Feria

La serpentina, a borbotones

  • Miles de almerienses se echaron a la calle para vivir de cerca la cabalgata, que marcó el inicio de siete días de feria en honor a la Virgen del Mar · No faltaron los trajes de flamenca, los abanicos y los globos

"¡Plaf, Plaf, Plaf...!". El sonido de los tradicionales abanicos golpeando contra el pecho para hacer frente al arduo calor de la tarde de ayer se hacía notar ya a las 19:30 horas en torno a la concurrida Puerta Purchena, pese a que el comienzo del pregón y la cabalgata no estaba previsto hasta las 20:00 horas.

Media hora antes del evento era difícil encontrar hueco en los alrededores del escenario habilitado para el pregón, ya que fueron miles los almerienses que se concentraron a lo largo de la Calle Granada, la Rambla del Obispo Orberá, la Plaza de Manuel Pérez García, el Paseo de Almería y la Avenida Pablo Iglesias, donde estaba previsto que la cabalgata iniciase su recorrido, que finalizaría en la Calle Manuel Azaña.

Entre los asistentes, abundaban las familias. Abuelos, padres, madres, hijos, tíos, sobrinos, primos... hasta el perro iba ataviado para la ocasión. Eran muchas las mujeres y niñas que portaban el acostumbrado traje de flamenca, con sus correspondientes complementos, desde los zapatos hasta la peineta.

Un cuarto de hora después del horario programado continuaba el soniquete de abanicos, pero ni rastro del pregón ni de la cabalgata. "¡Nena, diles que empiecen ya, que hace un calor horroroso!" dijo Antonia, del Zapillo. Aún así, no faltaban las sonrisas en la cara de la gente. "Estoy muy nerviosa por ver la cabalgata de este año. Más que por las carrozas, es por lo que significa. Hasta que no pasa la cabalgata es como que no ha empezado la feria, ¿sabes?" continúa Antonia, sin dejar de aventarse. Para combatir la espera, muchos optaron por comprar algo de picar o un divertido globo en los puestos ambulantes que recorrían las calles.

En torno a las 20:30 horas el sonido de los cohetes hacía vibrar a todos los allí presentes. Era el momento, comenzaba la cabalgata. No fueron pocos los niños que pidieron a sus padres que les subiesen a los hombros para no perderse detalle. En cuanto las primeras carrozas empezaron a asomar por la Avenida Pablo Iglesias cientos de teléfonos móviles y cámaras de fotos inundaron la Puerta Purchena para inmortalizar el momento.

Conforme iban avanzando las carrozas, mayor era la ilusión entre grandes y pequeños. El hombre del monociclo y el escupefuegos fueron los que mayor expectación despertaron entre los allí presentes. Además, desde los carruajes se lanzaron miles de rollos de serpentina. Algunos, sin abrir, con tan mala fortuna de golpear en la cabeza a algún que otro miembro del público.

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