, Pablo Casado trabaja ya con la posibilidad no imposible -lo era hasta que Sánchez pactó con Bildu- de que pueda gobernar en la próxima legislatura. Está convencido de que va a ganar las elecciones y ha marcado ya la estrategia a los órganos de dirección del partido.

Es evidente que no puede gobernar en solitario, pero podría hacerlo con Ciudadanos o incluso con un PNV que siempre se llevó bien con el PP -Ortúzar confiesa su dolor personal al apoyar la moción de censura de Pedro Sánchez, pero creía en ese momento que la continuidad de Rajoy no era la mejor opción-. En ningún caso se plantea gobernar con Vox. Aunque, si salen los números, Vox podría abstenerse para permitir un Gobierno de centro derecha, pues iría directo a la desaparición si permitiera la continuidad de Pedro Sánchez pudiendo gobernar el PP. De hecho, tras la ruptura del PP con Vox hace unas semanas, desde Vox ya se advirtió que respetaría el apoyo a los gobiernos autonómicos y municipales del PP y Cs, y lo acaba de reafirmar en Andalucía con unas contraprestaciones perfectamente asumibles para el equipo de Juanma Moreno.

El partido intocable

En los próximos años, veremos un PP marcando distancias con Vox todos los días, a todas horas. Con un mensaje que ya han empezado a lanzar dirigentes del PP, empezando por el propio Casado: la única posibilidad de que Sánchez deje de ser presidente es no votar a Vox y permitir así que el PP consiga más escaños que el PSOE. Por otra parte, pretenden recuperar los votos del PP que se fueron al partido de Abascal, no sólo insistiendo en que si crece el PP se desaloja a Sánchez e Iglesias de Moncloa, sino también explicando que Vox "no es el PP con más cojones" -como dice un miembro de la dirección del PP- sino un partido que defiende unos valores en los que el patriotismo y la unidad de España es incuestionable, pero además respeta el estado de derecho y se promueven políticas de Estado que Vox ha dejado de lado, llevado por la visceralidad de algunos de sus dirigentes y por la falta absoluta de experiencia en el ejercicio del gobierno.

Respecto a Ciudadanos, para el PP es un partido intocable que merece el máximo respeto. El diálogo es constante, la relación entre Arrimadas y Casado es impecable y comparten muchos conceptos, políticas y filosofías sobre el futuro de España.

Para Casado, Ciudadanos sería el socio prioritario si se concretara la posibilidad de gobernar y, por tanto, le interesa que crezca. No es fácil que ese crecimiento se produzca a través de votantes del PP, sino que por el contrario desde hace meses se está produciendo un acercamiento de votantes de Cs hacia el PP; pero sí puede haber fuga de votos del PSOE hacia Ciudadanos. En el socialismo es visible que un importante porcentaje de militantes y votantes se sienten no desencantados sino indignados con Pedro Sánchez -se ha comprobado los últimos días aún más, con declaraciones de destacados miembros del PSOE histórico y de varios barones regionales- y se sentirían cómodos en un partido de centro, capaz de dialogar con la izquierda, pero que se autoimpone líneas rojas que en la mayoría de los casos coinciden con las que defendía el PSOE hasta que Sánchez ganó la secretaría general.

Para el Gobierno era prioritario aprobar los PGE para abordar las cuestiones más importantes de la gobernabilidad, aunque vendrán muy lastradas por las exigencias de los partidos que apoyarán los Presupuestos. Para el PP y Ciudadanos, esas exigencias, inadmisibles para infinidad de socialistas, puede abrir las puertas a una solución de centroderecha que, a medio plazo, pueda sustituir a un Gobierno de coalición que no sólo no ha resuelto ningún problema, sino que ha agravado los existentes… y ha añadido otros que nunca se habían plantado.

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