Toros

El discreto encanto de la torería

Feria de la Virgen del Mar. Ganadería: Se lidiaron dos toros de Domingo Hernández (1º, 3º), justos de presencia y nobles en la muleta y  cuatro de Garcigrande (2º, 4º, 5º y 6º) de mejor presencia. Se aplaudieron los arrastres del los tres primeros. Corrida interesante y encastada en líneas generales.  ACTUANTES: Enrique Ponce, silencio tras aviso; saludos en el cuarto. Julián López 'El Juli', dos orejas; oreja en  el quinto. Miguel Ángel Perera, oreja; silencio.INCIDENCIAS: Buena entrada con tres cuartos largos de plaza en tarde de agradable temperatura. Salió a hombros El Juli. Debutó con equidad y acierto  en el palco, D.  Benjamín Hernández Montanari.

   

LOS burgueses son gente bien. Acomodados y poco prestos a hacer revoluciones. Si acaso se suman a una que les interese, pero poco más. No molestan, son simpáticos y discretos.

Encantadores en suma. Pues eso, que vaya encanto de terna la de ayer, predispuesta al éxito, a la torería de una tarde, a no defraudar. Se les quiere.  Ponce, Juli y Perera son en cierta forma burgueses de esta Fiesta a la que sostienen desde la expectación que provoca su nombre en  un cartel y  cumplidores con el destino de estar bien. Pero burgueses al fin y al cabo. Sin revoluciones. La corrida, en cambio,  no fue nada burguesa. Tuvo picante, y desde luego para el aficionado que gusta entender el por qué de una lidia, bastante interés para medirla frente a los toreros. No claudicaron, plantearon dilemas y murieron con la boca cerrada. Muy interesante en suma su juego.

Juli le dio fiesta a segundo y quinto con dos faenas intensas, bellas en la composición de la suerte, explosivas en su estética, llevándolos muy embebidos en la muleta, ligando y aplicando el temple justo para ligar la encastada embestida de un bicho que pedía papeles. Faena con estructura, con lógica, con el toro admitiendo el toreo por bajo y cuando no lo admitió el toro, lo administró el Juli.

Variedad en la composición que tuvo profundidad por ambas manos junto al remate de unas manoletinas muy en corto y valientes. Estoconazo enterrando el estoque hasta los gavilanes. Faena de dos orejas que el palco rubricó del tirón.

Al quinto lo cuajó un intenso Juli, por lopecinas.  ahí si crujió de verdad la plaza. Juli dejó a un lado ese discreto encanto de burgués y se apuntó a la revolución de una faena que tuvo una enjundia especial con la muleta en la zurda, embarcando y llevando a un importante toro por los derroteros del toreo bueno.  Completito el madrileño en variedad capotera, suya fue la tarde en cuanto a lote y el debido aprovechamiento que el madrileño aplicó.

Perera le endosó al tercero de la tarde una tafallera en redondo que tuvo usía y valentía en el sentido total del quite a ese toro.

Con la muleta, faena no de tantas alharacas como la de Juli, pero muy intensa, maciza, al natural sobre todo. Faena dura, seca y valiente con manoletinas muy de verdad para abrochar su labor ante un toro exigente durante toda su lidia. Estocada con mucha entrega y la primera oreja que llegaba a su esportón.

El sexto, lució bonita estampa, cuajo y fue el que con más clase metió los riñones para empujar en un buen puyazo de Paco Doblado.

El extremeño, que había cumplido con el capote se empeñó en darle emoción al tema y citó de largo para cambiar el muletazo por la espalda. Tenía ansias Perera de redondear triunfo y se echó la muleta a la diestra casi en el centro del anillo. Atacó mucho y muy en corto y el toro terminó protestando. Ahí se acabó la faena y el entendimiento de ambos protagonistas con un toro venido a menos.

Ponce no redondeó triunfo tras dos faenas. La primera por culpa de la espada frente a un toro, su primero,  que fue muy sosito con el que se empleó suave como capotero y el inicio de faena rodilla genuflexa y ayudando mucho al toro.  Es un torero al que se le espera por su magisterio y a fe que en eso se aplicó para levantar sin mucho ruido una faena que había comenzado discreta y sin temple y que se vino arriba a partir de la tercera serie.  Dejó por un momento la sosería el toro y Ponce fraguó con maestría dos buenas series por ambos lados tirando muy bien de un toro que terminó pidiendo esfuerzo al torero y el valenciano admitió. El mal uso de la espada se lo llevó todo por delante.

Con el cuarto, un toro con la cara metida entre las manos, falto de fuerza y echando la cara arriba, Ponce se aburrió. En otro tiempo quizás hubiese iniciado una revolución para cambiar las tornas a una faena imposible. Ayer no.

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