Las consecuencias para el Gobierno del cambio

Un resultado electoral difícil de digerir desde la Junta de Andalucía

Juanma Moreno vota en las elecciones del 10-N.

Juanma Moreno vota en las elecciones del 10-N. / Carlos Díaz · Efe

Hace seis meses y medio, Cs consiguió ser el segundo partido más votado en Andalucía. Ese 28 de abril, los naranjas se situaron por primera vez como la segunda fuerza y daban el sorpasso de la derecha, no conseguido a escala nacional. Pese a ello, el Gobierno del cambio de Andalucía optó por encapsularse y logró que ese resultado no interfiriese en la gestión del Ejecutivo de la Junta, que saca adelante su gestión con el apoyo externo de Vox.

Seis meses y medio después el equilibrio de fuerzas que permitió constituir ese Gobierno del cambio ha mutado radicalmente, no sólo respecto al resultado de hace casi un año en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018, sino al de abril.

Esa nueva realidad en el flanco derecho de la política andaluza se va a convertir a buen seguro en una dificultad añadida para la gestión diaria del Gobierno de Andalucía.

Juanma Moreno y, sobre todo, Elías Bendodo, que es quien ejecuta, tendrá que lidiar con una nueva realidad probada en las urnas. El socio que apoya desde fuera es ya mucho más importante que el que ocupa sillones en el Consejo de Gobierno y tiene casi el mismo tamaño que el propio PP.

Los interrogantes surgen casi espontáneamente: ¿planteará Vox formar parte de ese Gobierno del cambio ahora que es la primera fuerza del bloque de derecha en cuatro de las ocho provincias? ¿Qué postura mantendrá el PP-A ante este nuevo escenario? ¿Consentirá Cs algo así? ¿Cambiarán los naranjas de estrategia hasta plantearse volver a entenderse con los socialistas? ¿Cabría propiciar una moción de censura en ese caso?

Lo más probable es que los dos partidos que gobiernan ahora mismo traten en primer lugar de repetir la fórmula del encapsulamiento del Consejo de Gobierno. Obviarán la extrapolación de resultados a unas elecciones autonómicas y tratarán de seguir gobernando como hasta ahora.

Pero un Gobierno que tiene que pactar todos los grandes asuntos con Vox, tiene ahora una dependencia aún mayor del partido de derecha dura.

La digestión de estas votaciones está, sobre todo, en manos del partido del juez Francisco Serrano, pero sobre todo de Alejandro Hernández, que es quien marca desde la portavocía cómo actuar. Y lo que decidan tendrán  que contar con el beneplácito del núcleo duro de este partido, que está en Madrid, con Santiago Abascal, Javier Ortega Smith e Iván Espinosa de los Monteros.

De Andalucía salió la irrupción de Vox, que en menos de un año ha pasado de no tener ni un solo diputado en ningún parlamento español a ser la tercera fuerza del Congreso, con más de 50 diputados. De Andalucía podría salir también su nueva estrategia, exigir gobernar junto al PP (y Cs) o mantenerse al margen para diferenciarse de los populares.

Pero Vox no será la única complicación para el Gobierno de Juanma Moreno. El futuro a corto plazo de Ciudadanos también tendrá que jugar un papel. El gran perdedor de las elecciones de ayer, Albert Rivera, ya ha anunciado un congreso de su partido para decidir su futuro: el de la organización y el de su propio liderazgo. Una andaluza como Inés Arrimadas está en la línea de salida para sustituirle.

De cómo afronte Cs este fortísimo revés electoral, dependerá también cómo será la gobernanza en Andalucía.

Qué papel juega Juan Marín y la organización andaluza de Cs en el futuro del partido tendrá igualmente una derivada en el Consejo de Gobierno.

El PP también tendrá que tomar decisiones. Hay derrotas dolorosas. Su recuperación no ha sido total y en algunas provincias donde era tercero lo sigue siendo, pero por detrás de Vox.

Especialmente sangrante es el caso de Cádiz, donde los ultras sacan al PP casi 20.000 votos, una situación muy distinta de las otras tres provincias en las que es tercero, con distancias pequeñas o casi empatados, como en Sevilla.

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