Día de la Hispanidad

Optimismo en la recepción de los Reyes: "Tampoco estamos tan mal"

  • El aroma de campaña electoral permanente flota en el Palacio Real durante la recepción de los Reyes

El decuido de Pedro Sánchez con el protocolo en la recepción real del 12-O

La división política y el aroma de campaña permanente flotaron en el ambiente del Palacio Real durante la recepción de los Reyes, este viernes, tras el desfile militar del 12 de octubre. La mayoría ya apenas recordaba la unidad exhibida por los partidos constitucionalistas en 2017, para tratar de frenar en seco el desafío independentista, apenas unos días después del discurso de don Felipe.
Antes al contrario, aunque la atmósfera ayer no estuvo tan cargada, la conversación giró en torno a la pregunta de moda: hasta cuándo aguantará Pedro Sánchez, presionado tanto por PP Como por Ciudadanos, las salidas de tono de sus socios catalanes antes de convocar elecciones. No pocos periodistas se disponían a abordarle con la cuestión, cuando su error garrafal de protocolo al disponerse a saludar a los invitados junto a los Reyes recorrió todas las dependencias de palacio a la velocidad de la luz: "Vaya cagada", se escuchó a más de uno.
Pese a que se estrenó con mal pie con esta anécdota y pese a los abucheos que le dedicaron durante el desfile militar, Sánchez mantuvo el tipo en cualquier caso y dejó claro en los corrillos con la prensa que no contempla la posibilidad de un adelanto electoral en modo alguno.
La razón principal, al margen de su privilegiada posición, la expuso la ministra de Economía, María Jesús Montero, al subrayar el importante valor político que le otorgan los socialistas al acuerdo presupuestario con Podemos. Montero admitió que obtener el apoyo de los nacionalistas vascos y de los independentistas, sobre todo los que maneja a su capricho Puigdemont desde Bruselas, tendrá "más peluseo", pero no es menos cierto que en el peor de los casos, siempre se podrán aprobar las medidas de mayor calado social, como el salario mínimo de 900 euros, a golpe de decreto.
Y a ver qué partido se atreve a criticarlo de puertas hacia fuera, pese al considerable aumento del gasto. "En cualquier caso, estoy contenta porque no hemos hecho concesiones gratuitas", reseñó. La visión generalizada es que también Podemos ha obtenido tajada al cerrar un acuerdo que satisface a su electorado y que le ofrece proyección. 
Como no podía ser menos, en el cóctel también se coló la reprobación al Rey y la petición de abolición de la Monarquía que aprobaron los socios de Sánchez en el Parlament catalán este jueves.
Pero ni con estos dislates es capaz este país de acaparar la atención exterior. Quiza porque como reflexionaba Manuel Campo Vidal junto a varios colegas, "tampoco estamos tan mal". La mayoría de empresas siguen navegando a velocidad de crucero pese a las turbulencias, y en los países de nuestro entorno también tienen lo suyo: Italia con su corriente antieuropeístas; Francia con un presidente al que también le dimiten sus ministros; Gran Bretaña con su foĺlón del Brexit, por no hablar de EEUU, o de Brasil, o del avance de la extrema derecha en tantas latitudes... 
El adelanto electoral en Andalucía también estuvo muy presente y, aunque Susana Díaz parte como favorita, queda mucha tela por cortar. La presidenta de la Junta está incluso por encima de su marca, pero tendrá que echar el resto para evitar sobresaltos. Tampoco lo tendrá fácil el PP para frenar el empuje de Cs: "Tenemos que ganar aunque sea por un voto". Con este deseo expresó una ex ministra del PP lo reñida que estará la partida por el centro derecha.
Es cierto que la marca de Cs está mucho más fuerte que la de su candidato, pero tampoco Juanma Moreno ha logrado convencer ni a muchos de sus propios colegas. Susana tendrá que asegurarse de que ambas formaciones, en cualquier caso, no sumen lo suficiente, sin descuidar el flanco izquierdo por donde Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo tratan de pescar. 
Pedro Sánchez, que tiene intención de bajar en campaña a Andalucía, tiene claro que "ganará Susana", pero no quiso aventurarse sobre con quién le gustaría que pactara, si se dan los resultados: "Eso lo tendrá que decidir ella". Su gesto serio ante el bombardeo constante de preguntas más o menos incómodas contrastó con el rostro distendido de don Felipe, atento y cariñoso con todos cuantos se acercaron a saludarle.
Pero a diferencia de años anteriores, donde el líder del PSOE apenas se dejaba ver, este viernes se quedó casi hasta el final, tal vez meditando sobre la mejor fórmula para poner de acuerdo a este país, aunque sea en lo más elemental. Hace cuarenta años sí que se alcanzó el consenso necesario porque los dirigentes de entonces apartaron sus intereses personales en beneficio del conjunto de España. Pero hoy parece imposible. Seguro que Pedro Sánchez le daba vueltas a todo ello, pero desde que es el nuevo inquilino de La Moncloa, ha dejado atrás los miedos y las ansiedades que le acechaban no hace tanto y se limita a vivir el presente.

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