España

El titubeo pendular del PP

  • Los barones afean el resucitado escoramiento a la derecha de Casado al entrar al trapo en todos los fuegos generados por Vox y avivados por el PSOE

Imagen de Pablo Casado con pintadas en la sede que el PP inauguró en diciembre en Toledo.

Imagen de Pablo Casado con pintadas en la sede que el PP inauguró en diciembre en Toledo.

Los escoramientos a la derecha de Pablo Casado tienen soliviantados a los barones regionales del Partido Popular. Debe andar corto de memoria el presidente de la formación y habrá olvidado el memorable batacazo en las elecciones del 28 de abril: 66 diputados. Entonces, asesorado por su mentor, el ex presidente Aznar, radicalizó su discurso por la amenaza de Vox y los votantes más moderados se fueron de cabeza a Ciudadanos. Para el segundo asalto en las urnas, el 10 de noviembre, se serenó y exhibió un perfil bajo, sin meterse en todos los charcos. Era otro Pablo Casado. El premio vino con 23 escaños más, el hundimiento de la formación naranja y, eso sí, la propulsión de Vox.

Pero ha vuelto el Casado más agresivo para lamento de los presidentes gallego, andaluz, castellano-leonés e incluso para la madrileña Isabel Díaz Ayuso. El PP entra al trapo en todos los fuegos generados por Vox y, obviamente, avivados por el PSOE del inefable asesor Iván Redondo, que ataca allá donde ve la oportunidad.

Los populares van a la zaga siempre en los debates y se dejan comer el terreno en los temas candentes porque sus rivales, a diestra y siniestra, lo obligan a recolocarse continuamente.En estos tiempos toca el giro a la derecha que tan magro resultado le dio en los comicios de abril.Recuerda este PP a la candidatura por la permanencia del Reino Unido en la campaña previa a la votación del Brexit, mareada tratando de sofocar las llamas provocadas por la opción favorable a la salida de la UE, finalmente ganadora en el plebiscito.

La agenda del PP la marca, por tanto, Vox, en vez de tener la suya propia, y el PSOE la aprovecha para atizar a Casado por sus posiciones cercanas a la ultraderecha. De hecho, el pin parental, un asunto relevante pero de menor calado político que el acuerdo de Gobierno con Unidas Podemos –tras negar Pedro Sánchez a Pablo Iglesias más que san Pedro a Jesucristo–, las cesiones al independentismo o la controvertida designación de Dolores Delgado como fiscal general del Estado, se ha situado en la última semana en el principal foco de la actualidad política por conveniencia de los adversarios de Casado, que no sólo no ha sabido salir del paso, sino que ha echado gasolina al fuego.

Igual que encolerizó al PP vasco Cayetana Álvarez de Toledo, portavoz popular en el Congreso, cuando tildó a sus dirigentes de tibios frente al nacionalismo. El guipuzcoano Borja Sémper, meses después, ha decidido bajarse del barco político por no aguantar tanto enfrentamiento.

Mariano Rajoy reivindicó en Sevilla el pasado lunes el centro como modelo a seguir en el PP, el partido que reformó y en el que no quería estridencias ni exabruptos. Lo mismo que le exigen Juanma Moreno, Alberto Núñez Feijóo o Alfonso Martínez Mañueco a Casado. Que combata a Vox y al PSOE desde la moderación y no tenga más titubeos pendulares que lo lleven del mensaje firme pero sosegado al muy escorado.

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