Las claves / Elecciones generales del 10-N

La hora de la verdad

  • Exceso de convocatorias, guirigay político, falta de grandeza de la mayoría de candidatos..., pero que no se quejen entonces del resultado los que decidieron no contribuir a que fuera distinto

Pedro Sánchez con Pablo Casado en el Palacio de La Moncloa el pasado 16 de octubre para analizar la escalada de violencia en Cataluña tras la sentencia del 'procés'. EFE/Juan Carlos Hidalgo Sánchez se reúne con Casado para analizar situación en Cataluña tras sentencia del "

Pedro Sánchez con Pablo Casado en el Palacio de La Moncloa el pasado 16 de octubre para analizar la escalada de violencia en Cataluña tras la sentencia del 'procés'. EFE/Juan Carlos Hidalgo Sánchez se reúne con Casado para analizar situación en Cataluña tras sentencia del " / Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Reflexión y voto. Ha llegado el momento de participar en las elecciones para elegir nuevo Gobierno, la forma de decidir el futuro de España. Se comprende que el exceso de convocatorias, el guirigay político y la falta de grandeza de la mayoría de los candidatos provoquen la tentación de pasar de largo ante las urnas, pero que no se quejen entonces del resultado los que decidieron no contribuir a que fuera distinto.

Se encuentran los españoles ante el 10-N con docenas de sondeos y trackings que aportan datos discrepantes y una única coincidencia: ganarán los socialistas seguidos muy cerca por el PP. Todo lo demás está en el aire, con muy pocas certezas: si las urnas no dicen lo contrario a lo que apuntan esos sondeos, no habrá mayoría en el bloque de izquierdas ni en el de derechas, a no ser que la izquierda sume a los independentistas. Con una segunda certeza relevante: el incremento espectacular de Vox, lo que era impensable hace apenas un mes.

Se producen algunas situaciones insólitas en estas elecciones: la falta de empuje del PSOE se debe sobre todo al rechazo que provoca, Pedro Sánchez, al que solo renovaran su confianza los socialistas de lealtad incondicional. Ocurre lo mismo en Ciudadanos, donde la caída que anuncian todos los analistas está directamente relacionada con la decepción hacia su líder Albert Rivera y sus bandazos políticos, mientras se incrementa la admiración hacia Inés Arrimadas –probablemente aún más sólida desde su participación en el debate del jueves entre las cinco candidatas de los principales partidos– y también hacia el secretario general José Manuel Villegas, hombre siempre en segundo plano pero de eficacia y rigor sobradamente demostrados. PSOE y Cs se resienten del rechazo hacia sus líderes, como en tiempos pasados ocurrió en el PP con Mariano Rajoy.

La debilidad de Sánchez

Pedro Sánchez convocó estas elecciones no por la imposibilidad de formar gobierno -podía haberlo hecho abriendo algo más la mano a Ciudadanos o aceptando al menos algunas de las exigencias del PP y Ciudadanos para la abstención- sino para incrementar su número de escaños. Error que anteriormente habían cometido líderes políticos extranjeros como Jacques Chirac o Theresa May, y que podría repetirse en el caso del actual presidente de gobierno.

Más que un castigo a su escasa acción de gobierno, atado de pies y manos por su minoría que le ha impedido incluso aprobar sus propias presupuestos, lo que ha provocado la falta de confianza hacia el candidato socialista que recogen los sondeos ha sido su política respecto a Cataluña y, en las últimas semanas, los datos económicos y de empleo, que han servido de base al PP para recordar que los gobiernos socialistas no afrontan con eficacia las crisis, y que fueron gobiernos del PP – Aznar, Rajoy- los que pusieron en marcha medidas que recondujeron la situación y frenaron el chorro de desempleados que hacían cola ante las oficinas del Inem. Tomaron medidas drásticas y expeditivas, muy duras, pero sacaron a España de una situación crítica.

El juego político

Sánchez, víctima de sí mismo por su falta de coraje para enfrentarse a la violencia de los independentistas catalanes, que no ha podido demostrar mayor capacidad de diálogo que Rajoy con los independentistas, que como a Rajoy le ponían condiciones inaceptables por delante, que Sánchez además no rechazó de plano como hizo el anterior presidente sino que se las guardó en el bolsillo –uno de los errores monumentales que ha cometido– ha llegado al final de la campaña con una polémica muy seria en la que se ha cuestionado su respeto a la independencia de la Justicia. Polémica que ha obligado a su equipo a emitir un comunicado con explicaciones ante lo consideraron un problema de comunicación del presidente por su cansancio, y también a que antes del día de reflexión organizaran dos entrevistas de Sánchez que no estaban previstas inicialmente. No importaba cambiar la agenda con tal de salir del entuerto.

Hay nervios en el PP por la aparente subida espectacular de Vox, nervios que se advertían en aquellos que, desde primera hora, pedían a la dirección los datos del tracking que enviaba diariamente la empresa contratada. Pablo Casado ha apostado en esta campaña por la moderación y el centrismo para alejarse del extremismo de Vox, y además de la subida de Vox le preocupa el resultado de Ciudadanos, socio preferente del PP y partido con el que gobierna en varias regiones y alcaldías con el apoyo de Vox. Partido éste último que ya ha anunciado que seguirá apoyando al PP, y lo hará sin exigir a cambio cuotas de gobierno. Vox prefiere tener un puesto cómodo sin responsabilidades de gestión pero imponiendo iniciativas desde la oposición sabiendo que lo hace desde una posición de fuerza.

El problema de Casado es que son tan altas las expectativas que le han dado algunos sondeos, que subir veinte o treinta escaños se considerará un fracaso porque el listón se había colocado en superar el centenar de escaños. Aún así, nadie cuestiona en este momento el liderazgo del presidente del partido, que en abril tuvo el resultado peor de la historia del PP pero en cambio se hizo con un número importante de gobiernos gracias a los pactos con Ciudadanos y Vox.

El PP acusa al PSOE de promover la subida de Vox para debilitar a PP y Ciudadanos. Una acusación que no se basa en nada, aunque es verdad que la prevista subida del partido de Abascal debilita a esos dos partidos. Pero así es el juego político; en Podemos se acusa al PSOE de promover el partido de Errejón, también lícito juego político. En cualquier caso, lo habitual es que la subida de un partido no se deba solo a su propio empuje más una posible ayuda externa, sino a la falta de reacción de quienes se encuentran en su mismo campo.

Dimisiones

El 10-N ya está aquí y esta noche, con los números de escaños de cada partido, se darán los primeros pasos para las necesarias negociaciones con vistas a formar Gobierno. Y esta noche, lo mencionan con naturalidad varios partidos, pueden producirse dimisiones como ocurrió en noches electorales previas con candidatos que no alcanzaron los mínimos esperados.

Los ojos se ponen en Rivera, que además ha declarado que no le preocuparía dejar la política porque tiene una carrera profesional.

Declaración torpe, reconocen los suyos, aunque no significa que baraje la dimisión.En Moncloa, donde transmiten la seguridad de que Sánchez seguirá con despacho allí, preocupa Cataluña. No solo porque hay que garantizar una jornada electoral sin incidentes que obliguen a repetir elecciones en algunas mesas si los CDR logran su objetivo de impugnarlas, sino porque es fundamental para Sánchez que los independentistas de ERC no consigan tantos escaños como para convertirse en socio necesario para la investidura. El PSOE, como ocurrió con el PP hasta poco antes de la caída de Rajoy, siempre consideró a Junqueras un independentista capaz de no dar paso hasta que sus iniciativas fueran legales, pero con el tiempo se ha visto que el líder de ERC es un hueso muy duro de roer. No un cobarde como el fugado Puigdemont, pero implacable a la hora de cumplir sus objetivos.

Casado no responde cuando se le pregunta si apoyaría la investidura de Sánchez y dice que está en condiciones de ganar. También los socialistas afirman que no tienen duda de que Sánchez conseguirá la mayoría necesaria. .. pero reconocen también que los últimos días han sido difíciles y no saben cómo van a influir en las urnas.

La suerte ya está echada.

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