Política nacional

El juego de equilibrios de Pablo Casado

  • La semana política que se cierra da la medida de la compleja balanza que maneja el líder del PP

Pablo Casado.

Pablo Casado. / Alberto Paredes, Europa Press

El líder del PP, Pablo Casado, fijó en otoño su rumbo en el centro y, desde entonces, con una mano carga contra el Gobierno de coalición y con la otra apela al diálogo, un equilibrio que le ha llevado a firmar su primer pacto y, un día después, a romper la negociación sobre el poder judicial.

La semana política que se cierra da la medida de la compleja balanza que maneja Casado. El viernes PP y PSOE escenificaron su enésima fractura en la renovación del poder judicial; solo un día antes habían rubricado su primer acuerdo de la legislatura, el de RTVE.

Los tiras y aflojas para ofrecer pactos y, al mismo tiempo, enmendar con dureza la acción del Ejecutivo se dan de continuo, también en estos cinco días de negociaciones.

El lunes, el PP buscó apuntarse un tanto al asegurar que el PSOE estaba dispuesto a apartar a Podemos del poder judicial; los socialistas lo negaron. Mientras el número dos del PP, Teodoro García Egea, y Moncloa negociaban, el PP decidía en el Congreso centrar su labor parlamentaria en denunciar la "deriva autoritaria" de la coalición.

El martes, Casado recibió tratamiento de jefe de la oposición al ser el único portavoz invitado al almuerzo con el rey por el 23F; mientras, su portavoz en la Cámara Baja, Cuca Gamarra, cargó contra el Ejecutivo porque los grupos que le apoyan dieron plantón a Felipe VI y tacharon de "operación de Estado" la intentona golpista de 1981.

El miércoles, el líder del PP hizo una demostración de funambulismo cuando en un mismo discurso acusó a Sánchez de romper España con el Gobierno "más radical en 40 años", pidió el cese de quienes apoyen la violencia, en referencia a Podemos y, a continuación, apeló a un "nuevo comienzo" para el país.

Defendió Casado la necesidad de una "agenda para una nueva mayoría" y le dijo a Sánchez que la tarea de ambos era "ensanchar el espacio de la moderación y hacerlo tan grande" como para que los dos puedan "ganar dentro de él".

Al día siguiente, jueves, fumata blanca: pacto para renovar el Consejo de Administración y la Presidencia de Radiotelevisión Española. El primer acuerdo de la legislatura entre PP y PSOE incluye, además, a Unidas Podemos y el PNV.

Vox respondió a la alianza con burlas y, como si el hemiciclo fuera un banquete nupcial, los de Santiago Abascal corearon un "que se besen". Tanto Vox como Ciudadanos evitaron votar el acuerdo, en protesta porque ignorase a los candidatos propuestos tras un concurso público.

Entre tanto, la renovación del poder judicial parecía inminente tras dos años de bloqueo hasta que, a medianoche, la negociación saltó por los aires. Las dos partes reconocieron "escollos" que les llevaron a romper.

Los 'populares' esgrimen "dificultades" que hacen "imposible cualquier acuerdo" y ponen sobre la mesa dos nombres: Ricardo de Prada, el magistrado que juzgó la primera etapa de la Gürtel, y Victoria Rosell, delegada de Gobierno de violencia de género y la evidencia de que Sánchez no aparta a Podemos.

Un nuevo tropiezo que puede complicar la renovación de otras instituciones como el Tribunal Constitucional o el Defensor del Pueblo.

Y es que el pacto entre los dos antagonistas clásicos de la política española tensiona la posición de ambos en sus propios campos políticos, pues la competición entre bloques convive con la lucha en el seno de la izquierda y la derecha.

Son varios los elementos que Casado debe cuadrar en su balance.

En la moderación, el PP se ha reivindicado como un partido de Estado, como el gestor que sacará a España de la siguiente crisis y como la única alternativa posible a Pedro Sánchez.

Su exigencia de apartar a Podemos de las alianzas permite al PP desmarcarse de los morados, a los que acusa de buscar destruir el orden institucional, y tensiona la relación entre socios de Gobierno, aunque conlleva un riesgo, el de servir como pegamento para la coalición.

En el campo de la derecha aparecen, sin embargo, obstáculos. Ciudadanos ha agitado la bandera contra el bipartidismo y ha censurado los acercamientos, tachándolos de pactos de despacho donde los dos principales partidos se reparten los jueces y la televisión pública.

Vox reprocha cualquier aproximación de Casado a Sánchez y sostiene que Santiago Abascal representa la única oposición al Gobierno.

Para equilibrar la balanza Casado cuenta con dos años por delante sin elecciones, siempre que Sánchez no le dé nuevas sorpresas.

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