Francisco Camps

El aspirante desconocido

Es la mesura, el talante y la conciliación en política. Facultades nada desdeñables en los tiempos más crispados que ha conocido el patio de los Leones. Su estilo caballeroso y refinado es inconfundible pero su figura resulta un enigma para la mayoría. Es el pretendiente menos mediático de la potencial terna alternativa a Rajoy. Si saliera victorioso, necesitaría de un programa acelerado de márketing para alcanzar a Zapatero. Lo bueno de su escasa popularidad es que no ha sufrido el desgaste de Aguirre ni de Gallardón, ya que su radio de acción se ha limitado a la escena valenciana. Su mayor botín son las dos mayorías absolutas que luce en tierras levantinas. Su figura ha trascendido la arena valenciana en contadas ocasiones pero, apenas brilló, volvió a apagarse. Ocurrió en la primera etapa de la pasada legislatura, cuando salió a escena a rebufo del Estatut con la cláusula Camps, un ingenioso mecanismo de autodefensa por el que Valencia adoptaría los hipotéticos privilegios concedidos a Cataluña. También le han dado fama sus sonoras desavenencias con Zaplana, que han acentuado su carácter insumiso. Sus opciones pasan por representar la solución salomónica a la pugna Aguirre-Gallardón que, de proyectarse en el cónclave de junio, amenazaría la unidad del partido de la gaviota.

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