Feria

Caballos con sabor a despedida

  • La plaza de toros albergó pocos visitantes en el rejoneo de clausura Los aficionados que acudieron a ver el espectáculo estaban absortos por el movimiento de los caballos

Se acabó. Fueron unos días bonitos, de arte, lidia y pasión, pero ya se han terminado. La corrida de rejones fue el canto del cisne a las maravillosas tardes de toreo y sentimiento; la gente de las gradas del coso, abonados y empleados, los olés y la torería, los abanicos y la simpatía de los aficionados taurinos de Almería. Debo decir que a los asistentes, en su mayoría, les encanta ser fotografiados; y mucho más salir en el periódico.

Propalado por las malas lenguas de la cultura popular circula el rumor de que las mujeres adoran los caballos y por ello sienten cierta inclinación hacia las corridas de rejones, por lo que se dice que están dirigidas a un público eminentemente femenino. Debo decir a esto que es cierto en parte, porque en la faena de ayer faltó mucha presencia, en general. Las pocas mujeres que había, en compañía de sus maridos, lucieron sus vestidos y mantones con el mismo encanto y buen talante de todas las tardes, pero notablemente entristecidas al asumir que los festejos taurinos de la Feria han terminado.

Otro detalle a tener en cuenta es el aspecto que presentaba la andanada de sol, abarrotada a consecuencia de lo barato que se vendían sus localidades. Un acierto por parte de la empresa, que logró con esa iniciativa adaptar la fiesta de los toros a la situación económica actual y llevar a más personas a la plaza. Los pocos asistentes observaban casi hipnotizados los precisos movimientos de los caballos, pero aún desconozco si era la propia belleza de los animales o el hecho de que se clausuraran los festejos.

Y se acabó. El garbo y la sutileza, los asientos ocupados por familias, las meriendas compartidas y todo lo demás. Por lo que yo he visto, puedo afirmar que los almerienses han respondido a la responsabilidad de celebrar el 125 aniversario de su plaza de toros, que no es cosa baladí. Porque el espectador es una parte esencial de los toros, y ha quedado demostrado que la afición de Almería mantiene un fuerte compromiso con la fiesta nacional.

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