El resultado andaluz de este 28-A señala a Susana Díaz y su liderazgo en el PSOE-A. La victoria tanto en la comunidad como en toda España que permitirá a su partido mantener a Pedro Sánchez en la Moncloa enfatiza los errores cometidos en los últimos años y augura una encarnizada lucha por el poder orgánico en la mayor federación socialista, que podría descabalgarla de la secretaría general.

La decisión de que las elecciones andaluzas fueran anticipadas y en solitario, para no coincidir con Sánchez pese a que ya era el presidente del Gobierno, tras triunfar por primera vez una moción de censura, acabó por costarle a su partido la pérdida más dolorosa: la Junta. La única Administración que el PSOE siempre había gobernando desde la restauración de la democracia.

Adelantar los comicios andaluces para no coincidir con Sánchez hizo perder la Junta

La división en tres de la derecha no le fue propicia como le ha sido a su rival interno en el PSOE. Es más, su sacrificio, al perder la Junta a manos de dos pactos entre tres partidos de la derecha –uno de Gobierno PP-Cs y otro de legislatura PP-Vox–, seguramente ha sido crucial para movilizar al votante progresista en toda España, tanto en las provincias menos pobladas como en las que sí lo están.

La irrupción de Vox permitió al PP presidir la Junta por primera vez pese a tener un resultado propio de los años ochenta del siglo pasado, pero en esas generales ha provocado que el PP se despeñe como tercer partido no sólo en Andalucía, sino también en Madrid.

Su ‘sacrificio’, clave en el triunfo del PSOE al visualizar a Vox, no le librará de la guerra

Pero ese aviso a navegantes que fue el resultado autonómico andaluz probablemente no libre a Díaz de encontrarse oposición interna alentada desde Ferraz que puede concluir con su defenestración como secretaria general.

Las heridas de las primarias pueden estar cerradas, pero no cicatrizadas con el vigor suficiente como para que no se abran de nuevo.

Tanto la elaboración de las listas electorales para diciembre como para abril  han demostrado que la brecha interna permanece y que habrá batalla interna.

El resultado enfatiza más errores que el mero adelanto electoral (de no haberlo hecho es probable que las generales habrían sido a la vez que las andaluzas), sino también su apuesta por pactar preferentemente con Cs tanto en Andalucía en la anterior legislatura como en 2015, cuando el Comité Federal negó a Sánchez la opción de intentar sumar con Podemos, IU y los nacionalistas que finalmente sí cristalizó en la moción de censura. Igual que el descabalgamiento del propio Sánchez por negarse a abstenerse para que Mariano Rajoy fuese investido en el verano de 2016. Y que lejos de acabar con la carrera política del madrileño le catapultó en la primarias y hasta ser el presidente del Gobierno aún sin escaño en el Congreso, que recuperó ayer.

Todo ello alienta el pulso interno en el PSOE y pone a Susana Díaz en una posición muy difícil. Quizás no sea inmediato, porque el PSOE se centrará primero en articular el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, que aunque puede elegir socio, porque suma tanto con Cs, como con Unidas Podemos y la abstención de grupos nacionalistas, lo que le permitiría ser investido en segunda votación sin que pudiesen impedirlo los tres partidos de la derecha.

Pero una vez estabilizado el nuevo Gobierno, la guerra interna por renovar el PSOE-A se activirá de inmediato, con el delegado del Gobierno en la comunidad, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis como referenta de los sanchistas. La propia celebración de la victoria de anoche se hacía en Sevilla en la sede de Nervión.

Cuatro provincias –Granada, Huelva, Jaén y Málaga– decidieron pactar con la dirección federal las listas de estos comicios y no seguir la tácica de enfrentamiento de las otras que siguieron fieles al dictado de Díaz. Es un indicio de que no todos están con ella perdido el BOJA para nombrar cargos públicos.

La victoria de anoche señala a Susana y abre definitivamente el intento de relevarla al frente del PSOE-A.