La cumbre de la OTAN, un éxito sin nada que celebrar

La coyuntura belicista impuesta por Rusia facilita el rearme y la inversión La izquierda radical debería adaptar su discurso a la realidad para evitar la irrelevancia Impagable campaña de publicidad de los líderes retratados con 'Las meninas'

Los líderes de la OTAN y la UE, frente a 'Las meninas' en el Museo del Prado.

Los líderes de la OTAN y la UE, frente a 'Las meninas' en el Museo del Prado. / ALBERTO ORTEGA, EUROPA PRESS

En sus 73 años de existencia, la OTAN no ha dejado de adaptarse a las circunstancias geopolíticas. Es posiblemente la clave de su éxito. Lejos de ser una alianza estática y cerrada se ha comportado cono una organización dinámica y abierta. Es cierto que la mera existencia de la OTAN habilitó el nacimiento de su anatema. El Pacto de Varsovia surgió solo seis años después, liderado y manipulado por Rusia, aglutinando a cuantos países del este pudieron.

En la cita de Madrid se han dibujado los nuevos contornos de la alianza atlántica y equivale a algo así como el regreso a una nueva guerra fría. Con Rusia en el centro de las preocupaciones. Y China convertida en “un desafío” para “los intereses, los valores y la seguridad” de la OTAN, que es una forma más elaborada de llamar enemigos a los chinos sin hacerlo.

La bien engrasada relación entre Moscú y Pekín es otro factor desencadenante de la desconfianza, por más que Xi Jinping se ha mantenido -táctica y afortunadamente- en una posición relativamente pasiva en la invasión de Ucrania. Todo va muy rápido. Solo hace doce años que EEUU y Rusia escenificaron un encuentro de amistad en Lisboa.

La tercera pieza del nuevo concepto estratégico, clave para España, es la frontera sur de Europa, donde habrá presencia directa de tropas de la OTAN. Aviso para navegantes sobre quién interviene según para qué, llegado según qué caso y en según qué momento. Para España se llaman Ceuta y Melilla. Sumen la incorporación de Suecia y Finlandia. Y un éxito indiscutible para la organización que Trump dejó malherida: el empujón definitivo a los países rezagados -entre ellos, España- para que incrementen su inversión en Defensa hasta llegar al 2% del PIB.

Nada que celebrar

La cumbre ha sido un éxito organizativo y ya se verá si es también un éxito en el cumplimiento de sus planes, pero no hay nada que celebrar. Lo que ha ocurrido en Madrid es la constatación de que el mundo es cada día un lugar más peligroso. Ese planeta desapacible ha provocado el mayor rearme del bloque atlántico en muchas décadas.

Los países van a destinar más recursos públicos a armamento -el 2% del PIB será el suelo, no el techo- y podemos contar ya con la reacción de los adversarios. No es un motivo de celebración que se haya invertido la inercia hacia el fin de la guerra de bloques -ahora: OTAN vs China y Rusia- y esta apuesta por el rearme. Todo tendrá, además, consecuencias en clave nacional. Sin embargo, hay una especie de lógica de la inseguridad y el unilateralismo salvaje de Moscú que nos conduce a estos nuevos escenarios con escasa resistencia.

España va a la cabeza del nuevo atlantismo. Y todo esto de la mano de Pedro Sánchez y de un gobierno con Podemos. Paradojas de la vida. Sánchez, el más pro-OTAN de los presidentes españoles. Quién lo hubiera dicho cuando hacía campaña en primarias contra el sistema y la superestructura, que apoyaba a Susana Díaz. Pero hoy hace lo que debe. Cierra la semana con un innegable éxito personal y con una exhibición de prestigio internacional que supera al que tiene en casa. Lo dicho, un caso de estudio.

Un tiempo sin matices

La ventaja que tiene la OTAN para ejecutar esta jugada es que la crisis rusa lo ha puesto todo en entredicho. Las posiciones antimilitaristas pierden fuelle. La opinión pública alcanza hoy hasta un 80% favorable a la OTAN en España en un estudio del Instituto Elcano, aunque el CIS también rebaja notablemente el apoyo de los españoles a doblar el gasto militar. Y los ciudadanos necesitan pocas explicaciones tras ver cómo un país nuclearizado invade a otro y provoca una crisis social, económica y política de las que creíamos que ya no íbamos a ver.

A la izquierda socialdemócrata le tocó revisar sus posiciones hace muchos años de la mano de Felipe González, sabedor de que España debía entrar en la Alianza si quería ser un país homologable, relevante y jugar en los foros internacionales. A la izquierda situada a la izquierda del PSOE le toca actualizarse y tendrá que hacerlo tarde o temprano. La alternativa es envejecer agarrados a una pancarta con un número declinante de seguidores detrás.

Pacifismo contra 'realpolitik'

Una parte de los detractores del rearme prefieren potenciar la seguridad europea a fortificar el rol de la OTAN. Como si un ejército europeo fuera a construirse con pistolas de agua y tirachinas. Sin embargo, en este mundo debe haber espacio para posiciones que maticen y cuestionen una nueva carrera armamentística sin más. El problema es que o son posiciones razonables y ancladas en la coyuntura presente y en el mundo que vivimos o solo será una mezcla de ingenuidad con reflujo antimperialista ochentero.

Ciertamente, este impulso militar es inquietante. Salvo personajes siniestros, a nadie en su sano juicio le gusta invertir en armas antes que en Educación. Los tanques no son el utilitario favorito de los ciudadanos. Y el horror de una bomba es compartido por prácticamente toda la humanidad. El problema es que se necesitan alternativas realistas, que funcionen y se contrapongan a las agresiones salvajes como la de Putin. Nadie ha formulado alguna con visos de tener éxito. Putin no parece muy interesado en las apelaciones al diálogo y a la cultura de paz.

La secretaria general de UP, Ione Belarra, ha reiterado su posición esta semana: “Con balas no se come, con bombas no se cura y con tanques no se apagan incendios”. Y tiene razón. Pero las bombas desgraciadamente no están hechas para curar ni los tanques para apagar incendios.

'Fakes', la otra amenaza

Las fake news impulsadas por un ejército de bots durante la cumbre demuestran a las claras cuáles son otros de los nuevos riesgos de nuestro tiempo. Contenidos falsos como que el Gobierno español había decretado el estado de sitio durante la cumbre o que había prohibido los derechos de reunión y de manifestación en aplicación de una de nueva ley de Seguridad Nacional que no existe han dado varias vueltas al mundo. Han movido una instantánea con el presidente español situado en el último lugar de la foto de familia de los líderes mundiales. Aunque era una foto que se hizo hace meses en Bruselas. Y así hasta el infinito.

En el apartado de amenazas híbridas figura este de las noticias falsas, cuyos efectos son reales y aterradores. La irrupción de Rusia a través de las redes en procesos electorales es otro de los hechos que deberían inquietarnos a todos. Quizás sea el filósofo surcoreano Byung-Chul Han quien mejor ha traducido los riesgos reales de las noticias falsas. En su libro Infocracia da por sentado que vivimos en una era donde la economía, la política y la sociedad están condicionadas por la información y su difusión con algoritmos y el apoyo de la inteligencia artificial. Sostiene que el poder no tiene ya apariencia coercitiva sino que utiliza la libertad a su servicio antes que oponerse a ella y, mediante la manipulación sistematizada, logra el más letal de sus objetivos: conseguir que la ciudadanía no distinga entre verdad y mentira.

Y España…

Y si hay algo que aplaudir a la organización -cuyo trabajo ha sido unánimemente celebrado- es la idea de celebrar la cena de líderes en el Museo del Prado. Pocos países en el mundo pueden exhibir un marco semejante y ninguna foto de familia, como esta, será recordada. Los líderes del mundo posando delante de Las meninas fue emocionante. Se llama orgullo de país. Es impagable la campaña de marketing de Johnson o Macron recreándose ante los cuadros de la primera pinacoteca del mundo. Un diez.

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