Feria

Se marchó sin botín el Pirata

Ala tarde de ayer le caben dentro dos crónicas. Una para el aficionado que se sienta en el tendido soñando ver toros bravos. Otra para el público que se lo pasa en grande jaleando cada gesto de un torero. Las dos son lícitas. Sobre todo porque el que paga tiene razón para tomarse la cosa como quiera.

Pero si hay algo que engrandece de verdad el espectáculo es ese lujo, tan extraño hoy en día, de ver salir por chiqueros uno tras otro, seis toros tan bravos, con cuajo y con poder como los que echó ayer el ganadero de Torrejandilla y Torreherberos.

Esa es la única razón que mantiene en pie el espectáculo por el que cobran tanto los toreros y tan poco los ganaderos.

Fue una auténtica delicia ver empujar tanta raza en el caballo, tanto galope de bravura cruzar de un lado a otro de la plaza y meter la cara abajo en los engaños queriéndose comer la muleta. Eso síes verdad. Lo que es mentira, es taparle la salida a los toros bravos en el caballo. Después nos quejaremos de que esto va de camina o revienta, pero no hay remedio.

Lo de los mano a mano estos al uso, no los entiendo. Siempre se enfrentaron los dos máximos poderes de la torería para medir sus fuerzas. Ahora no. Ahora se juntan dos amigos y hala, ¡pa lante'. ¡Que bonita es la amistad! Digo yo que lo de mano a mano le viene al pelo por las veces que se saludan los dos actuantes en la plaza. Antes de poner banderillas, después de ponerlas, cuando voy y cuando vengo. Joder que finura, pero ¿donde estuvieron los quites?, ¿Donde la codicia torera de tocar pelo más que tu compañero?.

Cuesta poco ponerse del lado de los toros. Como aficionado, muy poco, se lo puedo asegurar.

Pero está esa otra corrida que debo contar porque tres toreros hicieron ayer el paseíllo. Dos, como cabezas de cartel y uno de apoyo por si hacia falta. Pues hombre afortunadamente no hizo falta y es generoso ese gesto de Padilla dándole la oportunidad a Jesús de Almería de abrir el capote y enjaretarle al de más pitones de toda la tarde, una serie a la verónica que tuvo por encima de todo decisión.

Del resto a mi me queda la imagen de dos toreros que en poco o nada recetaron esa base principal del toreo que siempre fue parar, mandar, templar y como decía el Rafael El Gallo, 'arrematar'.

La corrida se rompe en banderillas cuando a Padilla le zamarrea de mala forma el tercero. El jerezano, confiado de tanta bondad, le perdió el respeto. Espeluznante el trance, después de que en banderillas hubieran cuajado uno de los mejores tercios los dos matadores al violín, uno tras otro. Bien estuvo entre tanto palitroque Fandi en un par de poder a poder en el cuarto de la tarde. En cuanto a la muleta, Padilla estuvo decente con su primero el por el pitón derecho, estuvo más torero y entregado con el tercero, donde regaló la mejor fase de su toreo en cuanto a la ligazón y templanza de las series y no pudo con la aspereza del quinto, muy mermado ya del porrazo recibido.

Fandi por su parte , entregó a las mulillas la buena clase de su primero al que solo le enjaretó series muy cortas con dos muletazos y el de pecho. En el cuarto comenzó rodilla en tierra con muletazos por alto y de ahí al final solo se le adivina en el expediente una sola serie ligada y demasiado redondo invertido. Dios con las modas, ¡que el toreo es para adelante y no para atrás!. Con el sexto, algo más centrado en series interesantes por los dos pitones, le arrancó una segunda oreja para su esportón.

Al menos entre largas cambiadas de rodillas, banderillas y la certeza con la que manejaron la espada, el espectáculo para el tendido se dejó comer.

Al final, El Fandi se saltó la tapia y se fue a hombros de los capitalistas y será propuesto para sanción. Desde luego puede ser razonable, pero particularmente a mí no es lo que más me preocupa. Sobretodo después de ver tanta bravura desperdiciada.

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