Feria

Tómbolas

  • El primer intento fue en la Feria de 1906 a la postre fallido. Hubo que esperar a que la asociación benefactora Tienda Asilo inaugurase una en agosto de 1920

De toda la vida de dios en España hemos sido más dados a la caridad pública que a la justicia social, posiblemente fruto de una perversión del pensamiento judeocristiano. De ahí la lucidez amarga de aquella sátira decembrina -más aún en tiempos de hambrunas- del semanario La Cordoniz: "Ponga un pobre en su mesa por Navidad". Una forma poco edificante de soltar lastre de los remordimientos:

…La sociedad cree cumplidos sus deberes separando a los pobres de los ricos, creando sociedades benéficas para darles un poco de dinero, asilos para darles un poco de techo y hasta rifas para sostener mejor esas bienhechoras sociedades y benéficos asilos.

Antes de la división administrativa de España en provincias, una R. O. de 1821 estableció las Juntas de Beneficencia (al año siguiente las Locales). Y en 1837 una de "Señoras para el cuidado de la Casa Cuna". Entidades que tuvieron en las rifas la principal fuente de ingresos para sufragar obras de caridad. En abril de 1846 sortearon dos novillas y figuritas decorativas a favor del Hospicio. Vista su proliferación (del Pardo, Niño Jesús, Escuelas Católicas), Hacienda puso coto permitiendo solo las que dieran premios en metálico en combinación con la Lotería Nacional.

Tienda Asilo

Esperanzados en construir el pabellón del Manicomio (en la antigua fábrica de albayalde de Barroeta), hubo un primer intento de tómbola en la Feria del año 1906 a la postre fallido. Debimos esperar a que otra veterana asociación benefactora, Tienda Asilo San Ricardo (carrera de Santa Rita), inaugurase la suya (agosto, 1920) en la plaza Circular. Hasta el estallido de la guerra gozó del máximo interés por la calidad de sus premios, donados por particulares o instituciones que al día siguiente se pavoneaban viendo sus nombres reflejados en la prensa. En tiempos de la II República se trasladó a la terraza del Casino y los beneficios fueron compartidos por la Tienda Asilo, Hermanitas de los Pobres y Paro Obrero.

En los duros años cuarenta reaparecen para regocijo del personal y sostén económico de estos establecimientos. En 1944 en el Tiro Nacional y dos años después en la terraza Apolo, coincidiendo con la inauguración de la primera Caseta Andaluza de la Feria almeriense. Y ya sin interrupción, la tómbola del Secretariado Diocesano de Caridad, bendecida anualmente por el obispo en presencia del gobernador y alcalde.

Chochonas

Que coñazo no daría el speaker de la Tómbola Palacios con la dichosa muñeca que los músicos del grupo pop irlandés The Pogues a punto estuvieron de salir del hotel y estrangularlo. Al final, mire usted por donde, les sirvió de inspiración para un tema pachanguero -de mucho éxito, eso sí- incluido en el disco Fiesta. Eso que ganamos. Y es que si en algo se han distinguido estos casinos ambulantes ha sido por los insufribles decibelios del micrófono a disposición de un híbrido entre Matías Prat y el charlatán Ramón, el del lagarto. En los ruidos y en el sembrado de boletos no premiados que al día siguiente, formando una alfombra, agobiaban a los basureros municipales. ¡Que alegría, que alboroto, otro Perrito Piloto!

En el recuerdo difuminado queda la que rifaba pollos (vivos) o una hermosa marrana de muchísimas arrobas que exhibía por la calle el tío que vendía las tiras de números. O cuando la UD Almería sorteó (Pro-fichajes) una magnífica yunta de mulas tordas, amén de máquinas de coser, bicicletas, batería de cocina, etc. expuestas frente al Banco de España. El tema da para una sesuda tesis en la que sobresaldría la Tómbola del Cubo (con el plástico y plexiglás haciendo furor). Y las ferias en que el gato Isidoro y la lasciva Sabrina (en Tómbola Caprichitos) restaron protagonismo a peluches y otros regalos (Bonita y vacilona, se lleva la chochona). ¿Y de la mountain bike, que guay, que guay? ¿Y de Epi y Blas? Pero yo me quedo con aquel "y un reloj, y otro reloj", mientras el matrimonio de al lado, desesperado, llevaba gastada dos mil pelas sin rascar bola.

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